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La exhibición reúne 39 obras de la última etapa del artista uruguayo curadas por Manuel Neves; está abierta de lunes a viernes de 12 a 18 y los martes, la entrada es gratuita
Inaugurada el 12 de noviembre pero con una vida accidentada por los cierres provocados por la pandemia, en el Museo Gurvich sigue hasta fin de mes Mi vida de cartonero, la retrospectiva del artista uruguayo, Washington Barcala.
Curada por Manuel Neves, se incluyen 39 obras del artista nacido en 1920; el motivo de la muestra es su centenario.
Barcala estudió en el Círculo de Bellas Artes a comienzos de la década de 1940 y tuvo un fugaz pasaje, pero permanente en su obra, por el Taller Torres García. En 1948, junto con su viejo amigo Espínola Gómez, se vinculó con Luis Solari y Juan Ventayol. Los cuatro formarían en 1949, el grupo Federico Sáez.
Tras varios viajes a Europa en la década de 1950, volvió a Uruguay donde se presentó, y ganó, en varios salones. En 1974 se radicó en Madrid donde continuó trabajando en la obra que se ve ahora en el Gurvich. Allí recupera materiales que podrían ser de deshecho para construir su propio universo en una recuperación de sus primeros acercamientos al arte. Son técnicas mixtas que parecen partir del constructivismo pero se abren a un montón de nuevas lecturas.
“Autor de un universo poético coherente y personalísimo, la obra de Barcala se vincula inicialmente al constructivismo de Torres García para evolucionar más tarde hacia un lenguaje próximo a las dicciones de la vanguardia internacional”, se lee en el catálogo de una retrospectiva de 2007 en la madrileña Fundación César Manrique. “En su itinerario creativo podemos reconocer a un artista lírico y antirretórico, constructor de delicados fragmentos de vida con sus materiales más humildes y efímeros”.
La exposición abarca los dos últimos pisos del Museo Gurvich que está en Sarandí entre Ituzaingó y Treinta y Tres. Está abierto de lunes a viernes de 12 a 18.00.
Las entradas salen 220 pesos pero los martes, hoy justo, la entrada es gratuita.