El productor televisivo y teatral más encumbrado de la región abre las puertas de su casa en Punta del Este, donde tiene residencia permanente. Se acomoda en el sillón de su living con vista al mar y rodeado de portarretratos familiares y da rienda suelta a la inconfundible voz rasposa que marcó el rumbo a seguir en Telefé durante la década del 90.
Gustavo Yankelevich relata varias historias hasta el momento desconocidas que lo tuvieron por protagonista en aquellos años como director artístico del canal líder de la televisión argentina y que son dignas de un libro, aunque advierte que no lo quiere escribir. Al no tener previsto registrar sus memorias es que cobra más valor cada anécdota detrás de este período neurálgico en la historia de la televisión, como cuando quedó en el medio de una disputa entre Susana Giménez y Marcelo Tinelli por el horario de sus programas o la vez que Natalia Oreiro le pidió que borre por completo una novela para la que ya habían grabado 20 capítulos.
Hoy, el hombre que es sinónimo de televisión se alejó de la producción pero no de la industria: sigue atentamente los rating y le seduce la idea de estar en un lugar de toma de decisión en la pantalla uruguaya. Mientras, su pasión por producir la vuelca en el teatro y trae varios de sus grandes espectáculos a Punta del Este. La última novedad es la obra Mi querido presidente, con Maxi de la Cruz y Miguel Ángel Solá, que estrena en Enjoy Punta del Este el próximo 21 de junio. "La gente me agradece tener un programa para hacer durante el invierno", señala.
-¿Por qué elegiste la obra Mi querido presidente para presentar este invierno en Enjoy Punta del Este?
-Es una obra que leí hace tres años, me encantó, la compré y la guardé. La tenía en la cabeza y me di cuenta de que era el momento de hacerla. Me habían hablado muy bien de Maxi (De la Cruz) como comediante y como persona. Lo conocí a través de su mánager Diego Sorondo y me pareció una buena oportunidad para trabajar juntos porque la obra tiene un personaje que le queda fantástico. Hace de un presidente recién electo que tiene que dar un discurso pero tiene un tic, por lo que recurre a un psiquiatra interpretado por Miguel Ángel Solá.
-¿Qué evaluás de una figura a la hora de convocarla?
-Me gusta trabajar con gente con la que me siento cómodo y que sabe defender el producto arriba del escenario. Acá estoy trabajando con dos actores con los que nunca había trabajado. Miguel tiene una trayectoria tremenda y Maxi también. El otro día me llamó Susana (Giménez) para preguntarme cuándo estrenamos porque no se lo quiere perder. Me dijo que vio a Maxi en Los 39 Escalones y le encantó. Susana trabajó con mucha gente y sin embargo detectó el talento de Maxi. Me llegan muchos comentarios así. Cuando lo vi en el ensayo no necesité nada más. Estoy muy contento, y trabajar con Miguel Ángel Solá es un lujo.
-¿Lográs mantener siempre esa alegría o hay momentos de estrés en los que te preguntás para qué te metiste a hacer teatro?
-Muchas veces lo pienso. Me meto, me meto, me meto y después digo “para qué“. Es como cuando te peleás a la salida de un partido de fútbol y se te viene la patota encima y uno dice “vengan de a uno”. A mí me caen cinco o seis Whatsapp a la vez y pido lo mismo. Llama el de arte, el de la promoción, el de la radio. Si más o menos me dan un tiempo está fenómeno, pero cuando vienen todos a la vez pienso “qué carajo estoy haciendo” (risas).
-¿Cuál es la principal motivación de producir teatro en invierno en Punta del Este teniendo en cuenta el riesgo que implica?
-Corrí muchos riesgos en mi vida y este no es uno de ellos. Este es un gusto que me doy. Cuando vino Susana en invierno y al otro año vino Suar la gente me decía “gracias en nombre del Uruguay” porque había un programa para hacer en invierno. Venían de todas partes del país. En este caso Maxi es un tipo muy querido de la casa y junto a un actor con la trayectoria de Solá conforman una dupla que seguramente va a llamar la atención.
-¿Cómo es para vos vivir en Punta del Este durante el invierno?
-(Risas) Todo tiene su encanto. Cuando decidí venir acá sabía que había cuatro estaciones. Hoy salí a correr a la playa, por ejemplo. Lo que complica es cuando hay viento. Así como hay momentos de clima fantásticos hay otros que no son tan acogedores, pero se banca bien. A mí me gusta Punta del Este y no es de careta. Es la verdad, sino no hubiera venido.
-¿Cuál es tu visión sobre el nuevo ecosistema de medios, con plataformas emergentes que se vuelven una alternativa a la televisión tradicional?
-Los canales de aire tienen larga vida. A fines de los 80 el director de un canal de cable me dijo que en cinco años los de aire se iban a terminar por la velocidad que tenía la penetración del cable. Pasaron 38 años de eso y la penetración del cable en Argentina es de 40%, la mayor de América Latina. Sin embargo, no mató a los canales de aire. Yo creo que los canales de aire no van a morir nunca.
-Los canales de aire sobrevivieron pero no son los de aquel momento: tienen menos presupuesto, menos audiencia y ya no tienen ficción.
-Todo tiene que ver con la economía. En aquellos años había plata entonces se podían producir ficciones y traer a las grandes figuras. Me acuerdo que un día se incendió Telefé y montamos un estudio en el Cenard, que es el centro en el que entrenan los deportistas para ir a los Juegos Olímpicos. Ahí recibimos a Luis Miguel y a los Guns N’ Roses. A medida que se deteriora la economía de un país también se deterioran otras industrias como la de la televisión.
-Un detractor podría decirte entonces que era fácil producir en los 90 porque había mucho dinero.
-No es que era más fácil. Había recursos, pero yo no me inicié en el 90. A mí me eligieron y me contrataron porque venía produciendo desde hacía 21 años. Y en ese entonces me basaba en el famoso “lo atamo’ con alambre”, pero salíamos y teníamos éxito. Hice un programa que fue un antes y un después en la TV que fue Mesa de Noticias, y no era en la época dorada económicamente. Lo hacíamos todo con pasión, creatividad y ganas. Era fantástico trabajar en aquel equipo con Juan Carlos Mesa. Y por otro lado en los 90 el tema económico era favorable a todos los canales y sin embargo había uno solo que lideraba.
-¿Cómo era administrar los egos de figuras tan fuertes como las que convivieron en Telefé durante los 90?
-En todos estos años me han pedido que cuente lo que me preguntás pero en un libro. Nunca lo escribí ni lo quiero hablar para que alguien lo escriba. Me dicen que después la memoria se me va a ir, pero no me importa. Si contesto esa pregunta con la verdad mañana aparezco en todos lados con un quilombo de la gran puta y a esta altura no tengo ganas (risas).
-Hubo algunas historias que trascendieron públicamente, como la vez que Tinelli debutó en marzo y vos le diste el horario que era de Susana mientras ella terminaba sus vacaciones, pero cuando volvió él no quería volver a su horario original.
-Fue así: Marcelo tenía que entrar al aire en marzo o abril y Susana no entraba hasta junio. El horario de Susana era el de las 8 y el de Marcelo era el de las 9. Le dije a Marcelo que a las 9 había crecido un programa en la competencia y que al principio fuera a las 8. Él no quería pero le dije que era para cuidarlo, que entrara a las 8 y que cuando volviera Susana él volvía a empezar a las 9 con el piso que le dejaba ella. Al final me dijo que sí y le dije “lo único que te pido es que cuando vuelva Susana vayas a las 9 como antes”. Me acuerdo que le dije “mirame a los ojos y dame tu palabra”. Nos miramos a los ojos y me dio la mano. Marcelo fue a las 8 y la rompió. Cuando volvió Susana lo llamé a Marcelo y me dijo “no, dejame a las 8 y que vaya Susana a las 9”. Le dije que habíamos quedado en que él volvía a las 9, “además vos ahora estás fuerte, Susana te va a dejar un buen piso”. Me insistió para quedarse y le recordé que nos habíamos mirado a los ojos y dado la mano. Me respondió “sí, pero eso fue para ese momento”. ¿Y a mí para qué me sirve la palabra si solo vale para ese momento? (Risas) Después de dos semanas en las que no la pasé bien él aceptó volver a su horario. Me acuerdo que me hizo una apuesta importante: si él medía más rating con el cambio de horario ganaba yo y si medía menos ganaba él. Al final pasó de medir 25 puntos a 32 y le gané. Me agradeció porque ese año tuvo más sponsors y pudo facturar más.
-¿Cuál fue tu rol en la llegada de Natalia Oreiro a Telefé, cuando hizo Muñeca Brava que se volvió una de las ficciones más vendidas de la historia y la catapultó a ella como figura?
-Ella estaba en Canal 9 haciendo Ricos y Famosos. Tenía menos de 20 años. Su representante era Alejandro Sáez Valiente y un día me dijo “usted tendría que tener a Natalia Oreiro, es para Telefé“. Yo no sabía quién era. Me mostró un video y me dijo que tenía que pegar el salto y que tenía que ser de mi mano. Un día vino a una entrevista, me pareció que tenía ángel y le dije que teníamos que armar algo. Llegamos a hacer un programa que nunca salió. Cuando decidí terminar ese proyecto ya llevaba invertidos dos millones de dólares. Lo borré porque ella me lo pidió. Era tan malo que me pidió por favor que nunca saliera en ningún lado. Estaban Leonardo Sbaraglia y Norman Briski, pero el programa era una cosa rara de un autor que me había traído la idea de Naranja y media y había sido un éxito tremendo pero esta vez no sé para dónde se le disparó. Ya estaban hechos los decorados, la música, los vestuarios y 20 capítulos. Nunca nadie vio eso. Ella quedó con mucha amargura y decepción porque había llegado a Telefé donde todos eran éxitos y lo de ella estaba hundido. Así que agarré para otro lado, llamé a un número uno de las novelas que era Raúl Lecouna y apareció Muñeca Brava. Dije “esta sí“. El canal lo recuperó con creces porque fue la novela más vendida de la historia y ella dio el salto que necesitaba para ser una figura.
-¿Mirás televisión uruguaya?
-Sí. Lo que más me gusta es que ya no son canales que tienen tanta dependencia de la televisión argentina. Me gusta que produzcan, que le den la oportunidad a su gente y hagan programas como La Máscara, Masterchef, La Voz. Sigo los rating y veo que funcionan muy bien, como también los tres noticieros centrales.
-¿Te gustaría producir televisión en Uruguay?
-No, yo ya no quiero producir. Ir a tal locación y pensar en un equipo son cosas que ya las hice por mucho tiempo. Lo cambié por el teatro que es hoy lo que más me gusta y entretiene. La gente va, las obras son un éxito y uno siente que sigue en carrera. Lo que sí sigue siendo parte de mi vida es sentarme a hablar en un canal con gente que quiere producir y decir cómo veo las cosas.
-¿Te imaginás en un lugar de toma de decisión en un canal uruguayo?
-Sí, me gustaría. No es porque tenga la verdad. Una vez el publicista Carlos David Ratto me dijo que había tres verdades, “la tuya, la mía y la verdad”. Yo le decía que está todo bien con que haya tres verdades, pero yo estaba más cerca de la verdad que los otros (risas).
-Estuvo hace poco tiempo Cris Morena en Montevideo grabando Margarita, la secuela de Floricienta, ¿hablaron de este proyecto teniendo en cuenta que vos estás viviendo en Uruguay?
-No, ella no lo necesita. Está respaldada en mi hijo Tomás. Tengo alguna conversación, charlo y pregunto, pero no me meto. Además eligieron una muy buena productora como Cimarrón. Lo veo como una producción uruguaya, lo hicieron en locaciones de acá así que para mí es un programa local.
-Floricienta también era una producción tuya, ¿desde ese lugar no hiciste un aporte?
-Floricienta fue una idea de Cris. En ese momento éramos socios, por eso éramos coproductores. Pero cuando tuvimos nuestra separación comercial había un paquete de programas encabezado por Floricienta y otro por Chiquititas y yo le di a elegir a ella cuál quería. Yo sabía que iba a preferir Floricienta y así fue. Chiquititas está muy fuerte en Brasil y seguramente hagamos algo con eso allá.
-En los últimos años llevaste a escena la obra de Casados con Hijos, ¿habrá posibilidades de verla en Punta del Este?
-Es muy difícil. Fue solo para ese momento y en Argentina. Me encantaría y lo hablé con Guillermo (Francella) para traerlo. El tema fue que Luisana (Lopilato) no podía estar y sin ella ni Érica (Rivas) la obra se empezaba a desmoronar. Guillermo dijo que no tenía mucho sentido y tenía razón. Si hubiera estado Luisana, creo que hubiéramos venido a Punta del Este, pero ella tiene muchos compromisos, entre películas, hijos chicos y acompañar al marido en las giras. Así que quedó ahí. Igualmente siempre tengo las expectativas de traer las mejores producciones a Punta del Este.
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