Melanie Shulman/La Nación GDA
Existen incontables alternativas culinarias para quienes busquen una alimentación sana sin tener que pasarse horas cocinando. Dentro de ese universo, hay un producto en específico que no contiene gluten y fácilmente se puede combinar tanto con alimentos dulces como salados. Esa comida es la avena, un cereal lleno de propiedades que permite saciar el hambre de manera saludable.
La nutricionista Silvina Tasat explica que su característica principal es que es un grano entero que conserva sus tres partes intactas y mantiene su composición nutrimental. “El copo se divide en: endospermo, donde se encuentran los hidratos de carbono conocidos como beta-glucano; germen, donde crece y se localizan las grasas poliinsaturadas, los aceites, los antioxidantes, las vitaminas del grupo E y B y el zinc; y salvado, que corresponde a la parte de afuera y contiene fibras prebióticas”, comenta la nutricionista y explica que la particularidad de estas fibras es que son solubles, en otras palabras, que el organismo las puede absorber y digerir de manera fácil.
Frente a este sinfín de cualidades que posicionan a la avena como un superalimento de gran valor nutricional, una publicación de la Universidad de Harvard en su revista Harvard Health Publishing menciona que los principales beneficios tienen que ver con su impacto en el sistema gastrointestinal debido a que las fibras regulan el aparato digestivo y brinda saciedad.
“Su función más importante es la de estabilizar la salud del colon y del intestino porque permite que los hidratos de carbono se digieran de manera lenta. A su vez, sus componentes ayudan a regular la glucosa y el colesterol en sangre y, como es un alimento que llena y saca la sensación de hambre, la persona no tiene la necesidad de seguir comiendo”, explica Tasat.
Cómo consumir avena
Este alimento viene en distintos formatos y tiene una variedad de usos: por un lado está la avena tradicional, que necesita cocción y por otro la instantánea que tiene granos más grandes que ya vienen con un proceso de precocción. La harina y el salvado de avena se utilizan en panificados.
Por su parte, Tasat recomienda comer una ración de entre 20 y 30 gramos diarios de la manera que cada uno prefiera. “Se puede usar en budines, pancakes, incluso como pudding con fruta”, resalta la profesional.
La avena proviene de una planta de la familia de las gramíneas y su historia es un tanto desconocida e incierta. Se estima que corresponde a uno de los cultivos más antiguos y que se originó en la zona de Asia Central. Por aquel entonces, se la apodaba como una “hierba mala”, ya que su consumo era mal visto en tanto que nació como una variante del trigo y la cebada. No obstante, con el correr de los años, desembarcó en el Viejo Continente y fue el alimento principal en Irlanda y Escocia.
A la hora de incorporar la avena en la dieta hay que tener en cuenta una serie de precauciones. Tasat aclara que, aunque se trata de un alimento libre de gluten, durante el proceso de industrialización, puede correr riesgo de sufrir contaminación cruzada. Por lo tanto, no es segura para todos aquellos que son celíacos o intolerantes al T.A.C.C. “En algunos países europeos, se adoptó una modalidad para que todos la puedan disfrutar: hay campos certificados únicamente para su cultivo. De esta manera, el consumidor se queda tranquilo de que no afectará su salud”, cuenta la especialista.
Por otro lado, explica que más allá de que se trata de un producto saludable y orgánico, debe ser consumido en el contexto de una alimentación saludable y equilibrada, “donde se incorporen la mayor cantidad de minerales, vitaminas y nutrientes”. sostiene la especialista y remata: “degustar un alimento sano y luego ultraprocesados, no generará beneficios positivos en el organismo”.