Entrevista
Las transmisiones de fútbol de Sport 890 son las elegidas por la mayoría de los montevideanos, según la última medición. El relator celebra la preferencia del público y habla de la importancia del equipo. En lo personal, está recientemente separado de Lucía Etchegaray.
—La última medición de audiencia ubica a las transmisiones de Sport en lo más alto. ¿A qué crees que se debe?
—Pienso que se debe al resultado de un trabajo en equipo de parte de toda la radio. La grifa de Sport 890 es muy fuerte y no puede hablarse de desempeños individuales, sino de un colectivo. La gente elige la radio todo el día. Más allá de las transmisiones, en deportes hay muchos programas nuestros liderando. También es importante contar con dos focos de salida, como lo son Sport y la 102.9 FM.
—En poco tiempo tu carrera tuvo varios giros. Desde la salida de Carve, un año en la 1410 y luego fuiste convocado por Sport. ¿Qué lectura hacés de ese camino en un medio que por lo general no es muy cambiante?
—Es verdad. Hubo un momento que se generó una especie de “terremoto en el dial” con varios movimientos simultáneos. El equipo de 13 a 0 se fue para Del Sol, lo que hizo que El Espectador buscara un reemplazante. Yo estaba en la 1410 y presenté un proyecto y al mismo tiempo Alberto (Sonsol) estaba con problemas para renovar en Sport. Y un día se dio el enroque. Alberto arregló con El Espectador y a mí me llamaron de Sport porque no habían acordado con Martín Kesman. Para mí, llegar a esta emisora fue como que me convocaran de la selección.
—Fue un año de Mundial y te tocó ir a Rusia, ¿qué destacás de esa experiencia?
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—El Mundial implicó un punto muy alto de la radio. El propio multiempleo que nos lleva a los periodistas a trabajar para otros medios hizo desafiante mantener la opinión de todos y tener el sello de la radio. Con mucha tecnología logramos ese coro de opiniones. Para Canal 10 asumí el rol de seguir a Uruguay con Subrayado y relaté para la radio.
—Tuvieron un problema de inseguridad...
—Sí, fue la gran anécdota del Mundial. Con el camarógrafo Guillermo Padilla nos robaron un equipo de transmisión, valuado en 20.000 dólares. Estábamos en Sochi. Luego de hacer unas tomas en la rambla, nos descuidamos por el cansancio y se la llevaron. Hicimos la denuncia en la policía que un principio no nos creía. Vía traductor, les explicamos cómo fue el robo y nos dijeron que iban a chequear con las cámaras de seguridad de la zona. Yo les pregunté qué posibilidades reales había de recuperar la mochila y el policía nos dijo: “100%”. Me empecé a reír y me fui. A las horas, cuando empezamos a hacer la transmisiones para el partido de Uruguay - Portugal, nos avisaron que había aparecido. Con las cámaras identificaron a los responsables y ellos tienen un sistema de scanner que les permite tener identificados a todas las personas en tránsito por la ciudad. Así dieron con los ladrones. Aquí no la hubiéramos recuperado nunca.
—Se viene la definición del Campeonato uruguayo que como mínimo será con un clásico. ¿Son especiales estos partidos para un relator?
—No llego a hacer una preparación específica como Rodrigo (Romano), pero estos partidos se viven de forma especial, sí. El relator trata de transmitir las emociones y vivirlo intensamente.
—Hace dos semanas estaban invitados 10 jugadores de Peñarol a Punto penal. Sin embargo, ninguno asistió, ¿qué pasó?
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Hay que entender a los jugadores. Habían jugado el día anterior y tenían el domingo libre, por lo que eligieron disfrutar en lugar de ir a un programa de TV. También estamos en una etapa en la que los futbolistas cada vez se vinculan menos con el periodista. Se dan más las conferencias de prensa y están creciendo las figuras de los encargados de prensa de los equipos. Cada vez se da menos aquello de que se paraba un periodista en la puerta de Los Aromos o Los Céspedes y al llegar, los jugadores le daban notas apenas bajaban del auto. Ahora, como parte de la profesionalización de esos vínculos, se hace cada vez más difícil.—¿Qué opinión tenés de este momento político del fútbol?
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—Muy mala. Creo que hay un descreimiento de la opinión pública. Me parece que hay desidia en cuanto a no cumplir con las exigencias de FIFA. Si me someto a las reglas de una organización, debo cumplir con lo que me pide. Y si pide votar un estatuo, debo hacerlo. Parece que estamos esperando el último día y se trata de sacar pequeñas ventajas por encima del beneficio general. Creo que el fútbol necesita resetearse, con dirigentes jóvenes y sin mañas. La imagen se dañó mucho en el último tiempo.
—¿Te sorprendieron las derivaciones del caso de los audios?
—Sí. Se destapó una caja de pandora y uno espera respuesta de la justicia. Esto nos ha superado a todos. Ya no es tema de opinólogos, ni de enfrentamientos mediáticos o versiones de dirigentes. Es un tema judicial con muchos involucrados.
—Valdez renunció en Punto penal. ¿Se lo notaba coaccionado?
—A nosotros nos sorprendió. Esas notas las maneja Julio (Ríos). Con Mauro vimos la nota y en la pausa charlé con Valdez. Me dio las mismas razones de que se bajaba por temas familiares. Honestamente no me cerraba. Lo había visto en el Mundial con todo el entusiasmo para ser candidato. Ya estaba circulando la versión de los audios y le pregunté por qué no llevaba el caso a la justicia. En su respuesta me salió por las ramas.
—En cuanto a lo personal hace unos meses que están separados con Lucía Etchegaray, ¿cómo vivís esta etapa?
—Bueno, aprendiendo. Estoy dedicado a mis hijos, viéndolos crecer y disfrutando de la mayor cantidad de momentos posible con ellos. Francisco tiene 13 años y ya casi usa mis talle de ropa y zapatos. Dominique tiene 10. Por más coyunturas, la familia nunca se rompe y ese tipo de vínculos son para toda la vida. La separación fue en buenos términos. Somos padres y nuestra meta es que nuestros hijos sean felices y que encuentren un camino. En función de eso, el rol de padres, juntos o separados, se mantiene intacto.—¿Qué tan futboleros son tus hijos?
—Nada. Mi hija un poco más. Pero Francisco es muy cibernético, le gusta investigar y diseñar en ese mundo. A lo mejor asoció el fútbol a muchos viajes de su padre. El Mundial de Sudáfrica 2010 lo marcó mucho. En un momento me dijo que pensaba que yo no iba a volver a casa. Tenía 4 años en ese momento y pienso que esa experiencia lo hizo rechazar un poco el fútbol. La hermana, en cambio, pertenece a esa generación que ve ganar a Uruguay y que nosotros no entendemos mucho. Entonces le gusta la selección y suele ver los partidos.