New York Times - Maracaçumé, Brasil
Los habitantes de Maracaçumé, un pueblo empobrecido al borde de la selva amazónica, se sienten desconcertados por la empresa que acaba de comprar la mayor hacienda de la región. ¿Cómo puede ganar dinero plantando árboles, que los ejecutivos dicen que nunca talarán, en terrenos donde el ganado ha pastado durante décadas?
“Estamos acabando con unos pastos que muchos granjeros necesitan”, afirmó Josias Araújo, un antiguo ganadero que ahora trabaja en la reforestación, parado sobre una parcela de tierra que estaba ayudando a abonar. “Es tan extraño”, agregó.
La nueva empresa, que también es el nuevo empleador de Araújo, es un negocio de restauración forestal llamado Re.green. Su objetivo, junto con un puñado de otras empresas, es crear toda una nueva industria que pueda hacer que los árboles en pie, que almacenan carbono que calienta al planeta, sean más lucrativos que la mayor causa de deforestación del mundo: la ganadería.
Es el santo grial de la economía forestal. Y ahora podría estar al alcance de la mano.
El interés es enorme. Ya desapareció una quinta parte de la gran selva tropical. Y los científicos advierten que el aumento de las temperaturas globales podría llevar a todo el ecosistema, un tesoro de biodiversidad y un regulador crucial del clima mundial, al colapso en las próximas décadas, a menos que se detenga la deforestación y se restaure un área del tamaño de Alemania.
Re.green planea restaurar árboles endémicos en áreas deforestadas y vender créditos que corresponden al carbono que capturan. Esos árboles se conservarán, no se talarán. Luego, las empresas utilizarán esos créditos para compensar sus propios gases de efecto invernadero en el recuento de emisiones.
Lo que está en juego depende del éxito de un sistema que se está construyendo desde cero y que implica desafíos enormes. Medir el carbono que contienen los árboles y el suelo es complejo. Y a muchos conservacionistas les preocupa que las empresas puedan abusar de los créditos de carbono para aparentar conciencia ecológica sin renunciar a los combustibles fósiles.
A pesar de ello, los proyectos de reforestación han creado un gran revuelo en el norte de la Amazonia, donde las empresas se apresuran a comprar grandes parcelas de tierra con potencial de restauración.
“Ustedes saben que a quienes crían ganado no les importa mucho esto de la reforestación”, comentó Anderson Pina Farias, un ganadero cuya finca está deforestada casi en su totalidad. Pero, añadió, “si vender carbono es mejor que la ganadería, podemos cambiar de negocio”.
Desafiando a un imperio
Una reacción adversa de la naturaleza parece estar ayudando a las empresas de restauración a ganarse los corazones y las mentes en una región donde lacultura ganadera está muy arraigada.
Jose Villeigagnon Rabelo, alcalde de Mãe do Rio, ciudad del noreste de la Amazonia, está preocupado. Una sequía brutal provocada por el cambio climático y la deforestación secó buena parte de los pastizales que los ganaderos usaban como alimento. Y tras décadas de pisoteo de los animales, millones de hectáreas en toda la región se han degradado tanto que no sirven para cultivar casi nada.
“El ganado se está muriendo de hambre”, declaró Rabelo sentado en su oficina, recubierta de madera y con bancos de ‘Dinizia excelsa’, también conocido como angelim vermelha, un árbol que ahora es difícil de encontrar en la región. “Nunca habíamos tenido un verano así”.
La crisis ha orillado a los ganaderos a dedicar partes cada vez mayores de sus fincas a alimentar a un número cada vez menor de reses. Ahora menos de la mitad de los ranchos registrados en la ciudad tienen ganado.
Pero, más o menos hace un año, una empresa de restauración llamada Mombak inició un proyecto que abarca 3035 hectáreas en uno de los ranchos ganaderos más grandes de la región. Rabelo confía en que la nueva industria sea un salvavidas para la comunidad.
La idea es sencilla: la venta de un crédito por cada tonelada de carbón que los árboles absorban de la atmósfera para las empresas que quieran compensar la contaminación que producen.
Según los expertos, los trastornos medioambientales, combinados con el interés cada vez mayor por los créditos de carbono, han creado una oportunidad para desafiar el dominio del imperio de la carne de res sobre vastas extensiones de selva tropical. Según un informe de 2023 de BloombergNEF, los mercados de carbono podrían alcanzar un valor de un billón de dólares en 2037, el doble de lo que vale en este momento el mercado mundial de la carne de vacuno.
Cultivar un bosque grande y biodiverso en terrenos degradados puede costar decenas de millones de dólares. Durante años, los proyectos de reforestación habían tenido que depender de varias fuentes de ingresos, incluida la tala sostenible de madera, para restaurar el suelo y cultivar distintos tipos de árboles endémicos.
Sin embargo, las empresas que quieren mejorar sus credenciales climáticas están cada vez más dispuestas a gastar más para financiar proyectos que consideran de alta calidad. Por eso, empresas como Mombak y Re.green están desarrollando un modelo de negocio que se basa casi exclusivamente en créditos de carbono, con poca o ninguna tala.
Parte de la estrategia de empresas como Mombak y Re.green es ayudar a los agricultores a mejorar la tierra e intensificar la ganadería en algunas zonas degradadas, al tiempo que restauran los bosques en otras. En promedio, los ranchos amazónicos mantienen un animal por cada 2 hectáreas. Los investigadores afirman que esta cifra podría aumentar a tres animales con poca inversión.
La mayoría de los proyectos emplean a algunas decenas de lugareños para que planten los árboles, fertilicen la tierra y estén atentos a incendios. Las empresas también financian y capacitan a empresas locales para que proporcionen las semillas y plántulas autóctonas que tanto necesitan.
En algunos proyectos, a medida que crecen los bosques, las comunidades locales también pueden ganarse la vida recolectando y procesando nueces de Brasil, aceite de andiroba y otros productos forestales que pueden vender a empresas de alimentos, belleza y farmacéuticas.
Cuando un bosque en pie se convierte en una respuesta a las diversas necesidades de la gente, se vuelve una poderosa razón para que las comunidades lo protejan, afirmó Luiza Maia de Castro, economista que gestiona las relaciones comunitarias de Re.green. En este momento, la tala de árboles es un medio de subsistencia aceptable en la mayor parte de la Amazonia.
“Para romper ese ciclo”, dijo, “tienes que cambiar la manera en la que la gente se gana el sustento”.
‘Las verdaderas preguntas’ sobre un nuevo modelo
Estas iniciativas siguen enfrentando retos enormes. El suministro de semillas de árboles endémicos es un cuello de botella y encontrar granjas que comprar en regiones donde la tenencia de tierra es caótica puede requerir meses de investigación.
Y lo que es más importante, la trayectoria de los precios de los créditos de carbono depende de que el mundo establezca qué es un crédito de alta calidad. Los mercados de carbono se han visto sacudidos en repetidas ocasiones por investigaciones académicas y periodísticas que revelaron que decenas de proyectos habían exagerado el impacto de sus emisiones, por ejemplo, al “proteger” bosques que nunca estuvieron en peligro de tala.
Pero los proyectos de reforestación almacenan carbono con el cultivo de árboles en tierras degradadas, un sistema más sencillo.
Algunos expertos advierten que el ganado desplazado podría solo continuar impulsando la deforestación en otros lugares y que los incendios forestales podrían eliminar los beneficios de los árboles que tardaron décadas en crecer.
“Suena a que el financiamiento del carbono puede marcar la diferencia”, dijo Barbara Haya, directora del Proyecto de Comercio de Carbono de Berkeley, que ha investigado varios proyectos de silvicultura de carbono. Pero también hay dudas sobre los métodos de contabilidad.
Además, agregó: “es problemático intercambiar carbono forestal por emisiones de combustibles fósiles”. En parte, eso se debe a que la compra de créditos de carbono puede resultar menos costosa que la transición de una empresa para abandonar las fuentes de energía sucias, lo que, según los científicos, el mundo debe hacer en última instancia para evitar los peores efectos del cambio climático.
Las empresas afirman que abordan los problemas mediante la creación de equipos de extinción de incendios, asegurándose de que sus proyectos no afecten el suministro de ganado y con la adopción de una metodología que contempla las circunstancias cambiantes, como las nuevas políticas agrarias de los gobiernos.
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