En casi tres años, desde que se aprobó la LUC se fijó la nueva metodología para la definición del precio del combustible, es un mercado que lo regula la Ursea. Desde entonces, Ancap ganó más de 300 millones de dólares en este grupo y dejó de cobrarle otros 450 millones de dólares al mercado local. "Si no se hubiera resignado esa ganancia, perfectamente el resultado del organismo en este negocio, podría haber sido de casi 800 millones de dólares", dijo a El País el presidente de Ancap, Alejandro Stipanicic.
A nivel internacional está planteado el desafío de incorporar nuevos combustibles. Por este motivo, Ancap está mirando hacia el futuro su participación en este tipo de negocios que implican productos sintéticos. "Estamos auditando antiguos depósitos de hidrocarburos que están vacíos y que pueden servir para almacenar CO2 que venga de otro lado y que, junto con el hidrógeno verde se produzca más metanol o de aceite hidrogenado", afirmó Stipanicic.
Pero también hay dificultades en la gestión de Ancap. Entre ellas, el negocio del portland arroja cuantiosas y sistemáticas pérdidas anuales que, desde el año 2000 contabilizan 760 millones de dólares. Este año el Directorio resolvió adoptar una “solución que entendíamos aseguraba los ingresos, nuevos mercados y fuentes laborales”, dijo el presidente de Ancap. “Al no haber funcionado esta salida, elaboramos un plan de liquidación puesto que no están dadas las condiciones políticas para que se acuerde el cierre del negocio”. En este sentido, se definió “ir a una reducción drástica de sus costos internos: de producción, variables, energéticos y de personal, a los efectos de que las pérdidas futuras sean menores".