Patricia Martín llega a la redacción y aclara que no está acostumbrada a la exposición de las últimas semanas. Dice que ella es más perfil bajo, que lo suyo es el periodismo y la producción general de Santo y Seña, programa que conduce Ignacio Álvarez en Canal 4, y del que Martín forma parte desde hace 11 años.
Mañana será la última emisión del año, se entregarán los premios de la cartelera de chantas, se hará un repaso del año y seguramente se hable de la entrevista que Martín le realizó, luego de tomarse aviones y helicópteros, al narcotraficante uruguayo Sebastián Marset. Acerca de su entrevista, las repercusiones internacionales, las críticas de sus colegas y la noche que más miedo pasó, es esta charla con Patricia Martín.
—¿Cuándo dijiste, quiero entrevistar a Marset?
—Fue hace como nueve meses. Hace mucho que hago informes sobre cárceles y narcotráfico, y empecé a tener fuentes vinculadas a su organización, o que lo conocían. Me dije: ¿por qué no? Igual llevó bastante, y tampoco esperaba que él responda. Le había hecho llegar el mensaje por varios lados y un día se contactó por medio de su abogado, Santiago Moratorio. Me dijo: “¿vos querés entrevistar a Sebastián Marset?, quiere hablar contigo para ver en qué condiciones pueden hacerla”.
—Cómo te sentiste vos después de haber hecho y visto la entrevista?
—No estoy acostumbrada a una repercusión tan grande. Si bien Santo y Seña es un programa que tiene buen rating y repercusiones, nosotros decimos que con Santo pasan cosas porque cada vez que hay un informe, alguna consecuencia tiene. Pero nunca fue este nivel. Fue tan grande la exposición, a nivel internacional, lo que nunca me había pasado, que me contactaran periodistas de Chile, Argentina, Paraguay, Bolivia, era un montón. Además, todo esto empezó antes de la entrevista, fue a partir de la promo. Ahí empezó el aluvión, y después de la entrevista las repercusiones normales que se esperan, amplificadas.
—¿Hubo elogios o críticas?
—Recibí palo de un lado y felicitaciones del otro, lo que a mi entender tiene que ver con la grieta enorme que tenemos en nuestro país por la política. La gente no se saca el balde y todo lo ve por su fanatismo. Las redes sociales fue una cosa que corté, en un momento me digo: o trabajo o miro las redes sociales. Porque estaba horas contestando. Soy de contestar, y como no es que me escriba un montón de gente, cuando me mandan una devolución, o comentan algo, siempre contesto. Pero me pasó la ola, te etiquetan por todos lados y recibís desde felicitaciones hasta críticas, ahí están las constructivas que pueden ser válidas, hasta los insultos. Ahí te preguntás cómo hay gente que pierde el tiempo en esto, pero son cosas que pasa.
—¿Sentiste en algún momento que podías romantizar la idea del narcotraficante?
—No lo sentí así porque mostré lo que él quiso mostrar. Depende mucho del entrevistado. Yo nunca pensé que iba a hablar tanto. No pensé que la entrevista fuera a ser tan larga. Pensé que iba a dar respuesta de futbolista: “no”, “si”. Sin embargo se explayó en sus respuestas. Igualmente estaba segura que no me iba a decir: “mañana sale un contenedor de tal lado” o “sí, maté gente”; no iba a asumir delitos en la entrevista, aunque más allá de que mostrar ese perfil de cómo es con su familia y su niñez, igualmente creo que asumió un montón de cosas desde el hecho de que se para del lado: soy narcotraficante. El romanticismo creo que pasa más por el lado de quién lo toma. Yo no volví con la cabeza de decir: “entrevisté a Sebastián Marset, qué lindo es ser narco”. Esa no fue mi reacción, y si alguien que vio el programa y pensó eso, lo que está fallando es el sistema y otras cosas, pero no es el periodismo. Para mí la entrevista es válida, cualquier periodista la hubiese hecho. Cada cual puede opinar lo que quiera de la entrevista, para gustos están los colores, pero de ahí a romantizar en el sentido de miren qué buena la vida del narcotráfico, no fue así.
—También criticaron las canciones que se emitieron.
—Sí, pero para mí las canciones lo pintaban de pies a cabeza y que él hubiese dicho que esas canciones lo representaban, hablaba mucho más de lo que dijo en la entrevista. Porque una canción dice “en los cielos va un avión con merca”, es algo que en la entrevista él no cuenta, pero la canción sí. Por eso, para mí fueron importantes. Hubo gente que no pusiéramos las canciones que a él le gustan, pero si escuchás las letras, que para mí eran lo importante, porque hablaban de su personalidad y de lo que él hace. En otra canción dice: “en mi nómina están los políticos y la policía”, y sin embargo él habla de corrupción, eso no lo dice abiertamente, pero en la canción lo dice. Justifiqué esas canciones por lo que significaban.
—¿Quedaste conforme con lo que te dijo?
—Me hubiese gustado que, en algunas cosas, se sincerara más, o hablara más. Quedé conforme con la entrevista porque para mí el objetivo, el haber logrado la entrevista, era un montón. Después iba a depender de lo que el contara. Me hubiese encantado que dijera quiénes son los políticos corruptos, o “tengo estas pruebas contra el gobierno de Paraguay”, pero creo que eso es parte, no vas a denunciar a quienes todavía están de tu lado. Es evidente que tiene algún tipo de protección por el lado de los gobiernos y de la policía, sino es muy difícil que estés en un cuadro de fútbol, des entrevistas, salgas en la televisión. Por la vida que llevaba, es evidente que tenía una protección. Entonces, no creo que él de una entrevista para dar nombres de los que son parte de la corrupción. Me hubiese gustado que lo hiciera, pero igualmente quedé conforme porque lo que fui a buscar fue una entrevista con él, y eso lo logré.
—¿Fuiste con las preguntas pensadas o las escribiste ahí después de verlo e interactuar con él?
—Pensé un montón de cosas. Como todo periodista tenía un millón de apuntes, y allá también me surgieron otras. Pero como desde 2017 sabía quién era Sebastián Marset y por fuentes policiales sabía de temas del narcotráfico, sabía algunas preguntas cantadas que le iba a hacer. Pero otras surgieron allá.
—¿Te quedó claro cómo obtuvo el pasaporte o todavía sentís que hay lagunas en eso?
—Lo que yo investigué en el programa anterior, que salió el 3 de setiembre, me quedó claro que capaz que hubo algún error burocrático, pero las cosas se hicieron bien. Era legal darle el pasaporte. Después y con el diario del lunes podemos decir un montón de cosas. Pero ya ahí no me parecía que hubiera dinero para agilizar el trámite. Aparte se dijo 24 horas y no fue así, fueron meses donde se pasó por varias oficinas del Ministerio de Relaciones Exteriores como del Interior. Después está en creerle o no cuando dijo que no pagó un peso. Eso no lo sé. Supongo que cuando termine la investigación nos podremos acercar un poco más a la verdad.
—¿Tenemos un narcoestado?
—Quiero creer que hoy no tenemos un narcoestado. Sí tenemos gente corrupta, sin dudas, sino no pasan cinco toneladas de cocaína por el puerto de Montevideo, o tenemos bocas que funcionan 24/7 con una comisaría en la esquina. Sin dudas que corrupción a nivel policial, tenemos. Corrupción a nivel político, no creo que sea generalizado. Capaz que puede haber un caso aislado, ahora se está viendo el tema del financiamiento a las campañas, ahora decir que tenemos un narcoestado es muy grave para nuestro país, y con esta entrevista e informe, y teniendo contacto con colegas de Paraguay y Bolivia, me di cuenta que tenemos que estar orgullosos del país que tenemos porque el nivel de corrupción de esos países es tremendo. Esas cosas que ves en las series, y quiero creer que eso no pasa o que no hemos llegado a eso. Ojo, tenemos que estar muy atentos y abrir los ojos, porque me parece que podemos llegar.
—¿Qué te hace ruido acerca del tema del pasaporte?
—Lo que me llama la atención con ese tema no es Uruguay, es Paraguay. Ellos sacan la alerta en febrero, pero hacía dos años que venían investigando a ultranza, o sea que hace dos años sabían quién era Sebastián Marset. Y Marset cayó en Emiratos Árabes con un pasaporte falso paraguayo, o sea que Paraguay fue el primer país en enterarse que estaba allí, porque además estaba con su nombre, no estaba con un alias. Eso me hizo ruido, por qué Paraguay esperó tantos meses para sacar la operación Ultranza. Eso me parece que es mucho más sospechoso que el pasaporte uruguayo. Después la investigación dirá qué pasó con eso.
—Luego de que conociera la entrevista, Fernando Marguery dijo en Polémica en el bar que Marset, a nivel mundial es un cuatro de copas. ¿Te parece?
—No me pareció. Obviamente que los contactos que tengo desde antes de entrevistarlo, lo identifican como el jefe. Si hay alguien más, no lo sé; no me dio la sensación de que hubiese alguien por encima. Ahora, un cuatro de copas no creo que sea por lo que maneja. Y tampoco creo que lo sea, porque no se expondría como hacía antes de la entrevista, publicando videos y enfrentando a los gobiernos. Si es un cuatro de copas, ¿por qué no lo agarran? Cuando vemos los operativos del narcotráfico, a la fiscal Mónica Ferrero el país le debería de sacarse el sombrero con ella, es muy difícil agarrar a los de arriba. Te lo dicen los de la brigada antidrogas: los que venden en las bocas, los que llevaban el cargamento, los que bajaron la avioneta, esos sí son cuatro de copas.
—Dijiste que dormiste muy poco mientras estuviste allá, ¿te había pasado antes un miedo así?
—Una vez sola. Fue en el viaje que hice al Congo en las misiones de paz. Fue en 2013 y Uruguay tenía tres bases, me pasó en la más alejada, la que quedaba en la zona liberada. Eso quiere decir que las fuerzas armadas del Congo no estaban presentes en ese terreno, y los grupos rebeldes tenían enfrentamientos todos los días. Ahí estuvimos una noche, y en ese lugar había habido un enfrentamiento de estos grupos, y en la base de Uruguay, que era chiquita, había un campo de desplazados con decenas de personas. Para sumarle, en esa zona selvática hay una víbora particular: la mamba negra, que te muerde y tenés 15 minutos para el antídoto, porque es mortal. Llegamos y un soldado había matado una mamba negra y nos la mostró, y estaba esa situación con los rebeldes, se escuchaban disparos de noche. Esa sensación no ocurrió en las otras bases que estaban más tranquilas, pero ahí fue una noche que me costó conciliar el sueño porque estaba más alerta a lo que podía pasar.
—¿Cómo hiciste para guardar el secreto hasta que salió la primera promo?
—Era un tema de seguridad. Sabía que hasta el domingo 26 la entrevista no podía salir, y como dije en el programa: el jefe de seguridad era bastante serio. Antes de irme me miró fijo y me dijo: “Sebastián confía en vos, yo no. Lo que pase de ahora en más, recordá que podés ser responsable”. Me corrió un escalofrío pero le dije la verdad: no sé dónde estoy. También le intentaba explicar que eso no era parte de mi trabajo. Le dije: “yo llevo la entrevista, y lo que pueda pasar es a raíz de lo que él quiso decir”. Entonces no me fue tan difícil guardar el secreto porque sabía que tenía que cumplir con esas reglas.
—¿Sería para que se muden antes de ahí?
—No sé con certeza, pero creo que ellos se fueron inmediatamente después que Moratorio y yo nos fuimos, y no están más ahí. Creo que la fecha tenía que ver con las cámaras de seguridad de las ciudades y cuándo se borran; y por eso retrasar la salida de la entrevista. Lo tienen todo calculado.
—¿Te has sentido vigilada desde que volviste?
—No. Yo sigo con mi vida normal, ahora porque tengo auto y me mudé a 30 km de Montevideo, pero antes andaba en ómnibus, voy al supermercado, mi vida sigue siendo normal; y si me siguieron, no me di cuenta.
—¿Sabés si vio la entrevista?
—Sí, la vio. Me dijeron que sí, y que quedó conforme. Eso fue lo que me hicieron llegar; y después me enviaron el video que mandó que dijo que no se iba a entregar y que la próxima vez pedía permiso para usar los helicópteros.
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