Sofía Romano tras el fin de "El juego de la oca": "Jamás había imaginado hacer televisión"

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Sofía Romano. Foto: Leo Mainé

NOTA DE TAPA

la comunicadora acaba de cerrar la etapa como coconductora de El juego de la Oca, una experiencia con la que se estrenó en el género de entretenimientos. “Fue un desafío absoluto”, asegura.

Sofía Romano. Foto: Leo Mainé
Sofía Romano. Foto: Leo Mainé

-¿Cómo tomaste el final de El juego de la Oca?

-Como algo previsible. Sabía que se trataba de una temporada y por más de que la ilusión de que suceda otra está, la cantidad de programas grabados fue determinada y una vez que se emitió el primero la fecha de cierre se podía concluir. Me quedo con todo lo que conllevó, desde las semanas inolvidables mientras lo hacíamos hasta la repercusión del otro lado de la pantalla en personas de diferentes edades y géneros. Parecerá contradictorio, pero estoy convencida de que esto recién empieza.

-¿Qué implicó para vos esa co-conducción en un programa de entretenimientos?

-Un desafío absoluto. Mi experiencia en televisión todavía está fresca. Venía siendo por cable, en mesas de opinión, sentada y en el ámbito del periodismo deportivo. Esto fue nuevo para mí. Trabajar en un estudio de tal dimensión, con un equipo de producción numeroso, cámaras que se mueven constantemente, acompañando a un conductor reconocido y talentoso como es Rafa y en televisión abierta, fue una experiencia distinta a todas las que había tenido. Lo más gratificante es haber descubierto que me gusta, algo que no tenía tan claro. Realmente disfruto muchísimo el rol de conducción en el mundo del entretenimiento.

-Sos parte de TyC Sports desde hace varios meses como panelista del programa de mediodía. ¿Cómo evaluás hasta ahora tu experiencia en esta cadena deportiva?

-Viene siendo intensa. Me demanda trasladarme todas las semanas a Buenos Aires, estar actualizada en fútbol argentino, adaptarme a su ritmo de hacer televisión que es muy dinámico y efervescente y a encontrar mi lugar siendo una voz nueva y desconocida. Estoy viviendo esta experiencia como un espacio de aprendizaje y también de libertad. Tiene algo de aventura, porque fue algo que jamás imaginé. Ni hacer televisión, ni trabajar en Argentina.

-¿Imaginás un futuro más instalada en Buenos Aires?

-Sinceramente, es una pregunta que me hago casi a diario. Intento estar en el presente pero inevitablemente por la celeridad con la que vivo tengo momentos en los que proyecto y pienso en qué me gustaría que suceda y de qué forma. Buenos Aires tiene una veta cultural que me deslumbra, pero en Montevideo sigo encontrando la sensación de hogar. Es difícil. Ambas ciudades tienen mucho de lo que soy.

Sofía Romano. Foto: Leo Mainé
Sofía Romano. Foto: Leo Mainé

-¿Qué expectativas tenés para Uruguay en el Mundial?

-Que va a ser competitivo. Un equipo duro, tenaz e intenso. Nos tocó un grupo duro con quienes tenemos buenos antecedentes. Es casi imposible siendo uruguaya y amante del fútbol no ilusionarme cada vez que juega. El mundial 2010 y el proceso Tabárez en sí renovó la esperanza. La fe en que es posible está por la calidad de los jugadores que componen el plantel, por “la Celeste” que es parte intrínseca de la definición de gloria en la historia del fútbol mundial y porque en el deporte siempre hay lugar para la épica.

-¿Te sorprendió la llegada de Luis Suárez a Nacional?

-Sí. Más allá de las semanas previas, la confirmación y el evento de su llegada, hasta que no lo vi entrando a la cancha me parecía surreal. Creo que sigue haciendo eco y eso queda explícito cuando, por ejemplo, su presencia en Belvedere copa los diarios deportivos de todo el mundo.

-¿Qué crees que le puede aportar al fútbol uruguayo la presencia de Suárez?

-Los valores fundamentales del deporte, en primer lugar: la cooperación y la consciencia del colectivo como factor clave para la evolución personal, la identificación con el club social que lo formó . Le aporta calidad al juego, mayor exigencia a una organización profesional que deja mucho que desear y la necesidad de extremar cuidados en tiempos y formas que ahora quedan más expuestos ante su presencia. Pero, por sobre todo, una estimulación absoluta para todo lo relativo al fútbol a nivel nacional. El afán de superación, eso tan visible en su carrera llega para contagiar. Su elección tiene un agradecimiento vigente que es tangible y disfrutable y eso le da un valor único. Hay que entender que su llegada al fútbol uruguayo en este momento de su carrera es algo histórico, más allá de los colores, es revolucionario en su significado.

-¿Nacional es el mejor lugar para que Suárez se prepare de cara al Mundial?


-Puedo responder lo que sea, pero si así lo consideró el jugador es porque confía en que es su mejor opción. Y es de esas personas que su auto-convicción inspira a creerle. El nivel de nuestra liga dista mucho del de las mejores del mundo y Luis Suárez puede acceder a la que quiera. Creo que en este momento precisaba un equipo que lo acompañe pero a su vez que lo haga sentir líder y referente; con una estructura ofensiva y protagonista en tenencia para desenvolverse con comodidad en la cancha, donde pueda disponer junto al entrenador de los minutos que considere, con la confianza en la institución para evaluar semana a semana su estado físico y necesidades. Pero más allá de esto, todo indica que dentro de las ofertas que tenía es el club donde mejor se puede sentir mental, anímica y emocionalmente.

-Más allá de la experiencia de La venganza de los perdedores, un programa radial que emiten mensualmente desde distintos bares, ¿extrañás la radio?


-Muchísimo. Es algo que me quita el sueño. La radio genera una intimidad con la audiencia difícil de explicar así como la sensación de complicidad y confianza que da el hacerla. A mí me pega así, con todo este romanticismo. Es donde encuentro mi mejor versión.

-Estás soltera, ¿es el mejor estado civil para este momento de tu vida?

-Lo mejor para este momento en el que estoy es estar bien conmigo misma. Suena cliché, pero es real. Disfruto de mi independencia desde niña, pero hace ya un tiempo que la cuido, la valoro y la priorizo como nunca antes. Va más allá del estado civil, es la forma en la que elijo vivir mi vida. En mi generación y en las que vienen hay un cuestionamiento a los vínculos y a las formas de relacionarnos como nos fueron inculcados y soy parte de ese movimiento. Eso no quiere decir que descarte estar en pareja, pero sí que no estoy dispuesta a transar mi individualidad ni mi libertad y mucho menos a hacer de eso mi objetivo. Quiero elegir si sucede la sincronía y no necesitar por insuficiencia o imposición social.

-Hace unos días compartiste una foto de un baile infantil (agradeciste al niño que te sacó a bailar) y hablaste del miedo que te tendrían los hombres. ¿A qué crees que se debe ese temor?

-En mis redes utilizo el humor como herramienta de expresión. Siendo mujer usar este recurso tiende a esto, a tener que ser explicado porque todo cobra otra trascendencia. En el caso de esa foto me pareció muy simpática, adorable y quise compartirla. El enganche con el comentario no fue más que una generalización: hombres con cierta resistencia o que se intimidan ante mujeres que se plantan. Función de anclaje efectiva, tan así que generó una repercusión que no esperaba.

-¿Por qué sos “alcafécafé” en redes sociales?

-Desde muy chica fui a la cancha con mi papá. En la tribuna Olímpica del Estadio Centenario había un vendedor de café que en vez de gritar “HAY café, café”, decía “AL café café” y me fascinaba. Todavía recuerdo su timbre de voz. Más allá de lo anecdótico, si hay algo que necesito en mi rutina es el café. Así que cuando abrí la cuenta de Twitter cerró por todos lados. Después repliqué en Instagram y hasta el día de hoy la mantengo por su singularidad.

-Sos de buen comer y beber, ¿cuáles son tus platos preferidos?

-Para alguien que ama comer y beber es una pregunta que da para hablar muchísimo. El asado puede tenerlo todo. Cocinar a la brasas buenas achuras, distintos cortes, verduras, quesos… Más lo que implica como ritual. Compartir y cocinar con fuego es un acto social que no tiene igual. Pero después el mundo de las ollas y braseados en esta época del año me encanta y en verano me deleito con pescados y mariscos. Como buena descendiente italiana -española tengo debilidad por la pasta, la milanesa, la tortilla de papa y las croquetas. Ahora en Buenos Aires voy en busca de fugazzeta y empanadas… y después está la cocina árabe y asiática que me conquistó por siempre. Tengo un gusto especial por la comida picante. Te dije que era brava... No entré en el terreno postres ni beberajes porque ocupamos toda la revista.

- ¿Se compensa ese placer por la comida con actividad física o te benefició la genética?

-El placer no se compensa, se goza sin más. Mi alimentación es variada y aprendí a encontrar mi equilibrio conociendo mi cuerpo, sin exigirlo a que sea otro distinto al que es. Me llevó y aún me lleva tiempo comprenderlo. Estoy en un intento constante de deconstrucción y no suelo hablar de esto porque considero que estoy dentro de los parámetros de la hegemonía y mi voz no tiene la suficiente potestad. Tengo mucha energía, vivo intensamente y eso me implica estar en movimiento. También entreno boxeo, ando en bicicleta y bailo, pero porque disfruto hacerlo. Descargo, transpiro, libero endorfinas. Encuentro placer ahí también y en definitiva es el motor por el que hago estas actividades. Me da mucho más a nivel mental que físico, aunque me guste verme bien este “bien” ha ido mutando y así -espero- seguirá. Entre tanto viaje y rutina-sin-rutina me está costando encontrar el tiempo para estas actividades y lo siento anímicamente, así que intento encontrar acciones en la cotidianeidad. Caminar, escuchar música y bailar por la calle o esperando el subte, subir escaleras, estirar y sentirme. Para mí lo que no se negocia es el placer y el bienestar y esto es muy personal, lo que te lleva al goce. La imagen es una construcción, dura un rato y no sé hasta qué punto depende de una, no lo tengo claro porque el límite es muy fino con la influencia exterior, la carga ajena, las obligaciones de cumplir con ciertos estándares y más aun trabajando en televisión y en estos tiempos de redes sociales. Un litigio permanente. Entre todo eso trato de encontrarme.

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