Soledad Ramírez se sincera: "Me cuesta mucho confiar en mí, soy muy insegura"

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Soledad Ramírez. Foto: Leonardo Mainé

ENTREVISTA

La exMala Tuya se lanzó como solista y lanzó "Obsesionada"; sobre lo que la obsesiona, esta nueva etapa y sus inseguridades, habló con Sábado Show

Soledad Ramírez. Foto: Leonardo Mainé
Soledad Ramírez. Foto: Leonardo Mainé

Le llevó un tiempo decidirse a dar el salto y lanzarse como solista. A inicios de este mes lanzó “Obsesionada”, su primer sencillo, donde Soledad Ramírez presenta un sonido muy personal, ese que la identifica con su hoy. Sin planes de lanzar un disco en el corto plazo, su presente se encuentra lleno de proyectos en la música y también en televisión donde continúa siendo parte de Poné play, el programa de La Tele que conduce Tío Aldo y ya va por su segunda temporada con planes para que continúe el año próximo. En esta entrevista con Sábado Show, Ramírez habla del final de Mala Tuya, la experiencia haciendo Pibas con Agus Morales, Nati Ferrero y Clipper, y cómo fue dar el paso en solitario en la música. También habla de sus inseguridades, miedos y sus obsesiones.

—Hace casi 10 años que estás en la música. ¿Te imaginabas estar tanto tiempo en esto?

—Empezamos a fines de 2012 con Mala tuya. Cuando arrancamos el proyecto nunca tuvimos una estrategia ni nos pusimos objetivos concretos de plazos. Arrancamos atropelladamente y fuimos acomodándonos en el camino. Siempre fuimos conscientes de que a cada momento ir tomando decisiones en relación al proyecto que nos llevaran a tener algo sólido y duradero en el tiempo. Muchas veces donde tuvimos que tomar entre dos caminos, siempre optamos por el camino donde resignábamos más del beneficio momentáneo, pensando en un posible futuro. Nunca nos imaginamos que íbamos a estar tanto tiempo con este proyecto, haciendo shows y estando juntos. Y es algo vigente, porque al principio fue una moda, algo que llamó la atención porque irrumpió en la escena, siento que supimos mantenernos hasta cuando, adrede, le pusimos un final al ciclo, pese a que lo hubiésemos podido continuar.

—¿Pibas era un proyecto solo para el Antel Arena, o había una intención de hacer algo más que no terminó de concretarse?

—Siempre fue pensado para un show concreto. Sí nos hubiese gustado poder llevar el show al interior y de hecho nos escribían mucho de distintas ciudades para llevar Pibas allá. El tema es que en el momento que lo hicimos estaba el segundo rebrote de la pandemia y llegamos raspando a poder hacerlo. Los últimos días estuvimos viendo si se suspendía, o no, si pasaba algo que cambiara los planes. Por suerte lo pudimos hacer y seguimos en contacto y estamos siempre con la intención de poder hacer algo más, porque además Pibas es un proyecto que convive con los proyectos de cada una. Fue un momento donde nos encontramos y compartimos nuestros temas, nos entreveramos entre nosotras y está latente que en cualquier momento podemos hacer un show juntas de nuevo.

Soledad Ramírez. Foto: Leonardo Mainé
Soledad Ramírez. Foto: Leonardo Mainé

—Este mes te lanzaste como solista. ¿Cómo surge lanzarte con una carrera en solitario?

—Creo que fue algo que se fue gestando en mí durante un tiempo, incluso antes de que fuese consciente de que se estaba moviendo eso, dentro mío. Recuerdo muchas entrevistas con Mala Tuya donde me preguntaban: ¿alguna vez pensaste hacer tu carrera solista?, y la verdad que no. Nunca se me había pasado por la cabeza y me extrañaba que me preguntaran eso cuando estaba con la banda. Fue en 2019 que empecé a darme cuenta que había ciertas cosas que las estaba haciendo como en piloto automático, estaba muy cómoda, acobijada por el grupo y siento que se me desdibujó un poco mi identidad. Ya no estaba teniendo claro qué quería ni qué quería decir. Estaba confundida. Ese año me llegó la oportunidad de hacer un show solista por todo el país. Fue un espectáculo creado solo para esa gira que la hice con Daniel, el guitarrista de Mala Tuya y fue un show de cero. La gira se llamó “Lo que soy” y ese nombre tiene bastante significado porque fue cuando me empecé a dar cuenta cuál es la música que me representa, las canciones que me han acompañado desde chiquita que escuchaba en mi casa con mi padre, los primeros discos que tuve, todas las influencias musicales que me fueron construyendo el oído.

—¿Entonces el show estuvo armado con todas esas influencias musicales?

—Sí, armé un repertorio con toda esa mezcla, y en esa gira me di cuenta que soy una mezcla entre una canción de folclore y una de pop, y todo convivía ahí porque es con lo que me identificaba. Hicimos 19 shows, uno en cada departamento, y hubo una convocatoria espectacular con los teatros llenos, y una recepción de la gente en cada show, que no podía creer. Me decía: no saben ni qué van a venir a ver, porque siempre era ver a Mala Tuya y ahora era ver a Sole Ramírez en modo acústico, y la gente no tenía idea con lo que se iba a encontrar. Me quedé sorprendida que me acompañaron y confiaron que mi propuesta iba a estar buena. El cierre de toda esa gira fue el show en Montevideo, en la Sala Zitarrosa. Si bien hay teatros hermosos en el interior que me sorprendieron, la Zitarrosa es emblemática por los artistas que van y los shows que suceden allí, y tenía miedo. Pensaba, ¿quién me va a venir a ver? Y tengo ese momento grabado, cuando estaba en el back preparándome y le digo a mi representante: ¿cómo está? Me mira y me dice: lleno, hasta la parte de arriba. Entonces salí temblando y me emocioné mucho, porque no podía creer toda la gente que estaba allí. Esa gira me movió bastante, sobre todo el confiar en mí.
Soledad Ramírez. Foto: Leonardo Mainé
Soledad Ramírez. Foto: Leonardo Mainé

—Demostrabas que tenías poder de convocatoria y que había un público que estaba interesada en escucharte.

—Sí, me cuesta mucho confiar en mí, soy muy insegura y necesito que me estén confirmando todo el tiempo. Esa gira me cambió, también por cómo me sentí arriba del escenario, manejando distintos momentos, porque Mala Tuya tiene una estructura y se espera algo y hay que manejarse por ahí; pero acá estaba esa libertad de hacer todo lo que quería hacer. Ahí nació la semillita de este camino en solitario, me empecé a conectar conmigo, me empecé a hacer un montón de preguntas y llegaron un montón de respuestas y ahí me dije: ahora me tengo que hacer cargo de todo esto que abrí. Tuve un par de reuniones con los chicos de la banda, les conté cómo me estaba sintiendo y les dije que no le podía pedir al proyecto cosas que no podía dar, porque eran muy personales. No podía transformar algo que era de todos en lo que necesitaba o quería transmitir.

—¿Cuánto te llevó ese proceso interno?

—Me llevó seis meses que fueron dentro de la cuarentena donde estuve todos los días pensando qué quería hacer y tratando de darme cuenta qué era lo que quería, o al menos lo que sabía pero no me animaba. De repente, a mediados de 2020 nos juntamos y tenía la certeza que esto era lo que quería hacer, explorar un nuevo camino, jugármela por mí, poner mi cara y mi cuerpo por lo que siento. Quería explorar sonidos y decir cosas y siento que lo tenia que hacer sola, y me reapoyaron y hasta el día de hoy compartimos grupos de Whatsapp donde nos acompañamos y nos damos para adelante en nuestros proyectos. Tenemos una hermandad que se mantiene porque vivimos cosas que nos van a unir para siempre.

Soledad Ramírez. Foto: Leonardo Mainé
Soledad Ramírez. Foto: Leonardo Mainé

—¿Cómo surge “Obsesionada”, el primer corte de esta nueva etapa en tu carrera?

—Surge de imprevisto. Venimos trabajando en canciones con mi equipo desde hace un año y medio, o más, porque antes de tomar la decisión de irme de Mala Tuya empecé a escribir porque estábamos en cuarentena y empecé a componer canciones. Íbamos a salir con otras canciones pero de repente irrumpe “Obsesionada” y quedamos todos obsesionados con la canción. Rompía los ojos que era esa la canción con la que tenía que salir. Empezás a componer, vas viendo distintos caminos y “Obsesionada” tiene el background de todo lo que compuse antes y es una de las canciones que más me representan hoy.

—¿Y qué te obsesiona?

—Todo. Cuando algo me gusta, lo repito mucho hasta que me aburro. Me agarro una remera y me la pongo todos los días, lo mismo con una comida o un perfume, así que se podría decir que soy un poco obsesiva con las cosas. En este caso, la canción habla de un vínculo y me gusta que cada uno interprete la letra y haga la canción suya, para que te toquen las fibras que te tienen que tocar. Mi intención es hacer ese sacudón, porque si escuchás la canción también es decir: no quiero estar en este lugar. No seas la obsesionada, o el obsesionado, hacete valer un poco. Es el “date cuenta, amiga” que a veces nos decimos. La canción es una invitación a salir de ese lugar.

—Decías que sos insegura, ¿desde cuando?

—Nací así. Lo tengo que seguir trabajando en terapia. Me cuesta confiar en las decisiones que tomo, o si soy lo suficientemente buena para algo.

Soledad Ramírez. Foto: Leonardo Mainé
Soledad Ramírez. Foto: Leonardo Mainé

—¿Es un tema de confianza en vos misma?

—Sí, pero también soy muy indecisa y cambiante. Un día estoy cien porciento segura que la canción me encanta y al otro día dudo. Capaz que tendríamos que ir por otro lado, y me vuelvo loca. Por eso necesito a mi equipo de trabajo, me gusta mucho escuchar distintas opiniones y sensaciones, no solo de mi equipo que tiene una perspectiva musical, sino que también se lo muestro a mis amigas, a mi familia y colegas, aunque a veces me marea un poco eso, porque empezás a recibir de todo y no sé cómo volver a mí.

—Después de esa validación, hay que tomar un camino.

—Sí, es como cuando te dan a elegir entre izquierda y derecha y decis una cosa pero pensabas en la otra, me pasa eso. Como que recibís el feedback, tomas lo que te sirve y si te marea un poco tenés que volver a vos, porque quise jugármela a hacer este proyecto solista para ser yo y confiar en mí y lo que quiero decir. Entonces tengo que seguir trabajando en eso, ganar confianza en que me puedo equivocar, puedo fallar, pero todo me va a representar. Estoy apostando a tener un proyecto con el que me identifique al 100 por ciento, no solo en los aciertos, también en los errores, y me tendré que hacer cargo de ellos.

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