¿Sabías que los jardines pueden estar en el techo? No, no es una idea de Maria Elena Walsh en ‘El reino del revés’; es una tecnología que existe en edificios como el mirador de la Intendencia de Montevideo, escuelas públicas y viviendas, entre otros. Además de tener fines estéticos, está estrechamente ligada a la eficiencia energética.
Menos gasto energético y mismo confort
Los techos verdes son, como su nombre lo indica, techos con vegetación. Pueden hacerse solamente con césped o también con plantas y flores. “Son una solución muy antigua e incluso los indígenas los utilizaban para conseguir una mejor climatización”, contó a El País la diseñadora de interiores y técnica en jardinería Mercedes Oliveros, de Verde Fácil.
Entre 2012 y 2013, Oliveros trabajó con la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) para probar que su sistema —de desarrollo propio— “brindara una aislación térmica importante y que la vegetación se desarrollara adecuadamente”. Hicieron una cubierta con techo verde y una sin él, y monitorearon, durante tres meses, la temperatura de la losa. En el primer caso, esta osciló entre los 20 y 25 grados, mostrando “una estabilidad térmica súper interesante”. En el otro, el que no tenía la cubierta verde, el día más extremo llegó a los 53°C y en la noche bajó a 15°C.
Así, el techo verde puede ser clave en la eficiencia energética: mantener el mismo grado de confort reduciendo los consumos energéticos y los impactos medioambientales asociados. También es aislante acústico y filtra el agua de lluvia, disminuyendo el riesgo de inundaciones y escorrentía.
Una estrategia verde para enfriar la ciudad
Para el arquitecto Eliseo Cabrera, fundador de La Casa Uruguaya —empresa dedicada a la construcción de viviendas sostenibles— y coordinador académico del Diploma de Especialización en Arquitectura Sostenible en la Universidad ORT, los techos verdes podrían aportar salud y confort a las ciudades. “Hay zonas donde, cada mil metros cuadrados, 800 son de techos, pisos y veredas que generan el efecto de sobrecalentamiento”, señaló.
Se refiere al efecto isla de calor urbano —o simplemente ‘isla de calor’— que se presenta en las urbes como consecuencia del asfalto que desprende calor, incluso por la noche, y eleva la temperatura del aire respecto al área rural circundante. “No es lo mismo un pavimento que sube a 50 o 60 grados, que el césped, donde la temperatura nunca llega a ser tan alta porque transforma el calor en evaporación”, explicó el arquitecto.
¿Qué hace falta para tener más techos verdes en la ciudad? Según Cabrera, “compromiso de la clase política”. “Hay empresas y emprendedores, hay arquitectos e ingenieros poniéndole cada vez más ojo a la sostenibilidad, pero se necesita reforzar la reglamentación”, expresó.
Desafíos e innovaciones en los techos con vegetación
Esta tecnología no está libre de desafíos. El primero es la sobrecarga, ya que instalar un techo verde podría añadir cientos de kilos que deberán ser sostenidos por la estructura del edificio. Otro problema común es que las raíces de las plantas se fijen en la cubierta: “Ellas siempre están buscando mejores condiciones de riego o de nutrientes, entonces salen a explorar. Y las membranas asfálticas les gustan”.
Para evitar lo anterior, en Verde Fácil utilizan una plataforma que se ubica por encima del techo y así la tierra y la vegetación nunca están en contacto con él. “El único lugar por el que pueden salir las raíces es por los agujeritos que permiten la salida del agua, pero como están un poco levantados, ellas salen y se encuentran con que hay aire, que no es su medio de propagación, entonces no siguen bajando”, explicó Oliveros.
A su vez, se trata de un sistema “más liviano”. La experta precisó: “Es semi hidropónico y tiene una gran reserva de agua —de alrededor de 20 litros por metro cuadrado—, y eso contribuye a que la vegetación tenga menos requerimientos de riego y que funcione a una altura de sustrato muy baja”. Por ejemplo, para el césped utilizan una profundidad de seis centímetros, a diferencia de otros métodos que, en general, usan de 15 para arriba. “Es mucho menos. Más sustrato retiene más agua y eso termina siendo una sobrecarga importante”, resaltó.
Antes lograban una reserva de 7,88 litros por metro cuadrado, pero renovaron la tecnología y ahora mismo trabajan con la ANII para probar el nuevo módulo, que tiene una reserva de 20 litros por metro cuadrado utilizando la misma cantidad de material. Optimizaron el diseño al incorporar un entramado de hexágonos, “la forma más resistente que existe” y crearon un sistema que permite instalar los techos verdes de forma más ágil, llevándolos prontos a la obra.
El dilema del sustrato
El paisajista Cristian Álvarez, de Álvarez Cultivos, provee cultivos e insumos para la construcción de techos verdes. “Uno puede sacar tierra del jardín y ponerla en el techo; funciona, pero debe estar seguro de que la estructura soporta el peso de esa tierra y además no podrá plantar cualquier cosa”, aclaró. De hecho, la mayoría de las veces el sustrato que comercializa no lleva tierra, sino que está hecho de fibra de coco, perlita, vermiculita, ceniza, aserrín y compost, entre otros.
En cuanto al compost, lo hacen con residuos de las plantas que tienen en el vivero, como las podas. Hay momentos del año en los que tienen mucho, en otros poco, a veces nada, pero, en promedio, producen no menos de 70 metros cúbicos de compost anuales.
No obstante, Álvarez aclaró que los demás componentes —fibra de coco, perlita, vermiculita, etcétera— son importados. “Eso significa que vienen de un buque que gasta combustible y entonces termina siendo menos sostenible”, reflexionó. Pero, al mismo tiempo, “son imprescindibles para mejorar la calidad del verde”.
El paisajista lo explicó así: “Lamentablemente, lo local no resuelve lo que el techo verde necesita. No es que no se pueda generar la misma porosidad con componentes de la zona, pero el problema es que los que funcionan son residuos de otras industrias, como la cáscara de arroz, que no da para generar el volumen que se pide, y en algunas épocas hay y en otras no”. Además, agregó que en este caso resulta más barato traer los componentes del exterior. “Uno quiere vender el mejor producto al mejor precio posible y la realidad es que hoy el mercado no está tan interesado en cómo es la composición de ese sustrato”, sostuvo.
Qué vegetación elegir para el techo
El tipo de vegetación depende, en parte, del uso que se le quiera dar al techo. Por ejemplo, si la idea es que sea un espacio de esparcimiento, lo mejor es poner solamente césped, indicó Oliveros. También influye si está cerca de la playa; en ese caso, se recomienda utilizar “vegetación de primera línea”, como la gaura, una planta a la que “le gusta el aire salino”.
La diseñadora añadió que en el mundo se usan mucho los sedums porque tienen bajos requerimientos de agua y absorben más partículas de polvo. “Muchas escuelas en Uruguay tienen techos verdes y piden estas plantas. Pero son exóticas y me parece importante hacerlos con vegetación nativa”, expresó. De hecho, en aquel primer proyecto que hizo con la ANII entre 2012 y 2013, también probó que “los sustratos locales funcionan perfectamente bien en un techo verde”.
Por su parte, Álvarez mencionó que lo que más piden los clientes es que el techo requiera el menor mantenimiento posible. En este sentido, algunas de las que venden son nativas —como Grindelia orientalis, Petunia axillaris y Senecio vira vira—, pero otras no. “Hay gente que, por ejemplo, pone suculentas. Generalmente, no tienen como primicia que sí o sí tengan que ser nativas, pero sí incluyen nativas dentro de casi todos los techos verdes”, señaló.
En cuanto al mantenimiento, es necesario contratar a un jardinero, al igual que uno haría con un jardín común y corriente. “Se puede dejar al natural, pero no es lo ideal”, sugirió Oliveros. Y hablando de natural, agregó: “Con el tiempo uno se acostumbra y se le hace natural tener un jardín en el techo”.
En Verde Fácil han comercializado más de 10.000 metros de techos verdes entre el mercado local y las exportaciones. Han instalado esta tecnología en hoteles y paradores, en el mirador de la Intendencia de Montevideo y el Centro de Fotografía de Montevideo. “Se puede hacer en cualquier construcción cuya estructura esté preparada para la sobrecarga”, subrayó Olivero.
Su producto tiene un costo de alrededor de US$ 70 más IVA por metro cuadrado, dijo, y en ese monto se incluye la instalación. De todos modos, aclaró que puede bajar o subir de acuerdo a los metrajes.
Mientras, desde Álvarez Cultivos explicaron que venden insumos para cuatro o cinco proyectos al año. “Pueden ser diez en el mejor año, pero en metros cuadrados puede venir uno grande y termina siendo lo mismo”, señaló Álvarez.
Por último, Olivero expuso la necesidad de implementar una ley de techos verdes. “Si no hay un apoyo del Estado, no hay vuelta. Paraguay, por ejemplo, tiene un mercado similar al nuestro y tiene su ley. Argentina también la tiene. Nos llamaron del Ministerio de Ambiente para empezar a estudiar el tema como hace tres años y no pasó nada más”, afirmó. Y añadió: “Tenemos el eslogan de Uruguay Natural muy arraigado, pero no hay políticos que se interesen en ese tipo de ley”.