AFP
Ataviados con trajes de neopreno, tres investigadores se disponen a sumergirse en las cristalinas aguas de Chipre para instalar corales en un vivero flotante, una iniciativa pionera en el mar Mediterráneo que busca mitigar los efectos del cambio climático y el exceso de turismo.
Frente a las costas de Ayia Napa, en el sureste de la isla, estos chipriotas pegan fragmentos de una especie local de coral, conservados durante varias semanas por el Departamento de Pesca e Investigación Marina de Chipre (DFMR), sobre pequeños palos numerados.
Minutos después y a cinco metros de profundidad, los científicos enganchan estos palos a la red del vivero submarino, cerca de Cabo Greco.
El doctor Louis Hadjioannou, investigador asociado del Instituto Marino y Marítimo de Chipre (CMMI) y responsable de la investigación sobre la "Cladocora caespitosa", explica que esta especie de coral del Mediterráneo disminuyó en los últimos años como consecuencia del cambio climático, y que quiere "restaurarla".
Fue un experto israelí el que "tuvo la idea de probar estos viveros flotantes, que mantienen [los corales] alejados de depredadores", de "patógenos" y de "las consecuencias del turismo no sostenible" mientras crecen, explica el científico de 41 años.
La Cladocora caespitosa se encuentra en zonas muy poco profundas de Chipre, generalmente sobre rocas situadas a entre cero y cuatro metros, y "los turistas pueden caminar sobre ellas", señala Hadjioannou. "Haciéndolas flotar (...), podemos eliminar algunos factores de estrés", añade.
Regenerar ecosistemas: casos de éxito
Se trata del "primer estudio piloto que prueba los viveros flotantes en el Mediterráneo" para evaluar su eficacia, asegura Hadjioannou.
La técnica se empleó por primera vez en el año 2000 en el mar Rojo, cerca de la frontera jordana, cuenta a AFP el profesor que la desarrolló, Buki Rinkevich, del Instituto Nacional de Oceanografía de Haifa, en Israel.
Se ha probado en Colombia, Tailandia, Filipinas, Mauricio, Seychelles, Zanzíbar y Jamaica. Los viveros flotantes "han dado buenos resultados" para un centenar de especies de corales, asegura Rinkevich.
En Chipre han instalado dos estructuras en dos zonas marinas protegidas, en Cabo Greco y cerca de la localidad costera de Ayia Napa. Sus imponentes bloques de amarre se sitúan respectivamente a 11 y 17 metros de profundidad.
A finales de junio se instalaron diez fragmentos de coral en cada vivero flotante, que se analizarán cada uno o dos meses para verificar su estado. El objetivo es implantar al menos un centenar en cada vivero para este estudio, afirma Louis Hadjioannou.
"En un año sabremos si los corales van bien o no", y si la conclusión es positiva "recogeremos los fragmentos y los trasplantaremos a arrecifes naturales", dice el científico.
Una especie de coral muy importante
Este experimento forma parte del proyecto Effective, lanzado el año pasado y financiado por la Unión Europea, cuyo objetivo es "restaurar el capital natural mediterráneo", explica a AFP Manos Moraitis, biólogo e investigador asociado del CMMI de 36 años.
Los arrecifes de coral son uno de los ecosistemas más ricos del planeta, biotopos de muchas especies y garantes de la biodiversidad. Pero son muy sensibles a los cambios ambientales.
Los ecosistemas marinos chipriotas se ven amenazados por el desajuste climático y por el turismo de masa, el desarrollo de la costa y la contaminación agrícola.
En 2015, tras una ola de calor, "entre 30 y 40% de los corales" que los investigadores estaban estudiando "murieron parcialmente", afirma Hadjioannou.
"A medida que empeore la crisis climática (...), morirá un porcentaje aún mayor del tejido de coral vivo", agrega.
La Cladocora caespitosa es una especie "muy importante" en el Mediterráneo, según él, ya que es "capaz de construir grandes bioconstrucciones, similares a las de los arrecifes tropicales".
Si el experimento tiene éxito, el objetivo será "intentar reproducir estos viveros de coral en otras regiones" del Mediterráneo y "desplegar más en Chipre".