—Hace dos semanas se inició un nuevo ciclo en Telenoche que te tiene como una de las conductoras. ¿Cómo te has sentido estos días?

—Muy bien. El cambio de rol es claro para mí. En este tiempo yo salía al aire una vez por semanas y muchas veces ni siquiera eso. Mi trabajo era 100% periodístico. Pero más allá de eso, en la gente y dentro del canal, se generó una identificación de mí como la figura femenina del noticiero. Ahora surgió la oportunidad de sumar desde la conducción, lo que me honra y me desafía porque es un rol en el que todavía tengo mucho por aprender.

—¿Esta nueva etapa implica que estarás menos abocada a la producción de información?

—No. Ni al canal ni a mí nos interesa descuidar mi faceta de periodista. La conducción sí me permitirá otra flexibilidad. Cuando entraba al estudio de Telenoche solía hacerlo para presentar temas muy duros, lo que no permitía una sonrisa o un comentario descontracturado. La gente se compuso de mí una imagen muy seria y creo que este nuevo rol me permite, en las presentación de temas diversos, desarrollar otra faceta. Pero sigo y seguiré siendo periodista y trabajando los temas.

—En 2020, con la salida de Valeria Alonso, hubo un ofrecimiento para que te sumaras a la conducción, en ese momento con Daniel Castro. No lo aceptaste. ¿Qué cambió en Telenoche o en vos para que ahora sí te sumes como conductora?

—Yo siento que esta es una carrera de largo aliento y me gusta ir paso a paso. En aquella oportunidad, sentía que todavía no era el momento y que tenía que dar algunos pasos previos. Los informativos tienen un papel preponderante dentro de los canales y también en la audiencia y me parecía que la conducción implicaba saltearme algunas etapas. Quería hacer un camino y marcar un perfil periodístico dentro de la televisión antes que un rol de presentadora. Hoy me siento más preparada. Además, los cambios van mucho más allá de las caras en la conducción, sino que involucran a la redacción encabezada por Gonzalo Terra. Hoy tenemos una redacción sumamente joven y potente. Buscamos hacer un informativo del que estemos orgullosos.

Foto: Difusión

—La TV abierta vive momentos muy competitivos. En el caso de Telenoche, ¿cuál busca ser el diferencial?

—El desafío sigue siendo contar noticias de la mejor manera, revelar las historias que hay detrás. La noticia tiene un contexto y diferentes protagonistas. Pero más allá de eso, también hay historias que vale la pena contar. Creo que todo eso entra en un informativo y el desafío pasa por contarlo sencillo, claro y accesible para todo el mundo. Cuando llegué a la televisión, lo que más me costó fue pensar en audiovisual. Venía de trabajar ocho años en el diario El País y pensaba las noticias en términos de título de prensa, pero me faltaba calibrar la imagen.

—Hay dos críticas muy populares hacia los noticieros de TV: que son “todos iguales” y que son “muy largos”. ¿Coincidís?

—Son muy largos, sí, pero no son iguales. Más allá de una agenda que tienen todos los medios, cada uno ha ido buscando su impronta, con aciertos y errores.

—En Telenoche y en especial en Todas las voces, trabajaste con Daniel Castro. ¿Cómo definirías la relación con él?

—Súper cordial y de mucho respeto. En el último tiempo estaba muy aceitado el vínculo al aire.

—¿Te sorprendió su salida?

—Me sorprendió obviamente y esos cambios generan un sacudón en cualquier equipo. Pero también sé que en la televisión hoy estás y mañana no. No importa quién seas. En el fondo lo importante es que cada uno esté orgulloso con la carrera que va construyendo y sí, dar todo en medio en el que estás, pero teniendo claro que en TV los ciclos se terminan muchas veces de forma inesperada.

—En televisión y en especial sobre las mujeres, hay un foco muy grande en la imagen. Parece que importa más cómo lucen, qué ropa se ponen a lo que dicen. ¿Te ha pesado eso?

—Estoy acostumbrada, aunque no deja de sorprenderme. En mi caso, como he tenido un cambio físico importante, se comenta más. Pongo otro ejemplo: debido a luxación de rótula en las dos rodillas, me operaron y tengo cicatrices. No por eso dejo de usar polleras o un short. Después de alguna salida al aire, he visto discusiones en redes sociales, con más de 300 comentarios, sobre qué le pasa a mis rodillas. Pero en ese sentido, la verdad es que soy bastante de teflón.

Foto: Leo Mainé. Make up: Lucía Galán. Peinado: Marga peinados. Vestuario: Tits. Uñas: Yoa Nails. Accesorios: Vichi Bijou. Producción: Eva Schroeder

—Tu carrera ha sido un poco atípica. Los periodistas suelen especializarse en áreas de información: gobierno, Parlamento o un partido político. No es tu caso. ¿Eso es una decisión o se fue dando?

—Se fue dando. Incluso en mis tiempos en El País, siempre jugué de “libre”. Me gusta. Tiene sus ventajas y también la contra de que cuando uno trabaja en un área desarrolla temas y cultiva determinadas fuentes. De todos modos, sigo eligiendo jugar libre. Tengo mis temas preferidos. Me gustan mucho los asuntos judiciales y en especial, los casos vinculados a narcotráfico. Son mi debilidad.

—En los últimos años hubo informes y comentarios que señalaban una mayor limitación del trabajo periodístico durante el gobierno de Luis Lacalle Pou. ¿Lo sentís así?

—Cada gobierno tiene su impronta y su forma de vincularse con los medios y con los periodistas. Yo no siento que haya una afectación a la libertad de prensa ni el trabajo de los periodistas. Algunos casos particulares, como ocurrió en otras épocas, han generado debate y repercusión pero nada nuevo bajo el sol. En la información hay intereses y los periodistas buceamos entre esos intereses. Lidiar con eso es parte del oficio en este gobierno y en el anterior. Para los periodistas lo importante es ser honestos, trabajar en pos de la verdad e irse a dormir tranquilo.

—¿Has hecho pedidos de acceso a información que fueron rechazados?

—Hemos hecho algunos que se respondieron con demora. También estoy pensando en uno en particular que tiene todos los plazos vencidos. Estamos a la espera. Pero eso ha pasado muchas veces. En un caso del gobierno anterior hasta terminamos en juicio.

—Has hecho comentarios críticos hacia el gremio de periodistas (APU). ¿Qué tendría que pasar o cambiar para que integres ese sindicato?

—Fabián Cardozo (presidente de APU) comentó en una entrevista que si uno no estaba de acuerdo con la política del sindicato, lo mejor era afiliarse y votar por otro candidato. Estoy de acuerdo con él. Eso es cierto. También es cierto que uno elige qué batallas dar. En mi caso, no me he sentido identificada por APU. Cuando estábamos haciendo el libro sobre (Raúl) Sendic con Patricia Madrid, la editorial nos había dicho que si había una consecuencia jurídica del libro, las únicas responsables seríamos nosotras. Ellos no nos iban a brindar asistencia en un eventual juicio. En ese momento nosotras evaluamos afiliarnos a APU como una forma de obtener una contención. Pero la verdad es que lo analizamos y, llegado el caso, no sé si íbamos a tener ese respaldo justamente porque vimos que no se actuaba de la misma manera con todo el mundo. Ese fue el último análisis que hice sobre sobre asociarme o no.

—Muchos hablan de una “grieta” ideológica en el país que incluso salpica a los periodistas. ¿Lo sentís así?

—En Twitter hay una grieta pero no parece trasladable a la vida real. Sí creo que venimos dc una campaña electoral muy compleja y ahora se viene otra que seguramente transitará, en algún caso, por zonas poco éticas. Ser periodista en este escenario de polarización implica un desafío: las cosas se exacerban y mucha gente tiene la necesidad de etiquetar. Te etiquetan por una nota que hiciste, por un comentario, por donde trabajas y hasta por el color de ropa que usás…. Nadie se puede hacer cargo de todo esto. También en este caso hay que hacerse de teflón y andar cada uno por su camino. Yo no tengo problema en decir que participé del Carnaval de las Promesas y me encanta el Carnaval y al mismo tiempo, me gusta el surf, es un deporte que estoy aprendiendo y para eso voy a Punta del Este con asiduidad. No me parece que sean cosas que se invaliden. Que cada uno ponga la etiqueta que quiera.

Foto: Leo Mainé. Make up: Lucía Galán. Peinado: Marga peinados. Vestuario: Tits. Uñas: Yoa Nails. Accesorios: Vichi Bijou. Producción: Eva Schroeder

—Patricia Madrid comentó que ante cada elección tiene por política “no votar”. ¿Es tu caso también?

—El voto es un derecho y un deber. Lo evalúo elección a elección.

—Hacías mención a un cambio físico que tuviste en los últimos años. Claramente estás más delgada. ¿Se debe a tus salidas más frecuentes en TV?

—No, no tiene nada que ver con la televisión. Cuando estábamos haciendo el libro sobre Sendic engordé 10 kilos. No solo que la ansiedad me atacaba por ese lado, sino que prácticamente no hacía otra cosa que estar delante de la computadora y hablando por celular. Después volví a entrenar. Además, en el medio me separé y adopté la costumbre de andar mucho en bicicleta: era mi terapia. Todo eso repercutió en un cambio físico que no tenía ningún objetivo estético. Si se quiere era algo de salud y cuidar el cuerpo, más allá de que también es importante verse bien. Ahora estoy intentando dejar de fumar.

—Hace unas semanas te referiste a tu separación en PH, que se dio hace más de un año ¿por qué seguís soltera?

—No me gusta hablar mucho de mi vida personal… Quizás tiene que ver con que siempre he tenido relaciones largas. Gran parte de mi vida he estado en pareja. Ahora elijo otra cosa.

—¿Crees que tu condición de periodista y persona pública, puede complicar a la hora de entablar vínculos afectivos?

—No para nada. Yo hablé de esto en PH porque me parecía interesante dar testimonio de que no está bueno sostener familias de “portarretrato”. Yo estuve 11 años con mi última pareja, nos casamos, compramos una casa y en esos años fui tremendamente feliz. Simplemente se terminó el amor de pareja. Sigue habiendo un cariño enorme entre nosotros: nos hablamos y llevamos fantástico. Creo que las nuevas generaciones están dando pasos en este sentido de no mantener las cosas de manera forzada y cursar el duelo y la frustración de la mejor manera posible. Creo que la separación del presidente es una señal en ese sentido. En el pasado era impensado que un presidente en funciones se separe, por más que su familia o su pareja no funcionaran. Los jóvenes se van despojando de esas mochilas y eso está bueno. En el fondo se trata de ser felices y es mejor separarse a ser infiel.