En Solís de Mataojo (Lavalleja), todo se transforma. El cartón y el plástico se compacta y venden para financiar reformas de espacios públicos, las cáscaras de frutas y los sacos de té —entre otros residuos orgánicos— se convierten en compost para fertilizar huertas domiciliarias y jardines comunitarios, el aceite usado pasa a ser jabón para lavar la ropa o la vajilla… ¿Cómo hace esta localidad de cuatro mil habitantes —este año catalogada como ciudad por el parlamento uruguayo— para gestionar sus residuos de forma efectiva?
Principalmente, con compromiso. “Los recursos que tenemos no son tantos y tampoco contamos con técnicos especializados, así que fuimos aprendiendo sobre la marcha”, dijo a El País su alcaldesa, Verónica Machado. Los vecinos se apropiaron de este compromiso y hoy representan un ejemplo para el resto del país: “Si tenemos montones de ideas, pero la gente no se suma, nada tendría sentido”.
De residuos a recursos: basura que se convierte en dinero
Todo comenzó en 2015 con un curso de permacultura, una filosofía de vida sostenible que aplica conceptos de preservación y restauración de la naturaleza a la vida diaria. El Municipio ofreció estos talleres a toda la comunidad y sábado a sábado la gente —y los funcionarios, así como la propia alcaldesa— fue aprendiendo más sobre el cuidado del medioambiente.
Esta nueva mirada les hizo ver algo que, en realidad, estuvo siempre frente a sus ojos: contenedores llenos de plástico y cartón. Entonces, se propusieron hacer algo para que esos materiales dejaran de ir al vertedero y tuvieran un segundo uso. Crearon “jaulones” para que las personas depositaran ambos reciclables y los colocaron en distintos puntos de la ciudad. La Sociedad de Fomento Rural Ortiz de Minas les facilitó una prensa que no estaban usando y con eso el Municipio empezó a hacer fardos de estos materiales.
“Tenemos un galpón —donde antiguamente funcionaba el granero del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca— al que llevamos el plástico y el cartón para hacer los fardos. Cuando uno entra, ve una pila enorme de estos residuos y da mucha alegría saber que ya no van al vertedero, sino que se transforman en algo nuevo”, contó Machado. Hasta el momento han recuperado 10 toneladas de plástico y 50 de cartón.
Estos fardos se venden a empresas que utilizan el material para sus productos y con el dinero obtenido invierten en infraestructura. “Antes lo repartíamos entre instituciones educativas, pero a partir de la nueva gestión decidimos comprar cosas para los espacios públicos”, señaló la alcaldesa. Últimamente, han invertido en juegos para niños, como hamacas o estructuras con resortes, y “si bien tienen un costo importante y lo que se recibe de la venta no es mucho, ha sido una ayuda enorme”. Además, Machado resaltó que “la gente se motiva al ver que sus residuos se convirtieron en algo útil para la comunidad”.
Ahora tienen alrededor de $ 100 mil ahorrados de estas ventas que usarán para recuperar el espacio verde del ex granero y colocar juegos. “Ese predio está en malas condiciones y queremos transformarlo en un lugar donde la gente pueda salir a caminar, hacer deporte, pasar tiempo al aire libre”, dijo la alcaldesa y agregó que espera avanzar en esto en los próximos meses del año.
Con las manos en la masa: hacer compost y convertir aceite en jabón
Tras el curso de permacultura surgió un grupo de voluntarios llamado ‘Solís en transición’ que, entre otras cosas, se dedicó a construir pacas digestoras en domicilios, escuelas y liceos. Se trata de un sistema de compostaje anaeróbico —sin presencia de oxígeno— que fermenta la materia orgánica a través del prensado manual de los residuos. Y han tenido éxito más allá de su localidad: “Hemos ido a Pando, a Minas, a Punta del Este; nos han llamado de muchísimos lugares. Ahora no está moviéndose tanto, pero antes de la pandemia hicimos más de 300”, destacó Machado.
¿Cómo funciona? Primero, ponen el molde y después, los residuos orgánicos. La alcaldesa lo explicó así: “Usamos cartón, desechos de la cocina, pasto, bosta de animales; eso se pisa —la parte que más le divierte a los niños— se compacta y se desmolda, para luego espolvorear tierra o bosta de vaca o caballo y sembrar una semilla o un plantín”. Los resultados —comentó— son muy valiosos: “Una lechuga plantada en una paca digestora es muy nutritiva, muy verde, muy grande”.
Un subgrupo de personas de ‘Solís en transición’ se ocupa de convertir aceite de uso doméstico en jabón. Los vecinos de la ciudad llevan el líquido usado —que, de otro modo, descartarían—, este se mezcla con agua y soda cáustica y se deja reposar durante un mes, aproximadamente. El jabón resultante se ofrece de forma gratuita en ferias o actividades que organiza el Municipio. “Es muy lindo porque transformamos un residuo altamente contaminante en algo que le viene bien a todo el mundo para lavar la ropa o la losa”, expresó Machado. Y agregó: “No le ponemos nada para que haga espuma porque justamente pensamos en el menor gasto de agua y no precisa tener tanta espuma para desengrasar”.
Hacerse responsables: gestionar los residuos propios
En 2020, la ciudad implementó un proyecto llamado “Yo me hago cargo de mis residuos”, con el fin de eliminar los contenedores grandes que se ponen en las calles. Para eso, han entregado 870 contenedores individuales e instalado un sistema en el que pasan casa por casa a recoger la basura. “Fue todo un cambio, pero la higiene ha mejorado muchísimo. En las zonas donde ya está funcionando no se ven bolsas tiradas ni residuos desparramados”, sostuvo la alcaldesa. Lo van haciendo de a poco “por una cuestión de recursos” y también para dar tiempo a que “funcionarios y vecinos se adapten”.
Además del contenedor, entregan a quienes quieran un balde de 20 litros para separar los orgánicos. Lunes, miércoles y viernes recogen la basura de los contenedores, y martes y jueves la de los baldes. La orgánica se lleva una pequeña planta de compostaje creada en 2023, la primera en el país gestionada a nivel municipal, indicó Machado. Todo lo que llega se mezcla con aserrín y se transforma en compost, que luego vuelve a los vecinos o se aplica en jardines de la ciudad. Desde 2020 —cuando comenzó el plan piloto— a la fecha han compostado alrededor de 100 toneladas de residuos orgánicos.
Tanto compromiso da sus frutos. A principios de este mes, el Ministerio de Ambiente y la Intendencia de Lavalleja firmaron un convenio para entregar al Municipio de Solís de Mataojo los siguientes instrumentos para avanzar con sus planes:
- Un camión eléctrico para la recolección de los residuos
- 200 contenedores que se destinarán a “Yo me hago cargo de mis residuos”
- 200 composteras domiciliarias
- 20 jaulones para plásticos
- 20 jaulones para cartón
- Material audiovisual para seguir promoviendo el cuidado del medioambiente
Nada se desperdicia: desechos que se transforman en biogás
Aún hay más. En 2019, el Ministerio de Industria, Energía y Minería, con apoyo del Proyecto Biovalor, instaló un biodigestor de uso doméstico —que se alimenta de residuos orgánicos y genera biogás para la cocción de alimentos— en el comedor municipal de la ciudad, que recibe a unas 30 personas. Tras dos años de funcionamiento, se rompió una parte del material y suspendieron su uso, pero este año la Intendencia de Lavalleja les brindó uno nuevo.
“Estamos en la etapa de ponerle abono y debemos esperar unos días más antes de empezar a usarlo”, señaló Machado y aclaró que la materia prima serán los residuos del propio comedor. “Si bien reduce el consumo de gas común, lo más importante es que muestra a la gente —y en especial, a los niños— que la mayor cantidad de los residuos son valorizables y que debemos tomar consciencia porque se va la vida de nuestro planeta en eso”, aseguró.
El biodigestor utilizará seis kilos de residuos orgánicos y seis litros de agua por día, y rinde para tres horas de cocción. Además de producir biogás, genera lixiviado, un abono orgánico rico en nutrientes que puede ser usado como fertilizante. De hecho, la alcaldesa contó que con la primera máquina “era impresionante” el efecto que este abono tenía en los limoneros: “Si el árbol estaba triste, poníamos ese líquido —rebajado con agua, porque es fuertísimo— y siempre se recuperaba”.
El pasado 12 de agosto, Solís de Mataojo conmemoró su 150° aniversario y celebró no solo los años que pasaron, sino también los que están por venir. Para Machado, la prioridad ahora es terminar la entrega de contenedores individuales en toda la ciudad y fortalecer el compromiso de los vecinos. “Me voy el año que viene y quiero dejar bien instalado lo que hacemos para que quien ocupe mi lugar lo pueda sostener. Quiero que el alcalde o la alcaldesa que llegue se encuentre con un proyecto que funcione y no uno que le dé dolores de cabeza”, finalizó.
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