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Moda sostenible en Uruguay: cómo darle una segunda vida a la ropa y reducir la contaminación

“La industria de la moda produce demasiado e intenta que la gente consuma demasiado”, remarcó Agustina Franco, creadora de la marca de jeans Positano, que trabaja dándole una segunda vida a prendas

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La ropa que producen en los talleres de Resur se vende
La ropa que producen en los talleres de Resur se vende.
Foto: Resur

Para producir una remera de algodón se necesitan 2.700 litros de agua dulce, la misma cantidad de agua que una persona toma durante dos años y medio. Además, la producción textil, a través de los tintes y productos de acabado, genera el 20% de la contaminación mundial de agua potable y es responsable del 10% de las emisiones de carbono en el mundo: más que los vuelos internacionales y el transporte marítimo combinados. Estos datos –publicados por el Parlamento Europeo–, sumado a la degradación del suelo en donde se cultivan las materias primas de la industria textil y las condiciones de trabajo en ocasiones desfavorables, encienden las alarmas del desarrollo sostenible.

“Es demasiado. La industria de la moda produce demasiado e intenta que la gente consuma demasiado”, remarcó Agustina Franco, licenciada en Administración de Empresas y creadora de la marca de jeans Positano, que nada a contracorriente en temas de sostenibilidad. En el mismo barco están Paola Albé, diseñadora de moda e integrante de Resur; Micaela González, también diseñadora y creadora de La Vestiduría, y Agustín Fernandez, estudiante de Diseño en Comunicación Visual y fundador de Oportuno.

Positano, la marca de Agustina Franco, trabaja con jeans que se vuelven a teñir
Positano, la marca de Agustina Franco, trabaja con jeans que se vuelven a teñir
Foto: Positano

Darle una segunda vida a la ropa

Agustina Franco entró al mercado en 2017 en la fábrica de su familia y quedó impresionada por los excedentes de producción que, año tras año, iban acumulándose. “Recuerdo estar ahí y ver todo un piso de excedentes; temporada tras temporada, cada modelo que no se vendía iba para allí y quedaba estancado. Y eso que es una fábrica uruguaya… no sé lo que deben ser las fábricas en China”, dijo a El País.

En 2022 la joven diseñadora lanzó un modelo de jean en dos colores. Una partida se vendió en su totalidad, pero quedaron varios de la otra, y se le ocurrió teñirlos, en lugar de dejarlos en el depósito. El resultado fue tan bueno que nació un nuevo proyecto: teñir prendas –de cualquier tipo, no solo jeans– manchadas o gastadas para darles una segunda vida. Hoy, los clientes dejan su prenda en el punto de venta, luego ella chequea que puedan teñirse –para ello deben ser 100% algodón o casi– y entre siete a diez días hábiles más tarde, está lista para retirar.

Pronto, la diseñadora también se dio cuenta de que podía usar el excedente de tela que dejaba cada producción para crear su propio packaging. Lo explicó así: “¿Por qué mandaría a hacer nuevas bolsas con las que se generarán nuevos residuos, si tengo este sobrante que perfectamente puede ser una bolsa?”. Lo mismo con las etiquetas de los jeans: “La pieza donde va el cierre del pantalón es un rectángulo, pero se corta siempre por dos, entonces en cada producción sobra un rectángulo por prenda. A eso le ponemos un sello y listo, es la etiqueta”.

Antes y después de una prenda teñida en Positano
Antes y después de una prenda teñida en Positano
Foto: Positano

El tema central en el mundo de la moda sostenible son las materias primas. Según datos de la Fundación Ellen MacArthur, referente mundial en la promoción de la economía circular, solo el 1% de la fibra textil se recicla. Franco lo sabe, y hoy el 80% de la tela de jean que compra está hecha de algodón reciclado. “Se llama ‘Upcycle’, de la textil Santistas y vale un poco más que el jean común”, contó.

La joven reconoció que la moda sostenible “lleva más trabajo y es un poco más cara”, pero entiende que es lo correcto. “El cambio empezó en mí y tomar estas decisiones va en línea con lo que soy como persona. La marca debe tenerlo como valor y la persona que está detrás y toma las decisiones también, porque si no la pasará mal teniendo que pagar ese precio y ese esfuerzo extra”, apuntó.

Así trabajan en Positano, con prendas a las que se les da nueva vida.
Así trabajan en Positano, con prendas a las que se les da nueva vida.

En dos meses, Franco lanzará una propuesta en conjunto con Indian Emporium: “Ahora ellos tienen 13.000 unidades excedentes de jeans, entonces a partir de eso haremos una colección que incluirá un top, una falda y una campera”. A su vez, en adelante, quiere abordar el lado social del desarrollo sostenible. “Trabajamos con mano de obra uruguaya, pero más allá de eso me gustaría que la ropa la hicieran personas en contextos de vulnerabilidad”, dijo.

“La sostenibilidad, de acá a diez años, no será una elección. Todas las marcas deberán tomar ese camino”, remarcó.

Reciclar ropa en la cárcel

El mismo año en que nacía Positano, Ana de León iniciaba su primer taller de diseño y confección para personas privadas de libertad en la cárcel Las Rosas de Maldonado, con apoyo del Fondo de Innovación Inclusiva de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII). Les enseñaba a fabricar carteras con caucho proveniente de cámaras de vehículos. En 2018, la diseñadora Paola Albé se sumó al proyecto y juntas fundaron Resur, una red de emprendimientos que capacita a los reclusos en todo lo que hace a la construcción de prendas y accesorios; siempre a partir de desechos.

Trabajan a partir de donaciones de ropa en desuso. “Un equipo de personas desarma las prendas y separa los botones y los cierres, que también reutilizamos. Con eso, otro equipo junta los retazos de tela y después otro confecciona la nueva prenda”, explicó Albé a El País.

Resur crea prendas desde las cárceles
Resur crea prendas desde las cárceles

En 2020 tuvieron que detener los talleres por la pandemia del Covid-19, y luego no pudieron continuar en la cárcel de Maldonado porque la institución requería el salón para construir nuevas celdas. Entonces, continuaron en la cárcel Punta de Rieles nueva (Unidad 1), donde habían trabajado también antes de la pandemia. Recibieron un fondo de la Fundación Ave Fénix y tenían docentes contratadas que iban todos los días, de mañana y de tarde. Esto fue así hasta hace tres meses aproximadamente.

“Hay una cantidad de dificultades para ingresar herramientas que lleguen en tiempo y forma al salón, y se nos complicó cada vez más en esta, que es una cárcel moderna con cámaras y escáneres”, expuso la diseñadora. Ahora están gestionando la posibilidad de retomar en la cárcel Punta de Rieles vieja (Unidad 6), “que es de mínima seguridad y el funcionamiento se hace más fluido”.

Crear prendas a partir de desechos “es mucho más lento y costoso”, dice una de las creadoras de Resur.
Crear prendas a partir de desechos “es mucho más lento y costoso”, dice una de las creadoras de Resur.
Foto: Resur

La ropa que producen en los talleres de Resur se vende y “genera un ingreso mínimo que no da para cubrir demasiado”, sostuvo Albé y aseguró que necesitarían “vender muchísimo más para ser autosostenibles”.

De hecho, crear prendas a partir de desechos “es mucho más lento y costoso” que hacerlo a partir de un rollo de tela nuevo. El problema está en que “el mercado no valora tanto eso”. “Se suele creer que, si está hecho con ropa usada, tiene que ser más barato, pero en realidad hay una inversión en mano de obra para clasificar, desarmar, planchar, buscar las partes que están bien, formar las telas…”, apuntó.

Para Albé, el mayor desafío de hacer moda sostenible es “que la gente valore, además de la estética y que la prenda quede bien, que es única y se fabricó con materiales recuperados y en condiciones justas”. No obstante, cada vez hay “más consumidores dispuestos a pagar el precio que vale”, sobre todo “en el exterior”. Desde Resur se han contactado con empresas de otros países y varias estuvieron interesadas en vender sus productos, pero pedían unos volúmenes mínimos que acá no estaban preparadas para producir, relató la diseñadora.

LANA SOSTENIBLE

“Hoy no hay en Uruguay una solución clara para los desechos textiles”

En 2021, Albé y de León visitaron una empresa chilena que hacía lana a partir de ropa usada. Quisieron replicarlo en Uruguay y presentaron el proyecto a un fondo del Programa de Oportunidades Circulares de la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE), el cual ganaron. Sin embargo, necesitaban comprar “una serie de máquinas que van en fila y hacen todo, desde desmenuzar la ropa hasta que por el otro lado sale una madeja”, dijo Albé, y el dinero que recibieron no era suficiente, por lo que lanzaron una campaña de crowdfunding vendiendo anticipadamente las madejas que fabricarían.

“Hoy no hay en Uruguay una solución clara para los desechos textiles”, sostuvo, y contó que hay empresas que las contactan diciendo, por ejemplo, que tienen dos mil uniformes para desechar cada año. “Algunas empresas de seguridad nos han contactado con ese problema, y ese tipo de tela no sirve para hacer prendas nuevas, pero para hacer madejas de lana sirve todo”, expuso. Además, haciendo prendas de forma artesanal pueden consumir “alrededor de 3.000 kilos de ropa en todo un año”, mientras que con el nuevo sistema podrían aprovechar “unos 12.000 kilos por año”.

“Más de 500 personas compraron madejas en forma anticipada, pero aún así no llegamos a los fondos. El tiempo seguía pasando y no queríamos quedar mal con la gente, así que hace un par de semanas decidimos suspender el proyecto”, expresó la diseñadora, y agregó que están devolviendo el dinero a las personas y también a ANDE. “Veremos si en el futuro tenemos más suerte y alguna fundación o empresa quiere apadrinar el proyecto”, finalizó.

Prendas que pueden usarse todo el año y se producen en cantidades reducidas

Crear ropa de forma responsable y a un precio que se acerque al de la moda rápida: con ese propósito, la diseñadora de moda Micaela González fundó La Vestiduría, en 2020. La toma de conciencia empieza en el diseño de las prendas, “que son atemporales, es decir, ni muy verano ni muy de invierno, sino que pueden usarse durante todo el año”, afirmó González.

Además, opta por materiales “de mejor impacto en el medioambiente”, como algodón reciclado, restos de stock, manteles en desuso u otros que, aunque no sean reciclados, sí son hechos en Uruguay, lo que reduce la huella de carbono. También, la mano de obra que confecciona las prendas, el packaging y las etiquetas, es toda uruguaya. “En Uruguay todavía falta que lleguen más materiales de bajo impacto, sobre todo en lo que es avíos, botones, cierres. Pero en los últimos años ha venido mejorando”, mencionó.

La diseñadora añadió que no hacen “un montón de prendas como pasa en las marcas de fast fashion, que generan ropa que no se vende y se tira”, y señaló que intentan producir no más de 30 prendas por modelo, “un número bastante reducido para una marca de ropa”.

En cuanto al precio final, González tiene estrategias para intentar que no sea mucho más elevado que el de las marcas convencionales, como “que la moldería no sea tan compleja para que no sea muy cara, aprovechar todo el material posible y multiplicar el costo por dos o por tres, no más, como sí sucede en la moda rápida, que pueden multiplicarlo por 10 o por 20”.

Vea la galería de fotos de prendas de La Vestiduría.

Mochilas, bolsos y camperas con ropa en desuso

Otra propuesta de “moda consciente” en Uruguay es Oportuno, de Agustín Fernández, que comenzó a sus 18 años haciendo mochilas y bolsos a partir de ropa en desuso, luego sumó riñoneras, y más adelante camperas. Él mismo realiza el diseño y la confección. Busca mantener su producción “en proporción a la demanda real”. Trabaja por pedido –así evita generar excedentes– y a partir de prendas y textiles donados por personas cercanas o los propios clientes.

Las prendas de Oportuno se confeccionan en base a otras, que le donan a su creador
Las prendas de Oportuno se confeccionan en base a otras, que le donan a su creador.

Hoy, Fernández tiene 25 años y entiende que “la colaboración entre proyectos sostenibles es clave para fomentar una industria local que pueda solventarse, brindar oportunidades de trabajo y generar interés por el consumo de productos sostenibles producidos en Uruguay”.

Moda sostenible: creadores uruguayos elaboran prendas en base a otras que se dejaron de usar.
Moda sostenible: creadores uruguayos elaboran prendas en base a otras que se dejaron de usar.
Foto: Oportuno
Oportuno crea en base a jeans que reciclan.
Oportuno crea en base a jeans que reciclan.

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