Redacción El País
“Más de la mitad de la población mundial vive en áreas que experimentan los mayores impactos derivados del declive de la biodiversidad, la disponibilidad y calidad del agua, la seguridad alimentaria, así como el aumento de los riesgos para la salud y los efectos negativos del cambio climático”. Así lo informa el Informe de Evaluación de las Interrelaciones entre Biodiversidad, Agua, Alimentación y Salud, que realizó la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (Ipbes), que se dio a conocer este martes.
El documento “pone a disposición de los responsables de la toma de decisiones de todo el mundo la evaluación científica más ambiciosa jamás realizada” sobre las interconexiones entre las diversas crisis que enfrenta el planeta “e indaga en más de cinco docenas de opciones de respuesta específicas”.
También se llama a este informe como Nexus o informe sobre los nexos, que no son otros que la biodiversidad, el agua, la alimentación, la salud y el cambio climático. Y entre sus puntos centrales está la clara postura de que “las crisis medioambientales, sociales y económicas —como la pérdida de biodiversidad, la inseguridad hídrica y alimentaria, los riesgos sanitarios y el cambio climático— están todas interrelacionadas”.
“Interactúan, se producen en cascada y se agravan mutuamente, por lo que los esfuerzos por separado para abordarlas resultan ineficaces y contraproducentes", dice el texto publicado en un momento en que los actores vinculados a las negociaciones ambientales discuten si se deben seguir realizando por separado las grandes discusiones planetarias. De hecho, en las tres COP realizadas este año (Biodiversidad, Cambio Climático y Desertificación), este ha sido un tema sobre la mesa: ¿Hay que unificarlas o mantener las negociaciones cada una por su lado?
Disminución de la biodiversidad
La Ipbes -que es considerada el equivalente al IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) pero en biodiversidad- apunta que “la riqueza y variedad de toda la vida en la Tierra está disminuyendo a todos los niveles, desde el mundial al local, y en todas las regiones”.
“Estos continuos declives en la naturaleza, en gran parte como resultado de la actividad humana, incluido el cambio climático, tienen repercusiones directas y nefastas sobre la seguridad alimentaria y la nutrición, la calidad y disponibilidad del agua, los resultados en materia de salud y bienestar, la resiliencia al cambio climático y casi todas las demás contribuciones de la naturaleza a las personas”, agrega el texto.
Tomando como base los informes anteriores de Ipbes (de 2022 y 2019), donde se identificaba como "impulsores directos de la pérdida de biodiversidad" al cambio en el uso de la tierra y del mar, la explotación insostenible, las especies exóticas invasoras y la contaminación, el Informe 2024 destaca como impulsores indirectos al aumento de los residuos, el consumo excesivo y el crecimiento de la población.
"Los gobiernos y otras partes interesadas a menudo han obviado los impulsores indirectos y sus repercusiones sobre las interacciones entre los elementos del nexo porque siguen trabajando de forma fragmentada, con muchas instituciones que operan de forma aislada, lo que a menudo da lugar a objetivos contradictorios, ineficiencias e incentivos negativos, que desencadenan consecuencias imprevistas", afirmó la profesora Paula Harrison (Reino Unido), copresidenta de la Evaluación junto con la profesora Pamela McElwee (EE. UU.).
¿Y para el futuro?
El texto apunta que "si se mantienen las tendencias actuales de ‘seguir como hasta ahora’ en los impulsores directos e indirectos del cambio, los resultados serán extremadamente malos para la biodiversidad, la calidad del agua y algunas dimensiones de la salud, con un empeoramiento del cambio climático y mayores dificultades para alcanzar los objetivos de políticas globales".
"Más de la mitad del producto interior bruto (PIB) mundial —más de 50 billones de dólares de actividad económica anual en todo el mundo— depende de forma moderada a alta de la naturaleza", señala el texto. Y en ese sentido, la profesora McElwee agrega que "en la toma de decisiones actual se priorizan los beneficios económicos a corto plazo mientras se ignoran los costes para la naturaleza, y no se responsabiliza a los agentes de las presiones económicas negativas sobre el mundo natural".
La actividad económica actual implica determinados costos “no contemplados”, tal como los define el informe, que ascienden como mínimo a una cifra entre 10 y 25 billones de dólares estadounidenses al año. Esos costos, sumados a los subsidios que los países brindan a actividades perjudiciales para la biodiversidad (aproximadamente 1,7 billones de dólares estadounidenses al año), "aumentan los incentivos financieros privados para invertir en actividades económicas que causan daños directos a la naturaleza (aproximadamente 5,3 billones de dólares estadounidenses al año), a pesar de las crecientes pruebas de las amenazas biofísicas para el progreso económico y la estabilidad financiera".
"El retraso en la consecución de los objetivos de biodiversidad, por ejemplo, podría llegar a duplicar los costes, además de aumentar la probabilidad de pérdidas irreemplazables, como la extinción de especies. La demora en actuar y abordar el cambio climático genera al menos 500 mil millones de dólares estadounidenses adicionales al año en costes para alcanzar los objetivos establecidos por las políticas", agrega el texto de Ipbes.
Las medidas necesarias deben ser integradoras
El texto señala que “algunos esfuerzos —como la investigación y la innovación, la educación y las regulaciones ambientales— han tenido un éxito parcial en la mejora de las tendencias de los elementos del nexo”, pero el informe concluye que es poco probable que tengan el efecto deseado “si no se abordan de forma más integral las interrelaciones y se atajan los factores indirectos, como el comercio y el consumo”.
“Una toma de decisiones más integradora, con especial énfasis en la equidad, puede ayudar a garantizar que los más afectados sean incluidos en las soluciones, además de emprender reformas económicas y financieras de mayor calado”, indica.
En este sentido, la profesora McElwee agrega: “Nuestras estructuras y planteamientos de gobernanza actuales no son suficientes para afrontar los desafíos interconectados que se derivan de la velocidad y escala aceleradas del cambio ambiental y del aumento de las desigualdades. Las instituciones fragmentadas y aisladas, así como las políticas a corto plazo, contradictorias y no integradoras, pueden poner en peligro la consecución de los objetivos mundiales de desarrollo y sostenibilidad”.
Un objetivo importante del trabajo de la Ipbes consiste en proporcionar la base científica y las pruebas necesarias para apoyar la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el Marco Mundial para la Biodiversidad de Kunming-Montreal y el Acuerdo de París sobre el cambio climático.
El Informe sobre los Nexos muestra que los escenarios centrados en las sinergias entre biodiversidad, agua, alimentos, salud y cambio climático son los que probablemente arrojarán los mejores resultados para lograr los ODS, y que centrarse en abordar los retos en un solo sector —como los alimentos, la biodiversidad o el cambio climático de forma aislada— limita seriamente las posibilidades de alcanzar otros objetivos.
-
Canales, islas y un área protegida en vías de expandirse: los paisajes que esconde el río Uruguay
COP16 sobre desertificación terminó sin acuerdo vinculante, aunque se buscará priorizar restauración de tierras
¿Hay tiempo para salvar los océanos? La COP29 aúna esfuerzos para proteger los ecosistemas marinos
Estudia a los murciélagos, alertó de la pandemia un mes antes y explica la "sexta extinción masiva"
Los cinco países con las mayores reservas de agua dulce del mundo: el acuífero que se extiende hasta Uruguay