Sonaba, en el Mundial de 2010 en Sudáfrica, el famoso “Waka Waka”, la canción oficial de aquel campeonato, cuando la cantante colombiana Shakira, su intérprete, y el futbolista de la selección española Gerard Piqué se conocieron, se enamoraron y se convirtieron en una de las parejas más populares del panorama internacional.
Doce años pasaron desde aquella Copa que, de hecho, ganarían España y Piqué. Doce años, los mismos que duró su historia de amor, de la que nacieron sus dos hijos y de la que este año se habló por todos lados, cuando llegó el sorpresivo final.
Este ha sido quizá el “annus horribilis” para ambos, no solo por la ruptura sentimental, sino también por la situación judicial de la cantante -que irá a juicio por sus problemas con el fisco español-, y la salud de su padre, ingresado varias veces en un hospital de Barcelona.
Para Piqué, 2022 no fue mejor: concretó su retirada del fútbol, anunciada el pasado noviembre antes de jugar su último encuentro con el FC Barcelona, equipo al que ha estado ligado siempre y en el que había perdido su titularidad como defensa; y estuvo implicado en varias polémicas relacionadas con contratos millonarios a través de la Federación Española de Fútbol. La separación con “Shak”, encima, fue por infidelidades. Buena parte del mundo se le puso en contra y las redes se lo hicieron saber.
Que la relación no funcionaba desde hace tiempo se veía venir, sobre todo desde que empezaron a saltar a los titulares de prensa las supuestas infidelidades de Piqué. Pero la confirmación no llegó hasta el pasado 4 de junio, mediante un escueto comunicado en el que la artista colombiana hacía público el fin de 12 años de vida en común.
“Lamentamos confirmar que nos estamos separando. Por el bienestar de nuestros niños, que son nuestra máxima prioridad, pedimos respeto a la privacidad. Gracias por su comprensión”, decía el texto remitido por Shakira a la prensa. Fue la única comunicación oficial y formal que se hizo al respecto.
A partir de ahí, el estallido mediático. Comenzaron las persecuciones a ambos y pronto se pudieron ver las primeras imágenes de Piqué con su nueva novia, la catalana Clara Chía, de 23 años, a quien el futbolista de 35 había conocido en un local nocturno al que solía acudir con sus amigos.
La felicidad del deportista haciendo público su amor en un concierto de verano boreal contrastaba con las primeras apariciones en prensa de Shakira haciendo surf con sus hijos en una playa del norte de España. En esas fotografías, la cantante aparecía triste y cabizbaja, arropada por sus dos pequeños. La prensa internacional hablaba del peor momento de la artista y de la necesidad de buscar refugio.
Y el “Waka Waka”, el tema que el mundo entero había bailado en 2010 y que dejó momentos en los que el futbolista saltaba al escenario para contornearse al ritmo de la cintura de la colombiana, al final dio paso a “Monotonía”, una bachata que la cantante grabó con el puertorriqueño Ozuna en octubre y cuyo video fue filmado en el municipio español de Manresa, en Cataluña.
“No fue culpa tuya, ni tampoco culpa mía, fue culpa de la monotonía”, dice el estribillo de la canción, la primera de desamor que Shakira, de 45 años, publicó tras su confirmada separación de Piqué. En el video aparece con un agujero en el pecho, producto del disparo que le hace un hombre que curiosamente luce el mismo conjunto que el exfutbolista llevaba en “Me enamoré”, el tema que la cantante le dedicó en 2017.
Unas semanas antes, y en una entrevista con la revista Elle España, la artista confesaba que para ella escribir música era como ir al psiquiatra, “solo que más barato”, y que le ayudaba a sanar. Un poco más atrás lanzaba “Te felicito”, un pop pegadizo que, con el diario del lunes, también parecía hablar de Piqué: “Por completarte me rompí en pedazos / Me lo advirtieron pero no hice caso / Me di cuenta que lo tuyo es falso / Fue la gota que rebasó el vaso”. La letra es cruel.
Hubo, en el último tiempo, cientos de publicaciones asociadas a la ruptura más mediática de Iberoamérica en 2022: se habló de mensajes, de una mermelada que habría delatado la infidelidad, de romances con instructores de surf y así.
Tras varios meses de negociaciones entre sus abogados, de tensiones y disputas y mil rumores y trascendidos, el pasado 1 de diciembre Shakira y Piqué firmaron el acuerdo que permitirá que la cantante pueda establecerse en 2023 con sus hijos en Miami (Estados Unidos), donde tiene una residencia, donde su familia materna ha vivido los últimos años, y desde donde puede manejar mejor una carrera de alcance global.
El acuerdo llegó después de que ambos expresaran a través de un comunicado que lo habían hecho para “garantizar el bienestar” de sus hijos. Tras su rúbrica, el letrado de Piqué explicó a la prensa que los dos estaban “más tranquilos y relajados”.
“Hemos firmado un acuerdo que garantiza el bienestar de nuestros hijos y que se ratificará en el juzgado, como parte de un trámite meramente formal. Nuestro único objetivo es aportarles la mayor seguridad y protección, y confiamos en que se respete su intimidad. Agradecemos el interés mostrado y esperamos que los niños puedan continuar con sus vidas con la privacidad necesaria, en un entorno seguro y tranquilo”, decía el texto.
Pero más allá de la separación y la custodia de sus hijos, Shakira tendrá que regresar a España en 2023, ya que tiene pendiente la causa penal por varios delitos económicos contra la hacienda pública española, para los que la Fiscalía pide ocho años y dos meses de prisión y una multa de más de 23 millones de euros.
Piqué, que continúa con Clara Chía, buscará nuevos horizontes profesionales. Los medios ya hablan de crisis, de arrepentimiento, del peso de la diferencia de edad. Él calla.
Shakira, en uno de sus últimos posteos del año en Instagram, se expresó así: “Brindemos por un 2023 lleno de paz y esperanza”. Quizás, con más énfasis que nunca.