Este contenido es exclusivo para nuestros suscriptores.
Cumplir medio siglo de vida no es poca cosa. Victoria Rodríguez observaba de reojo la inminente aproximación de este umbral hasta que finalmente se amigó con la idea. “Entendí que tengo que mirar para atrás y celebrar”, aseguró la conductora de Esta Boca es Mía, que ostenta entre sus méritos profesionales ser la única mujer de la televisión uruguaya que sostiene un éxito en pantalla desde hace 14 años. Pero si de motivos para celebrar se trata, Victoria logró superar el desafío que más le preocupaba años atrás: lograr ser el sostén emocional de sus hijos Delfina y Víctor como jefa de su hogar. Por logros en su vida y en su carrera es que la comunicadora recibió agradecida los 50 y lo hizo rodeada por su círculo más cercano en una celebración de gran despliegue en su propio hogar. Tras la fiesta, habló con El País y reflexionó sobre esta nueva etapa: “Ya no le rindo cuentas a nadie”.
-Hiciste un gran festejo al cumplir 50 años hace unas semanas, ¿cómo lo viviste?
-Quise estar rodeada de mi círculo afectivo, pero el real. No quería invitar gente por compromiso. Vinieron personas que formaron parte de mi historia. Me divertí mucho. Había muy linda energía y recibí mensajes divinos. Mi idea era hacer algo con menos despliegue, pero uno no cumple 50 todos los días. (El RR.PP) Diego Fonsalía me ayudó con la organización; un capo.
-¿Hay alguien que no esté con quien te hubiera gustado compartir ese momento?
-Me hubiera gustado que se animara a venir Roberto Jones, que está muy ermitaño viviendo en Punta del Este. Fue muy importante en mis inicios en la actuación. Y pensando más allá, extraño a mi abuela materna. Pero más que extrañarla en mi cumpleaños la extraño cada vez que hago una obra de teatro. Ella estaba muy vinculada a la cultura, era muy amiga de Juana De Ibarbouru. No me llegó a ver en el escenario.
-En la fiesta estaban Pilar Lacalle y Violeta Lacalle, hermana e hija del presidente respectivamente, ¿cómo es tu vínculo con ellas?
-Violeta forma parte del grupo íntimo de amigas de mi hija, son divinas. Había varias generaciones es mi cumpleaños. Con Pilar la amistad arranca en la adolescencia, que es una etapa en la que las experiencias te marcan a fuego. Uno debuta en todo en esos años, entonces no se olvida más de quién estaba ahí. Son personas que forman parte de las raíces de uno.
-¿Te impactó de alguna forma el cambio de década?
-Tuve dos semanitas de un intríngulis emocional por el impacto del cambio de década. Me vino algo así como “¡50!, ¿cómo 50?, no puede ser”. Después entendí que tengo que mirar para atrás y celebrar. La edad cronológica hace que al cuerpo le pasan cosas, pero la edad interior es distinta. La edad interior es un estado del alma que te hace verte sin edad. Y hoy internamente siento una energía mucho más vital.
-Se te ve en tu mejor momento.
-Mucha gente me dice eso y capaz que tiene que ver con ese estado interior. También es cierto que me estoy ocupando. Nunca hice nada en mi vida y ahora estoy aprovechando todos los canjes para hacer ejercicio. Será que me pegó un poco el viejazo y empecé a preocuparme por esto. Hago electrofitness dos veces por semana, y tratamientos no invasivos de radiofrecuencias y otros de esos mimos. También me operé de la vista este año. El médico me dio el argumento científico de que el ejercicio de fruncir la cara al intentar mirar y enfocar va generando un cansancio y un repliegue de entusiasmo por la vida del que uno no es consciente. Cuando uno se opera eso desaparece y siente una apertura que hace la diferencia.
-¿Cómo definirías vos el momento de tu vida en el que te encontrás con este cambio de década?
-Me siento muy bien. Estoy muy tranquila, con mucha paz y contenta. Siento que hay exámenes que dejé de dar y que ya no le rindo cuentas a nadie. Tengo una devolución de mis hijos y de mi círculo afectivo que me deja contenta. Siento que a pesar de todos mis errores posibles, vengo cosechando lindo.
-¿En otro momento sí sentías que te hacían rendir examen permanentemente?
-Todos los días salir en vivo en televisión es un examen, pero lejos de que sea un examen para medir mi capacidad o en cuanto a lo que dirá el otro, es un examen para honrar el hecho de que la gente esté mirando la tele eligiéndonos a nosotros y no esté mirando Netflix. Ya no es un examen ante mí.
-Antes lo sentías así.
-Sí, en este país uno tiene que demostrar todo el tiempo, y siendo mujer hay que demostrar cosas que a un hombre le dan por hecho.
-Vos tenías el agregado de que venías de hacer programas de contenidos frívolos.
-Es verdad, eso lo tuve que asumir y entender que me iba a llevar un tiempo. Pero no les ha pasado lo mismo a los hombres. No quiero dar nombres, pero no les pasó lo mismo a hombres que hicieron ese cambio. Lejos de ser una llorona, soy una metedora, agradecida de tener el lugar y sé que remo
-¿Alguna vez la pasaste mal con esa mochila?
-No, siempre me tuve fe.
-Pero en algún momento te desbordaste.
-Lo que me ha desbordado tuvo que ver con efectos colaterales de la exposición pública, no por el trabajo en sí. Tuve nervios, pero fueron parte de la adrenalina necesaria para funcionar.
-¿Desde lo personal cuál dirías que es tu mayor orgullo?
-Una carta de mi hija. Me la regaló ahora y dudo que en la vida pueda recibir un regalo más lindo que ese. Es muy personal. Como madre, es una bendición que una hija sienta lo que puso allí. No está el trabajo terminado, pero para mí siempre uno de los desafíos más grandes que tuve fue pensar si iba a ser capaz de ser el pilar emocional de la casa yo sola. Hay un padre presente y todo, pero la jefa de hogar en esta casa soy yo. Me preguntaba si iba a tener la solidez emocional para hacer eso. Y esta carta tiene unas devoluciones que como mamá me dan mucha tranquilidad.
-¿Tus hijos son también tu sostén emocional o evitás mostrarte vulnerable frente a ellos?
-Lo evité durante años, hasta que crecieron. La última vez o no disimulé lo suficiente o ellos se dieron cuenta. Me decían “no tenés que disimular, podés estar triste”.
-¿Fue por la separación que enfrentaste este año?
-Sí. Fue un año que tuvo cosas divinas y algunas que no tanto. La sumatoria de las “no tanto” me trajo hasta este punto en el que estoy hoy. Ese cliché de que “lo que no te mata te fortalece” es cierto. Me dejó el orgullo de reconocer mis propias fortalezas.
-¿Conociste a alguien en estos meses?
-Estoy sola y muy bien hace bastante. Estoy tranquila y amo estar en mi casa. No estoy para perder tiempo en una cena con alguien que no me interesa. A esta altura me doy cuenta rápido cuando alguien no me interesa. En un intercambio de redes me doy cuenta al toque si es inteligente, si tiene chispa, si es rápido. Y no suelo aceptar si no tengo ninguna referencia de nadie. Alguien me tiene que decir “es buen tipo, trabajador”. Y hay que escuchar a las exparejas, sobre todo de las que ellos dicen “son unas locas”. Yo con mis ex mayormente me llevo bien y hasta vinieron a mi fiesta.
-Se te ve siempre sumando nuevos desafíos en distintos rubros, sin embargo en televisión hacés el mismo programa desde hace 14 años, ¿te dan ganas de cambiar?
-Lo primero que digo es “qué suerte que el programa funciona”, estar 14 años al aire es un lograzo. A mí me encanta el formato de debate. ¿Si me gustaría hacer otra cosa en paralelo? Claro que sí. He tirado mil ideas y quedan ahí.
-¿Qué te gustaría hacer?
-Referentes, que era un ciclo muy interesante, no pudo seguir. Hay una realidad: los canales de televisión hoy están produciendo entretenimientos. Están para otra cosa. Por eso tengo un par de proyectos para otras plataformas.
-¿Independientes?
-En principio sí.
-En cuanto a Esta Boca es Mía, este año se te vio en un fuerte cruce al aire con Fernando Pereira, ¿ante qué circunstancia identificás que tenés que cruzar el límite de ser moderadora y enfrentar al entrevistado?
-Cuando advierto que se está subestimando al público o a mí. En estos casos siento que tengo el derecho de ir un poco más allá.
-Trascendió que él pidió que no estuvieran los panelistas más confrontativos ese día, ¿fue así?
-Eso a mí no me consta para nada. ¿A quién le va a tener miedo Fernando Pereira?
-En la oportunidad anterior casi abandona el programa en vivo por una discusión con Fernando Marguery.
-Sí, pero él tiene cartera para responderle a quien sea. No creo que eso sea cierto.
-¿Cómo estás viendo el rumbo del gobierno?
-El gobierno tuvo un momento de mucho acierto en equipo durante la pandemia. En el mundo Uruguay fue muy reconocido por el manejo sanitario. De un tiempo a esta parte se cometieron errores que el tiempo dirá el costo político que puedan llegar a tener. Estos personajes como Astesiano y Marset abren muchas preguntas, aunque no remiten específicamente a la gestión de este gobierno sino que es algo mucho más estructural: que existan, que surjan, que operen. Se supone que Astesiano venía operando desde antes. Aún así, han habido desaciertos en el manejo de un gobierno que se jactó de tener la transparencia como bandera. Hoy suena mucho el ruido que hace la oposición en su justa ley, pero dando una dimensión que puede no ser la real. Hay que saber medir ese ruido porque después decanta.