ENTREVISTA
La comunicadora atraviesa por uno de los momentos más intensos de su carrera. Acaba de regresar a la conducción de El Garage TV y estrenó el ciclo Alguien tiene que hacerlo en Tiempo TV. En amores, sigue en pareja con Rodrigo, un joven 12 años menor.
—Junto a Andrés Airaldi y Gastón "Rusito" González estrenaron Alguien tiene que hacerlo (viernes, 20:00 en TiempoTV), ¿cómo resumirías la propuesta?
—Es un programa descontracturado, típico de viernes a la noche. Recibimos dos invitados por capítulo y la actuación de una banda para cerrar el programa. Hasta ahora nos acompañaron Rafa Villanueva, Sofía Rodríguez, Julio Ríos y Giannina Silva. La pasamos muy bien en cada entrega. Con Rusito y Andrés tenemos perfiles diferentes pero nos completamos muy bien: tenemos mucha química y nos divertimos. Nos tenemos mucha fe con el programa.
—También hace unas semanas regresaste al Garage TV de Canal 10...
—Me llamaron y acepté encantada la invitación para volver. Había terminado el ciclo, que se discontinuó por un tiempo y ahora regresó con todo. Es un programa que me gusta mucho, no solo por la temática de los fierros que siempre me apasionó, si no porque tengo muy buenos recuerdos y el equipo es increíble. ¿Qué mejor que trabajar y poder divertirte a la misma vez? Eso por suerte me pasa en todos mis trabajos. En diciembre, además, comienzo con una nueva temporada de Siete sentidos (Canal 7 de Punta del Este), así que por allá me voy a instalar. Estoy muy feliz porque seguir vigente, algo que es importante.
—¿En algún momento tuviste miedo de perder la vigencia?
—Sí. El miedo de no seguir vigente está presente siempre en nuestra profesión. Porque los años pasan y vienen camadas nueva, gente talentosa que busca su lugar. Mantenerse en el medio es difícil, a no ser que sigan creyendo en vos y que la gente responda. En mi caso, creo que la fórmula tiene que ver en cómo soy yo y una personalidad descontracturada y auténtica.
—¿Cómo definirías este momento a nivel personal?
—De mucha tranquilidad. Eso es fundamental. Aunque tengo una personalidad ansiosa, con el correr del tiempo he aprendido a bajar un poco las decibeles. Puedo disfrutar las cosas de una manera más profunda sin la locura de la ansiedad.
—¿Has recurrido a terapia?
—Ahora no. Pero fui hace muchos años. La terapia te ayuda mucho en esos momentos de indecisión o de vacío. Allí fui descubriendo muchas cosas de las relaciones familiares y de lo que pasaba con mi vida. Haber sido madre joven tuvo momentos difíciles.
—Nuevamente vas a instalarte a trabajar en Punta del Este, ¿te gusta como balneario?
—Me gusta y adoro trabajar ahí. Pero no sería el lugar que eligiría para veranear. Yo soy más de Atlántida, Las Toscas o Punta del Diablo en sus épocas de tranquilidad.
—Hace unas semanas revelaste un trauma referido al mar, vinculado a un episodio en la infancia, ¿qué sucedió?
—Me encanta el mar, lo amo. Me tranquiliza muchísimo. Cuando estoy muy nerviosa, me siento en la arena a contemplarlo. Pero no entro al agua ni loca. Y eso se debe a que cuando tenía 12 años me salvé de milagro de no morir ahogada. Estaba con mis primitos en la playa de Atlántida y se fue mar adentro una pelota inflable. Yo salí a buscarla. Me tiré, nadé y cuando quise acordar estaba en el medio de la nada. En un momento, no di pie y empecé a ahogarme. El próximo recuerdo que tengo es el del salvavidas haciéndome respiración boca a boca en la arena. Desde ahí le tengo terror al agua en todo sentido, al mar y a las piscinas. Solo me mojo los pies. Ojalá que en algún momento pueda trabajar ese sentimiento y perderle el miedo.
—¿Los veranos de tu infancia siempre fueron allí?
—Sí, tengo muy buenos recuerdos. Eran las épocas de los argentinos en Atlántida, cuando era el boom y se llenaba. Me acuerdo de los bailes. También en invierno me encanta. Algún día me gustaría vivir en Atlántida y si es frente al mar, mucho mejor.
—¿Por ahora seguís en Pando?
—Sí, porque vivo muy tranquila allí, frente a la casa de mis padres. Sobre todo por mi hija Valentina. A pesar de que casi tiene 20 años, siempre va a ser la nena. También tengo mis amigas de toda la vida en Pando. Así que seguimos ahí y hacemos el sacrificio de ir y venir a Montevideo para trabajar.
—¿Dirías que estás en la etapa más trabajadora de tu vida?
—Siempre fui muy trabajadora. Cuando no trabajé fue porque no había mucho trabajo o la situación familiar o de mi pareja de algún momento hizo que viviera en el exterior.
—¿Qué importancia tiene lo económico en tu vida?
—La justa. Lo económico te da un respaldo y una tranquilidad para no andar alborotado todo el día viendo cómo vas a pagar las facturas. Me refiero a cosas básicas. La plata no hace la felicidad pero cómo ayuda, dice el dicho. Te da tranquilidad en ciertas cosas. Yo he vivido en todos los estados. con poco y con mucho y eso te enseña mucho a valorar las cosas.
—¿Sos consumista?
—No, no soy consumista. De hecho, el shopping no me gusta. Eso de estar encerrada con tanta gente me pone nerviosa. Cuando voy es por alguna necesidad concreta o porque mi hija me lleva a prepo. Yo soy muy casera y de gustos sencillos. Amo estar en mi casa, porque ese es mi lugar en el mundo. Cuando entro, lo primero que pienso es en lo linda que es y no me dan ganas de salir. También disfruto mucho del contacto con la naturaleza, pero no demasiado. Lo idea es un balance entre la naturaleza y el cemento.
—¿No te gusta el campo?
—Sí, antes no me gustaba nada. Ahora voy y me transmite cierta paz, pero sería incapaz de montar a caballo por ejemplo. Otra cosa que nunca hice y no está en mis planes es ir de camping. No me llama mucho la atención.
—Desde hace más de dos años estás en pareja con Rodrigo, un joven 12 años menor que vos, ¿cuánto ha influenciado a la relación la diferencia de edad?
—Mis etapas de vida son diferentes a las de Rodrigo pero tratamos de equilibrar. En algunos casos somos muy iguales. Creo que yo tengo muchos aspectos de mi personalidad que son muy juveniles y frescos y él tiene otros más maduros que su edad, así que la fusión es buena.
—¿Conviven?
—No, pero estamos mucho tiempo juntos. Él es súper perfil bajo y hay un acuerdo de respeto muy grande referido al no avasallamiento del otro. Mi profesión implica el alto perfil en muchos casos, pero eso no nos distancia. Cada uno tiene su espacio y sus momentos y ninguno trata de cambiar al otro. Eso ha hecho que la relación siga viento en popa. Salimos poco porque así es nuestra personalidad, pero la pasamos muy bien.
—¿Volverías a ser madre?
—Las posibilidades están hasta que no estén biológicamente. Pero no es algo que tenga pensado en el futuro cercano.
—¿Cómo se conocieron?
—Por las redes sociales. Me escribió por Facebook un par de veces y empezamos a chatear. Nos reíamos mucho hasta que decidimos vernos. Y desde ese día nunca más separamos.