El jueves se estrenó en cines El duelo que protagonizan Joaquín Furriel y Eugenia “la china” Suárez. La película, filmada en diferentes locaciones de Uruguay es una comedia sobre un hombre gris cuya vida cambia radicalmente luego de conocer a una misteriosa mujer llamada Rita. El director Augusto Tejera habla del proceso de filmación de la película y lo aprendido en el rodaje.
—¿Cómo comienza este proyecto?
—Empieza por una propuesta que me acerca la productora Bourke junto con La productora Films, un guion de Luciano Leyrado y Agustín Rolandelli. Me dan el guion, me lo mastico en dos días y ahí empezamos a pensar en cómo darle vida a esta película. Rápidamente aparece el nombre de “la China Suárez” sobre la mesa, y fue el primer puntapié que disparó en pensar nombres a la altura de ella, que pudieran ser una buena dupla. Son esas casualidades que se dan porque justo Joaquín (Furriel) estaba con disponibilidad, le gustaba el guion, charlamos, pegamos buena onda y empezamos a traccionar la producción y darle vida a la película.
—Joaquín Furriel no es una persona a la que se lo asocie rápido con la comedia.
—En absoluto, pero como había visto que estaba haciendo teatro con Florencia Raggi (Ella en mi cabeza), estaba haciendo cosas de comedia, y entre los nombres me pareció que podía ser una buena alternativa. Además, en la charla que tuvimos con la China, lo primero que hablamos fue quién iba a ser el coprotagónico, le dije varios nombres y dijo: “me parece que con Joaquín estaría buenísimo porque nos conocemos y nunca trabajamos juntos”.
—¿Y Furriel estaba libre?
—Justo estaba libre ese mes de rodaje, en setiembre de 2022, y enseguida empezamos a ver cómo componer el personaje de Ernesto. Joaquín es un tipo fachero, tiene ojazos, siempre está asociado a personajes y papeles fuertes, y acá tenía que hacer un antihéroe total.
—Es el hombre más aburrido y rutinario del mundo.
—Sí, esquemático, gris, y el trabajo fue ver cómo buscarle la vuelta para amoldar al actor al personaje. Él venía de hacer un personaje en la serie El Reino, estaba muy inflado de lomo, y tratamos de cuidar que no se vieran nunca los músculos, buscar cómo componer el personaje, filmarlo y llegar a un punto que tuviera verosimilitud con las características que tenía el Ernesto de nuestro guion. Creo fue por un gran camino porque está planteada como una comedia física y era importante cómo iba a desarrollarse el personaje a lo largo de la historia. Empieza casi en una cosa tragicómica y se termina yendo a la comedia absurda, entonces ese pasaje requería que él también pudiera sorprenderse y usar su cuerpo como herramienta para generar comedia. Él es un maestro. Tiene esa facilidad para cambiar de género, de rol, y siempre está buscando. Es muy agradable trabajar con una persona que siempre está queriendo sumar.
—La película tiene a varios uruguayos en el elenco como Maxi de la Cruz, Robert Moré y Vero O'Brien. ¿Cómo fue el proceso para elegirlos para la película?
—Filmamos la película en Uruguay, y si bien el casting fue por castinera, había conocido algunos nombres porque acá también filmé El asistente (está en Star+) y ahí había visualizado varios actores uruguayos. Hay mucho talento en Uruguay, gente que viene empujando desde hace varios años, y por suerte el boom audiovisual del último tiempo ha permitido que los actores puedan tener su lugar y su protagonismo. En un punto buscaba gente que pudiera tener esta ambigüedad del humor, pero al mismo tiempo que tuvieran facilidad para la ficción.
—¿Conocías a Maxi de la Cruz?
—No, no lo conocía, y cuando le digo al productor: elegí a Maxi de la Cruz me dice: “ah, pero es superconocido”. Mejor porque lo vi en el casting y me encantó. Ninguno vino por recomendación de nadie. Todo fue por casting, y ahí quedaron ellos porque son muy talentosos. Con Vero ya había trabajado y me pareció que para la comedia era espectacular. Robert Moré fue una sorpresa porque necesitábamos alguien que hiciera de gurú, alguien que tuviera un perfil particular, una mirada rara y no aparecía el personaje, me mandaban actores y ninguno tenía eso que necesitaba. Hay un phisique du role que cae en el personaje, después si actúa mejor o peor es algo que vas viendo, pero el actor tiene que tener la impronta del personaje en su cara. Y Robert tiene una cara que cuando lo vi, al toque entró. Estoy contentísimo con el elenco.
—Los protagonistas son dos actores muy conocidos, ¿hubo divismo o algo así?
—Nunca había trabajado con la China y tuvimos varias charlas previas al rodaje. Me encontré con una profesional impresionante, muy dispuesta, siempre con buena onda y precisa para hacer lo que hay que hacer. No se enroscaba, había cero divismo. Entraba al set, hacía el trabajo, buscábamos la corrección, se corregía y chau. Funcional cien por cien. Me quedó una grata sensación porque a veces está el miedo de una persona como ella que viene a pedir cosas, o quiere cambiar cosas, y hay una tendencia de la industria a endiosar algunos personajes que en definitiva cuando estás ahí, son compañeros, estamos todos trabajando. También hay gente muy confundida y te puede tocar algún día alguien que cree que tenés que estar haciéndole el circo. por suerte no fue el caso, tuvimos una gran experiencia y ella fue muy correcta y precisa para laburar.
—¿Y cómo fue trabajar con Furriel?
—Con Joaquín tuve un aprendizaje muy grande como director. Me ha enseñado mucho, es una persona muy atenta a su personaje y su composición, pero también a la construcción grupal. Eso es algo que como director agradezco muchísimo. No solo del actor sino de los compañeros que se ponen la película al hombro de esa forma, como los técnicos. Necesito gente que quiera hacer una mejor película todo el tiempo, empujando y dando ideas, porque es de todos, no es mío. Joaquín es una persona que ha colaborado desde el guion, la dirección, actuación, arte, todo el tiempo está buscando. Eso me sorprendió para bien, me hizo hacerme preguntas que no me había hecho y eso está bueno, porque cuando uno se pregunta empieza a intelectualizar cosas que habrías dado por hecho, pero cuando te las preguntás y repensás aparecen cosas mejores. Eso hace que el proceso sea más rico y por ende, el resultado también.