Redacción El País.
La periodista de Así nos va y Telenoche, Viviana Ruggiero, acaba de volver de un viaje en el que cruzó el mundo o varios mundos: estuvo en la capital japonesa de Tokio para un evento que mostró la tecnología de punta en materia de movilidad y unos días después, se trasladó a Perú, donde surfeó con amigos, caminó por Machu Picchu y se alojó en comunidades que viven con lo justo (y con menos) en islas del lago Titicaca.
“Fue un viaje muy movilizante”, asegura la comunicadora, recién llegada a Montevideo. Empezó con la invitación que le extendió Nissan para asistir al Movility Show en Tokio, donde la industria automovilística, muy fuerte en Japón, presentó las novedades tecnológicas. “Me impactó mucho y vi tecnología que seguramente nunca vea aquí en Uruguay”, asegura.
“Conocer Tokio era un sueño”, complementa. Visitó el cruce más concurrido del mundo en la populosa ciudad y también sitios culturales e históricos. “Fue un viaje al futuro porque es una ciudad muy vanguardista tecnológicamente pero al mismo tiempo conserva muchas cosas de su historia y su cultura que me atraparon”.
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En la comparativa de precios, la capital japonesa es de las ciudades más caras del mundo pero Ruggiero, al provenir de Uruguay, no sintió tanta diferencia. Le sorprendió el orden y la limpieza a pesar de tratarse de una de las ciudades más densas del mundo. “Me encantó la gastronomía, los diferentes tipos de sushi. Aprendí a comer con palitos”.
Luego de cinco días en Japón, la periodista volvió a cruzar el planeta para aterrizar en Perú, donde comenzó un segundo viaje, esta vez asociado a sus vacaciones. Hizo surf en Mancora y recorrió con amigas Machu Picchu. También participaron de un “despacho andino”, una ceremonia de tradición inca de conexión con la tierra.
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En un momento de apertura mística para Ruggiero, el recorrido también fue muy importante para el espíritu.
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En solitario continuó el viaje por el lago Titicaca, que navegó y visitó algunas de sus islas. “Es uno de los chakras de la Tierra, por lo que me interesaba mucho desde el punto de vista energético”, dice.
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“Hubo momentos para parar las rotativas y encontrarse con uno mismo y convivir con otras formas de vida”, añade. Ruggiero convivió con algunas comunidades autóctonas que viven con lo mínimo o con menos: sin internet y con lo básico en materia de confort. “Fue un desafío y una experiencia tan alejada a nuestra realidad cotidiana”.