Todo empezó tras mudarse a la costa uruguaya. Montevideo, con su ruido y su cemento, ya le resultaba pesada. Ella, que creció en el campo, en un Tacuarembó profundo donde no llegaba la luz eléctrica ni el agua por cañería —aunque nunca le faltó el contacto con la naturaleza— deseaba volver a reconectarse con la tierra. Así, se fue a Las Flores y en el balneario fernandino, durante caminatas donde limpiaba la playa, encontró la nueva materia prima de sus obras.
Ella es Cecilia Mattos (65 años), artista con cuatro décadas de trayectoria, más de 40 muestras individuales en Uruguay y el exterior, y autora de obras que se encuentran en colecciones públicas y privadas alrededor del mundo. En su nuevo hogar, allá por el 2017, resolvió dar otra vida a los residuos que aparecían por el camino.
“Me encantan las acuarelas, pero un artista siempre está atravesado por su geografía y cuando llegué a Las Flores me empezaron a llamar la atención los colores de las cosas que iba encontrando. Dije ‘acá hay algo’”, cuenta a Domingo sobre su encuentro con el plástico. “Colectaba, lavaba y llevaba a mi casa hasta que en un momento tenía una montaña de basura”, recuerda.
Empezó, entonces, un trabajo de clasificación de lo que encontró y durante siete años experimentó con este material. Cortó, pegó, quemó, pintó arriba y hasta encontró una nueva técnica: el mosaico en plástico. “Fueron muchas horas de probar cosas. Me terminó fascinando y de repente encontré el lenguaje apropiado para ese material”, detalla.
Así fue como cientos de bolsas, tapitas, globos y envases de los más variados, fueron transformándose en su lienzo. Pero, la artista advierte, no se trata de cualquier lienzo. “No es una tela que uno tape, sino que ese plástico está diciendo muchísimo”, afirma.
Además, ¿cuándo la basura se convierte en arte?, ¿cuál es el límite que cambia todo?, fueron algunas de las preguntas que se hizo en ese recorrido.
“El plástico es un material que mucha gente rechaza. Es como el compost, porque en un determinado momento es un espanto, pero después, cuando está pronto, es una tierra fresca, muy rica y llena de propiedades”, compara.
“Para mí se trata de eso. Si yo puedo transformar esa basura en arte, en belleza, en algo que ilumine de alguna forma, para mí todo es posible, esa es mi filosofía. Cada obra es una búsqueda. Y siempre se termina notando cuando trabajás desde adentro y no desde la superficie”, dice la artista.
Mattos vive a una cuadra de la playa y durante estos años los residuos encontrados en la orilla de su nuevo hogar le fueron despertando profundas reflexiones. Algunas sobre nuestro consumo desenfrenado, otras sobre lo descartable en nuestra sociedad —en un sentido amplio de este concepto— y finalmente otras sobre nuestro sentido (o la falta de él) de cuidado con el planeta.
“Para mí hay toda una cuestión del tema deseo, de acumular, que muchas veces responde a una falta interna, de tener cosas. Un desquite de emociones”, introduce. “Y tenemos que hacernos cargo porque es toda una forma de producción en la que estamos metidos. Sabemos que compramos demasiado”, añade.
“Por otro lado, hay muchas personas que no entran en el sistema productivo y de alguna manera son tratadas como desechos: personas en situación de calle, con alguna discapacidad o enfermedad mental por ejemplo. Crear con cosas que otras personas descartaron, para mí es nombrar todo ese tipo de cosas también. Yo tuve una hermana autista, entonces viví muy de cerca eso de ser diferente en esta sociedad y la soledad que genera. La basura está metida en ese tema”, considera.
Es así, con todo este marco ético, político y emocional que, al detenerse y profundizar la mirada sobre la obra de Mattos, es posible ver nuevas camadas de significantes.
“Hay gente que llega y dice ‘es una muestra de reciclaje’, y yo digo ‘mirá que no es eso tampoco’. Tiene que ver sí, pero mi idea es pensar más profundo. La contaminación no es solo material. Es en cómo convivimos en sociedad, en cómo nos tratamos. Capaz que la capa que ves es eso, una exposición sobre material reciclado, pero hay un núcleo que tiene que ver mucho con la valoración y la desvalorización”, subraya.
La artista reunió todas estas cuestiones y ese llamado a la reflexión en una muestra que no tiene nombre —para que cada uno pueda bautizarla como quiera— que se estrenó el 31 de mayo en la Sala Nicolás Loureiro del teatro El Galpón y estará hasta el 20 de julio. Se puede visitar de lunes a viernes de 10.00 a 20.30, sábado de 10.00 a 13.00 y de 18.00 a 22.00 y domingo de 17.00 a 20.00.
“Para mí estas obras tienen que ver con mostrar algo que está pasando, pero también tiene que ver con preguntarnos ‘dónde estoy involucrada yo?, ‘¿qué parte mía es la que está ahí?’, porque no estamos en una isla, somos parte de una sociedad, y en definitiva tenemos que abrazar el problema y no dejarlo de lado”, contextualiza sobre las más de 24 piezas expuestas.
Por ejemplo el mosaico de un gato, hecho en plástico duro sobre una lona negra, impresiona por los detalles y evidencia el minucioso trabajo de Mattos. O aún el lienzo plástico, que algún día fue transparente y hoy se ve amarillento con la frase “mi padre no creía en la ecología ni en el cambio climático”, cuenta una historia e invita a pensar.
Mattos pretende seguir trabajando con materiales encontrados en la playa* y ya se encuentra elaborando nuevas obras con ese horizonte. “Cuando hay una tormenta, al otro día ya estoy en la playa para ver qué me trajo el mar”, dice quien ya ha encontrado objetos curiosos como más de 20 desodorantes de una sola vez, muchas piezas de legos, globos y artículos de cotillón de los más diversos formatos y colores.
“La mayoría de los envases que encuentro son productos de limpieza y embellecimiento. Y me parece una contradicción. Cómo nos miramos a nosotros todo el tiempo y no al otro. Y, claro, ese otro puede ser otra persona, pero también el medio ambiente”, remata.
*Según datos de la Intendencia de Montevideo, sólo en 2023 se retiraron 5.000 toneladas de residuos de las playas de la capital. Domingo intentó acceder a los datos que corresponden a la cantidad de basura colectada en la costa de Maldonado, sin éxito.