Cada año en Uruguay se generan alrededor de 2 millones de metros cúbicos de residuos forestales y 200 mil toneladas de cáscara de arroz. Parte de estos desechos orgánicos se queman para producir energía, algo que no está libre de cuestionamientos ambientales. Según la Comisión para la Cooperación Ambiental —integrada por los gobiernos de Estados Unidos, Canadá y México—, la quema de residuos agrícolas contribuye al cambio climático, ya que emite gases de efecto invernadero y contaminantes climáticos de vida corta, como el carbono negro.
Pero, ¿y si pudiéramos hacer algo más con estos desechos? Un nuevo estudio publicado por el Grupo Descarbonización de Futuros Líderes Energéticos Uruguay (FEL-UY) —iniciativa nacional que parte del Consejo Mundial de la Energía— sugiere que, disponiendo del 30% del total de residuos forestales y cáscara de arroz generados, Uruguay podría producir alrededor de 11 kilotoneladas de bio-hidrógeno por año.
“Hay varias líneas de trabajo en producción de hidrógeno a partir de energía solar y eólica; por eso, quisimos investigar otras posibilidades”, dijo a El País la magíster en Ingeniería de la Energía e integrante de FEL-UY, Lucía Garín.
Reducir gases de efecto invernadero
De acuerdo a la investigación, “el aprovechamiento de estos residuos no solo contribuye a la gestión sostenible de los desechos, sino que también ofrece una vía para la producción de energía limpia y la reducción de gases de efecto invernadero”. Para este caso de estudio específico, la inversión rondaría los 150 millones de dólares, indicó Garín.
Los investigadores trabajaron en conjunto con el Real Instituto de Tecnología (KTH) de Suecia para estudiar cuál sería el mejor proceso de producción, y concluyeron que sería el termoquímico. “La materia prima —los residuos— pasa por un gasificador que, como dice la palabra, produce un gas —conocido como ‘gas de síntesis’—, que luego se transforma a través de varios procesos hasta llegar a uno con un alto contenido de hidrógeno. Luego, eso pasa por un separador y ahí se obtiene hidrógeno y dióxido de carbono (CO2) biogénico”, explicó la ingeniera. “Incluso, ese CO2 podría utilizarse en otros procesos de producción de derivados de hidrógeno, como el metanol”, añadió.
Existen proyectos pilotos en otros países —por ejemplo, uno en Estados Unidos a base de cáscara de arroz y excremento de aves—, pero “es una tecnología muy incipiente y no está estandarizada”.
La economía de producir hidrógeno con residuos
“No es imposible, pero habría que ver qué tan interesado está el país en estos desarrollos para generar políticas en este sentido”, sostuvo la economista Noelia Medina, especializada en economía de la energía, transición energética e hidrógeno, e integrante de FEL-UY. El análisis económico mostró que en un plazo de 30 años podría llegarse a un costo de tres dólares por kilogramo de hidrógeno y esto —puntualizó— es o no competitivo de acuerdo a con qué se lo compare.
El informe Clean Hydrogen Production Pathways 2024 (en español: vías de producción limpia de hidrógeno), de Hydrogen Europe, estimó un costo nivelado del bio-hidrógeno de 4,8 euros por kilogramo —alrededor de cinco dólares—, así que “en ese sentido, estaríamos bien”, sostuvo Medina. Sin embargo, la Hoja de ruta del hidrógeno verde en Uruguay, del Ministerio de Industria, Energía y Minería, prevé para el 2030 un costo de producción de hidrógeno de hasta 1,5 dólares por kilogramo.
En cualquier caso, tanto Garín como Medina subrayan que esta propuesta es viable para Uruguay y que “los desafíos son los mismos que tendría cualquier otro país del mundo al tratarse de una tecnología incipiente”. Para Garín, la principal barrera es social, en tanto “la cáscara de arroz y los residuos forestales son propiedad de los productores y habría que evaluar la valorización de esa materia prima y coordinar todo lo que tiene que ver con logística y traslado”.
Ciencia del hidrógeno en busca de financiación
El grupo presentó los resultados del estudio en el Congreso LATAM Renovables 2024 con el fin de “poner sobre la mesa nuevas alternativas a problemáticas que enfrenta el país”, dijo la ingeniera y agregó: “Nos sorprendió que el mismo día del evento hubo autoridades y empresarios que se acercaron y mostraron su interés”.
No obstante, ejecutar el proyecto no es algo que esté en la mira; al menos, por ahora. Medina expresó: “Para dar ese paso tendríamos que capitalizar más nuestro trabajo y conseguir acuerdos que hoy no tenemos. Somos un grupo honorario. Estamos tratando de buscar financiamiento o colaboraciones que nos permitan darle otro vuelo al programa, pero hasta ahora hemos trabajado completamente sin fondos”.
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