Guillermo Azábal, EFE
Cuando Alec Baldwin ensayaba hace dos años una escena para el wéstern Rusten medio del desierto de Nuevo México, nadie podía imaginar que estaba a punto de acontecer unatragedia que acabaría convertida en uno de los casos más mediáticos del Hollywoodreciente.

El 21 de octubre de 2021, la estrella practicaba en el interior de una estructura que imitaba a una iglesia del siglo XIX con un revólver de utilería cargado misteriosamente con una bala real. El arma se disparó e impactó mortalmente contra el pecho de la directora de fotografía Halyna Hutchins e hirió al director Joel Souza.

Las autoridades estadounidenses continúan aún hoy tratando de averiguar, entre otras cosas, la procedencia de la munición en esa pistola de atrezo y el expediente, conocido como el caso “Rust”, mantiene contra la espada y la pared al propio Baldwin, que podría enfrentarse a una pena de entre 18 y 72 meses de prisión.

Él era protagonista y productor en esta película, pero ha negado repetidamente su responsabilidad en el suceso alegando que no era su deber comprobar las balas y que nunca apretó el gatillo, sino que se disparó después de accionar el martillo hacia atrás y soltarlo.

La fiscalía lo acusó en enero de homicidio involuntario por cometer “actos extremadamente imprudentes”, pero los cargos fueron retirados formalmente en abril después de una intensa lucha de sus abogados, que han sugerido que los funcionarios públicos actuaron condicionados por el “alto perfil” de su representado.

Cuando el caso parecía haber dado un respiro a Baldwin, el primer distrito judicial de Nuevo México nombró a nuevos fiscales y anunciaron esta semana que un gran jurado estudiará si vuelven a presentar la acusación contra el actor tras recibir nuevas pruebas. De acuerdo a especialistas, los fiscales normalmente no anuncian que recurren al gran jurado, a menos que vayan con la idea previa de buscar una acusación.

Los nuevos indicios presumiblemente podrían ir en dos direcciones: probar que el revólver no se pudo disparar sin apretar el gatillo, como corroboró un informe forense del FBI publicado el año pasado; o demostrar con solvencia que las condiciones de seguridad no eran aptas para el rodaje.

Horas antes de comenzar las grabaciones el día de la tragedia, hasta seis miembros del equipo abandonaron el plató en desacuerdo porque, según ellos, no se cumplían los niveles mínimos para filmar escenas con un arma y porque las jornadas laborales eran “demasiado largas”.

Asimismo, la Oficina de Seguridad y Salud Laboral de Nuevo México presentó meses después del suceso una denuncia en la que afirmaba que los directivos, entre ellos Baldwin como productor, “demostraron una indiferencia manifiesta” hacia la seguridad de los empleados y les impuso una multa de 100.00 dólares.

La armera y responsable del protocolo de seguridad durante el rodaje de Rust, Hannah Gutiérrez-Reed, está actualmente acusada de homicidio involuntario por no haber comprobado que había munición real en el set. La fiscalía ha apuntado a la hipótesis de que el descuido podría haberse originado debido a que Gutiérrez-Reed estaba “probablemente de resaca” porque bebía y fumaba marihuana por las noches durante el rodaje”, dijeron.

Por su parte, David Hall, primer ayudante de dirección y encargado de entregar el revólver a Baldwin al grito de “pistola fría” (sin balas reales), alcanzó un acuerdo de culpabilidad de uso negligente de un arma mortal y evitó la cárcel.

Los familiares directos de Hutchins interpusieron en febrero de 2022 una demanda por negligencia e incumplimiento de los estándares de seguridad contra el equipo de producción, Alec Baldwin incluido, pero ocho meses después anunciaron que la retiraban. Matthew Hutchins, viudo de la directora de fotografía, pasó a ser productor ejecutivo de Rust y las grabaciones se reanudaron este año.