En su casa de Sarandí de Navarro —una localidad de Río Negro donde viven alrededor de 200 personas—, Iris Cardozo lava, corta y cose bolsas de nylon para transformarlas en materas, fundas y otros accesorios. Trabaja para Mare Sustentable, una empresa que reutiliza residuos de la industria agropecuaria y genera fuentes de trabajo para mujeres en situación de vulnerabilidad económica o social. “Es lindo saber que una puede reciclar algo que, de otro modo, acabaría tirado, contaminando al medioambiente”, expresó Iris en diálogo con El País.
Mare Sustentable nació en la pandemia de Covid-19. Su creadora, Andrea Ramagli, se había asentado en el campo junto a su esposo e hijos durante una temporada, y allí descubrió materiales perfectamente reciclables. Primero fueron los bolsones de plastillera, donde viene el fertilizante, y luego las silobolsas, esos largos cilindros de nylon donde se guarda la ración para los animales. “Cuando vi cómo quedaba después de su uso, que es prácticamente nuevo, dije con esto hay que hacer algo”, contó a El País.
Al día de hoy, la empresa ha transformado más de 18.900 metros cuadrados de silobolsa en productos y ha generado más de 35 fuentes de empleo en San José, Colonia, Florida, Maldonado, Montevideo, Río Negro y Tacuarembó.
![Iris, Sarandí de Navarro](https://imgs.elpais.com.uy/dims4/default/0b65e33/2147483647/strip/true/crop/3024x1897+0+0/resize/1440x903!/quality/90/?url=https%3A%2F%2Fel-pais-uruguay-production-web.s3.us-east-1.amazonaws.com%2Fbrightspot%2F51%2F7d%2F9c5cfc084d289f4f0058c4892b74%2Fmare-1-iris-sarandi-de-navarro.jpg)
Una empresa de triple impacto
Marisol Errecarte es otra mujer que trabaja para Mare Sustentable. Ella está en Nueva Helvecia, Colonia, y contó que antes no se dedicaba a la costura, pero aprendió y creció económicamente. Además, es madre de dos niñas, y esta propuesta le permitió generar ingresos sin tener que salir de su casa, “trabajando tranquila y atendiendo el hogar”.
También está Susy Meireles, de Young, Río Negro, que ha llegado a tener pedidos de hasta 500 artículos. Consigue las silobolsas en el campo; a veces, las recoge ella misma, y otras se las alcanzan a la casa. “Puede pasar que me llamen dos o tres personas diciendo que tienen nylon y yo tenga que decirles que esperen porque no tengo más espacio en casa”, contó, y agregó: “Tengo que traer a medida que lavo, corto y uso”.
“Hay un montón de mujeres en el medio rural que no tienen fácil acceso a fuentes de empleo y con esto encuentran una salida laboral. Ahí es donde surge el triple impacto: medioambiental, social y económico”, explicó Ramagli, la creadora del proyecto.
![Marisol Errecarte de Nueva Helvecia](https://imgs.elpais.com.uy/dims4/default/cb103d6/2147483647/strip/true/crop/3024x1825+0+0/resize/1440x869!/quality/90/?url=https%3A%2F%2Fel-pais-uruguay-production-web.s3.us-east-1.amazonaws.com%2Fbrightspot%2F7b%2F9e%2F2bc6c1814340806c6cea59fe98a8%2Fmare-5-marisol-de-nueva-helvecia.jpg)
Su producto principal son bolsos de distintos tamaños —de mano, para la playa, para el supermercado—, pero también hacen neceseres, loncheras, fundas para laptops, sombrillas, riñoneras y materas. Su fuerte es la venta corporativa: regalos empresariales o bolsas para eventos, que se personalizan con el logo del cliente.
Lavar, cortar y coser, un artículo a la vez, es el trabajo de costureras como Iris, Marisol y Susy, que ahora tienen máquinas de coser industriales gracias a Mare Sustentable. La empresa les manda el material extra, como cintas y etiquetas, según cada pedido. Iris produce junto a Elsa Correa y ahora ambas trabajan en la creación de 300 materas. “Todo el mes estamos produciendo”, sostuvo.
Tanto Susy como Iris y Elsa tenían experiencia cosiendo, pero siempre con tela, no con nylon. Al respecto, Ramagli explicó: “Coser plástico no es igual a coser tela. Al principio se resbalaba bastante, hasta que dimos con un pie especial para la máquina, que es de teflón. Y además, la práctica: nuestras costureras ya lo manejan de taco”.
Otro desafío fue el estado en el que llegaba el material, señaló, y añadió que hoy, en general, “los productores rurales tienen más cuidado; lo usan, lo sacan y lo doblan enseguida. Ya no está tan sucio como antes, que venía con material podrido y era muy difícil limpiarlo para confeccionar”.
![Susy, Young, Río Negro](https://imgs.elpais.com.uy/dims4/default/79ef861/2147483647/strip/true/crop/3024x2415+0+0/resize/1440x1150!/quality/90/?url=https%3A%2F%2Fel-pais-uruguay-production-web.s3.us-east-1.amazonaws.com%2Fbrightspot%2F97%2Ff3%2Ff62b97c4454599da09f9159d3442%2Fmare-2-susy-young-rio-negro.jpg)
El valor del reciclaje
Normalmente, las silobolsas acaban dispersas en el campo, enterradas o quemadas —indicó Ramagli—, impactando negativamente en el medioambiente. En este sentido, Mare Sustentable surge como una alternativa sostenible que le da una segunda vida al plástico y crea productos impermeables, con protección UV, fáciles de limpiar y personalizables.
El año pasado, la empresa ganó el Premio Nacional de Ambiente en la categoría de pequeñas y medianas empresas. “Fue una caricia al alma sentir que nuestro trabajo aporta valor al país”, destacó su fundadora, y contó que, además, esto les dio visibilidad y les abrió puertas para hacer negocios con más empresas. Al día de hoy, han trabajado con más de 60 organizaciones.
También han sido nombrados como caso de éxito en la publicación Diseñá tu modelo de negocio de impacto del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Kolibrí y 3Vectores, y fueron seleccionados por el Fondo Kenn S George en 2021 y por el Fondo Oportunidades Circulares de la Agencia Nacional de Desarrollo en 2022.
Un desafío importante tiene que ver con hacer valer estos premios y reconocimientos. “Por más que no compremos el material, el proceso de producción implica todo un movimiento y un trabajo a mano, y el costo no puede competir con bolsas importadas o de cartón”, dijo Ramagli. Lo que juega ahí es “el interés de la empresa de pasarse a la sostenibilidad y apoyar un emprendimiento de triple impacto”, sostuvo. Y agregó: “Por suerte, cada vez son más las empresas comprometidas que buscan comprar productos con un impacto positivo”.
Productos sostenibles que unen mar y campo
El nombre ‘Mare’ es, en primer lugar, un guiño a las iniciales de su fundadora: María Andrea Ramagli Espósito. Además, significa ‘mar’ en italiano, y muchos de sus productos están vinculados al agua, como los accesorios de surf y los bolsos para la playa.
“Es una forma de vincular el campo con el mar”, sostuvo Ramagli, teniendo en cuenta, a su vez, que el plástico afecta a los océanos y el emprendimiento, justamente, trabaja con plástico reciclado.
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