Redacción El País.
Roberto Galán fue un icónico presentador de televisión y locutor argentino, reconocido por su estilo carismático y su inconfundible voz. Nacido en 1917 y fallecido en 2000, dejó una marca imborrable en la televisión argentina, especialmente con su programa Yo me quiero casar, ¿y usted?, donde ayudaba a unir parejas en matrimonio.
El programa iba por Canal 11 (hoy Telefé) y en los años ‘90 fue transmitido por Canal 4 en las tardes de la programación.
La dinámica del programa presentaba entre seis u ocho participantes por programas con intenciones de formar una pareja. Con preguntas y juegos, se iban develando las preferencias y la apariencia de hombres y mujeres.
Cuando el histórico conductor, en el último bloque del programa, espetaba la anhelada frase “se ha formado una pareja”, los participantes y la audiencia, se estremecían ante la posibilidad del nacimiento de una nueva relación. Si la aspiración de la mayoría de los concursantes era conformar una pareja, la instancia final era el casorio y la fiesta con todos los gastos pagados por el canal.

El programa dejó huella en el imaginario colectivo argentino pero su éxito fue fluctuante. Yo me quiero casar, ¿y usted? nació en 1971 en la pantalla del antiguo Canal 11 -hoy Telefé-, propiedad de Héctor Ricardo García, y, a través de los años, salió al aire por Teledos -también de García- y por Canal 9 Libertad -la recordada señal de Alejandro Romay. A fines de los noventa, el ciclo tuvo un paso final por América.
Los tiempos ya habían cambiado y los solos y solas contaban con otras posibilidades al alcance de la mano.
Si algo caracterizó siempre a los programas de Galán fue la participación de personas “comunes”. La idea era que el televidente sintiese cercanía y empatía por quien estaba frente a cámaras: “Puedo ser yo”. Algo así como un aspiracional con marketing y estudio de mercado nacional y popular. Al programa asistían, en general, personas de mediana edad para arriba con una amplia mayoría de adultos mayores. Desde ya, acorde a los tiempos que corrían y al público familiar al que iba dirigida la creación de Galán, todo se desarrollaba bajo una lógica heterosexual y con muy poca osadía en las confesiones. Aunque el conductor apelaba a cierta picardía, jamás los aspirantes confesaban intimidades atrevidas vinculadas a la sexualidad. Todo era más idílico y romántico.
A pesar de los recaudos, alguna vez la producción y el propio Galán fueron engañados en su buena fe y terminaron uniendo a una pareja ya formada de antemano. El colmo del incordio se dio cuando todos se dieron cuenta de que se trataba de delincuentes que terminaron frente a la policía.Yo me quiero casar... terminó en 1999, un año antes de la muerte de Galán. El comunicador fue un pionero en el formato de programas de citas en Argentina y un referente del entretenimiento familiar. Su legado sigue vivo en la memoria de quienes crecieron viendo su particular manera de celebrar el amor y la unión de las personas.
