Romina González Casella: la niña que fingió odiar a Barney

Compartir esta noticia
Romina González Casella. Foto: Marcelo Bonjour
MARCELO BONJOUR

ENTREVISTA

Con 9 años ganó un premio de Canal 4 y se lo enrostró a un compañero de escuela y al personaje dinosaurio. Hoy, con 22 años, estudia psicología y hace una reflexión sobre el bullying.

-Te formaste en corrección de estilo y tienes un blog con reseñas: ¿en qué momento crees que tu vocación se fue volcando hacia las letras?

-De hecho corrección de estilo ha quedado un poco relegada a asignatura pendiente. No es que no me guste, pero en 2018 me picó el gusanito de los medios y realicé un curso de conducción de TV en el Instituto FEC. Después de eso, apareció la psicología. Solo soy humana, así que la corrección va a tener que esperar. La verdad es que mi vocación por las letras nació conmigo. Fue mi primer amor y todo lo demás (salvo la psicología y la comunicación) se sintió siempre como un plan B. Supongo que los libros de “elige tu propia aventura” me condenaron.

-También estudiás psicología, ¿qué te seduce de esa profesión?

-Cliché como suena, la posibilidad de ayudar a la gente de forma personal. Ahora me parece que la psicología siempre estuvo ahí, solo que yo no me daba cuenta. Recién salida de bachillerato, no podía contemplar la idea de que la salud mental de alguien dependiera de mí. También un poco la ironía de la hija no reconocida de María Elena Fuseneco como psicóloga. No aguanto un día más sin escuchar los chistes que van a salir de eso. Me quiero recibir ya.

-Has compartido historias como autora y adaptaciones en SIMS, ¿qué te motiva a escribir?

-Ni siquiera puedo contemplar una vida sin escribir. Lo he hecho desde niña. Las ideas aparecen sin que las llame y tienen que salir por algún lado. También está el hecho de que escribo lo que me gustaría leer y es reconfortante pensar que podría haber más lectores como yo. Ayuda a desmitificarse a uno mismo.

Romina González Casella. Foto: Marcelo Bonjour
Romina González Casella. Foto: Marcelo Bonjour

-Has publicado en plataformas, ¿es complicado el mercado editorial tradicional? ¿Lo intentaste?

-Me asusta hasta intentarlo. Y por desgracia, no creo tener la clase de “fama” que vende libros. Terminé de escribir mi novela más ambiciosa el año pasado (trabajo en muchas cosas a la vez) y ahora estoy en proceso de acondicionarla. De momento está el primer borrador en Wattpad, pero por solidaridad a mis futuros colegas de corrección, quiero entregar el manuscrito lo mejor posible. Eso sí, está bravo acceder siendo anónima y sin un nicho específico.

-Exploraste la comunicación desde chica, con un espacio en Malas compañías, por ejemplo. ¿Te gustaría seguir explorando esa veta? ¿Los has intentado?

-Bueno, como mencioné, me diplomé en Conducción de TV con el gran Andrés Sena, así que siempre estoy abierta. Pero, de nuevo, es difícil entrar. Igualmente, a estas alturas, me gustaría más incursionar en la radio (herencia de mi mamá). Me siento más cómoda detrás de un micrófono y nadie tendría que enterarse de que no sé caminar con tacos.

-¿Cómo recuerdas aquellos tiempos de Malas compañías?

-No tengo más que palabras de agradecimiento para toda esa gente. Era divertido, nos entendíamos y, lo más importante, estaba segura. Ningún niño debería sentirse desprotegido en un entorno de adultos y cada adulto durante esa etapa me cuidó incansablemente, tanto dentro como fuera del canal. Ojalá recuperar esa soltura algún día, aunque confieso que los gritos a mi edad ya no hacen tanta gracia.

-Cuando ganaste aquel concurso, la consigna refería a dar una visión sobre el medio televisivo. ¿Recordás a grandes rasgos qué escribiste en aquel tiempo?

-Era hablar, más bien. Si hubiera sido por escrito, nadie se habría enterado de lo que decía. Creo que hablé de las telenovelas, de los periodistas que me caían bien basándome más que nada en las corbatas que usaban y, por supuesto, de Barney. Dato curioso: lo de Barney fue una chanza que inventé en el momento para dejar una impresión más fuerte. Nunca creí en Barney ni estuve enojada con él. Yo estaba como en un personaje de reality show, más o menos. Al final salió bien.

Romina González Casella. Foto: Marcelo Bonjour
Romina González Casella. Foto: Marcelo Bonjour

-¿Cómo pasaron en el crucero por el Caribe?

-Batí record de lanzarme por el tobogán de agua y a mis padres se les perdió una remera del crucero que yo había coloreado con todo mi amor en la zona para niños el último día. Casi dieron vuelta el barco, pero ahora esa remera está en mi ropero y me enteré años después. Mi karma es nunca volver a comer panqueques americanos con miel de maple. En pocas palabras: una gran experiencia.

-¿Seguís teniendo fobia a las cucarachas?

-Sí, pero ahora se le sumó la fobia a los trámites y creo que esa es peor. Al menos los funcionarios no vuelan (aún).

-En aquel momento expusiste una situación de bullying. Más allá de lo puntual, ¿dirías que fuiste una víctima continua de ese tipo de acoso? ¿Cuánto pesó en vos?

-Pesó tanto que me cuesta trabajo reconocerlo como tal. Siento que va a saltar alguien a desmentirme, que me lo imaginé, que nunca me pegaron y que no fue nada. Pero sé lo que viví. Con la intención que haya sido, recuerdo los ataques de pánico y los síntomas de la somatización por el estado mental en que me dejaba. Ahora me da miedo ser inadecuada o inaceptable para la sociedad, porque sé que el bullying me lo hacían por “rara”. No era la niña más arquetípica del mundo, pero en retrospectiva, ¿es justificable el acoso porque alguien no sabe desenvolverse en situaciones sociales tan bien como los demás? ¿Los niños neurodivergentes, por ejemplo, merecen bullying por serlo? Claro que no. Dudándolo me estoy faltando el respeto a mí y a un montón de personas. Me tranquiliza ver que muchos de los que se metían conmigo han cambiado y algunos hasta me han pedido disculpas. Esos niños que parecían odiarme se convirtieron en adultos sanos y eso es espectacular.

-¿Aquel comentario sobre Dylan fue una especie de venganza planificada o surgió en el momento?

-Surgió en el momento. Empecé a gritar “mirá de quién te burlaste” por la adrenalina y me preguntaron. Había sido la burla más reciente.

-¿Qué es de la vida de Dylan?

-Me lo crucé unos años después del incidente. Hablamos de forma civilizada y me pidió disculpas. Un tipazo; espero que esté bien. Y que duerma con un ojo abierto (por motivos legales vamos a aclarar que eso también fue un chiste).

-¿Cómo definirías la personalidad de esa niña que eras tú?

-Depende de si estamos hablando de la persona o el personaje. Romina, la persona, era una niña feliz fuera de la escuela. Hacía sus cosas raras como jugar al canal de televisión (con horarios y todo) y empezar a escribir novelas que después olvidaba. Ah, y hacer de cuenta que su peluche favorito y padre de sus bebotes le era infiel cada vez que se aburría del juego de la familia funcional (sin relación con mi propia familia, por favor. Freud no perdona dos veces). Era tranquila, no molestaba demasiado. Me gustaba llamar la atención y sí, a veces actuaba un poco más rara de lo que era, pero nunca lastimé a nadie. Participé en el concurso con la idea de salir en la tele y ser reconocida, como una actriz interpretando a un personaje. Después vi que para cierto sector grande del público no era un personaje y me asusté. Así que quiero que quede registrado que mis únicos pecados fueron gritar en la tele y regalar los alfajores que mamá me compraba para el recreo (me daba pena decirle que no me gustaban).

-El video tuvo y sigue teniendo mucha difusión. ¿qué relación tenés con él? ¿En algún momento te gustaría que no existiera o que se hubiera perdido sin archivo?

-Solo cuando pienso cómo podría afectar mi vida profesional. Tanto en la psicología como en la escritura uno quiere que le tomen en serio. Por lo demás, es un dato curioso y no me molesta. Total, rehúyo a los comentarios como el diablo a la cruz, así que si gente que no me conoce me sigue diagnosticando patologías o criticando a mis padres, no me he enterado. Si algo ama el Internet es juzgar niños.

-¿Te reconoce la gente por el video? ¿Qué te genera eso?

-Cada tanto. Me genera un poco de viaje en el tiempo, sinceramente. Han pasado tantos años y he hecho tantas cosas con normalidad que no puedo creer que la gente se acuerde de eso. Para que el lector se ponga en situación: es como si alguna que otra vez, alguien te parara en la calle para preguntar si sos el niño o la niña de cuatro años que cantó el arroz con leche en el cumple de tu tía abuela. No es que te ofenda, pero es surrealista. De todas formas estoy súper agradecida con la gente que se acuerda de mí. Pocos honores hay tan grandes como ser un meme.

-¿Cómo te ves en el futuro?

-Suponiendo que el calentamiento global se apiade de nuestras almas, trabajando como psicóloga clínica, con alguna que otra novela publicada y viviendo más cerca del centro porque soy una rata de ciudad. Y una cocina llena de utensilios con usos súper específicos que nunca necesitaré, pero eso ya es avaricia. 

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar