Lacy Duarte, la sutil fortaleza de ser mujer

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Rural: muñecas similares a las que hacía su madre en el campo.
Obra de Lacy Duarte

La artista plástica falleció a fin de 2015; habrá retrospectiva.

En la cultura, sobre todo en las artes visuales, cuando pasa la novedad o cierta fama, los artistas quedan un poco eclipsados", reconoce el director del Museo Nacional de Artes, Enrique Aguerre. Esa afirmación explica, quizás, porque pareció pasar desapercibida una noticia triste de finales del año pasado: la muerte de la artista plástica Lacy Duarte.

Duarte terminó siendo una artista ineludible para comprender el arte contemporáneo uruguayo. "Ahora, más que acordarnos de la muerte, vamos a empezar a acordarnos de todo su trabajo", reflexionó Enrique Aguerre, y adelantó que en 2017 el museo planea hacerle un homenaje repasando su carrera y la de María Freire, también fallecida en 2015.

Duarte (1937-2015) fue una pintora y artista plástica que marcó un quiebre en la década de 1980, "después de esa época no se puede contar el arte de nuestro país sin pasar por el trabajo de Lacy", explica Aguerre. Nacida en Mataojo, una zona rural de Salto, cerca del límite con Tacuarembó y Rivera, viajó sola a los 14 años a la capital salteña para seguir con sus estudios, y casi de casualidad —según ella confesó en una entrevista— terminó estudiando pintura.

Así, el Taller Figari del liceo Horacio Quiroga se convirtió en su segundo hogar, y de la mano del pintor húngaro José Czíffery dio sus primeros pasos en las artes visuales. Años después se trasladó a Maldonado, ya casada con el también pintor Aldo Peralta. También vivió en Montevideo y San Pablo, pero nunca olvidó su infancia en el medio rural, que terminaría por definir una importante etapa de su trabajo.

Como artista pasó por distintas facetas, como todos, y manejó diferentes formas de expresión. Hizo telares, pinturas —su serie "Recurrencias" le valió muchos elogios— y también objetos.

A través de este último medio reflejó las memorias de su infancia, en una casa humilde compuesta por diez hermanos y sus padres, y de las costumbres del campo. Sin embargo, no era una mera réplica, sino que ella había digerido eso de tal forma que lo transformó en algo contemporáneo. "No es arte pobre. Es desde lo pobre", aseguró ella en aquel momento, una frase que quedó para la memoria.

"Lo particular de Lacy es que era una mujer del interior profundo de nuestro país, rural, una mujer que normalmente no tiene visibilidad o no tiene voz. No era localista, folclorista, sino que era tremendamente contemporánea", dice Aguerre.

El nivel de su trabajo la llevó a exponer en la galería Linda Moore, en Estados Unidos, en el Museo de Arte Contemporáneo de Rio Grande do Sul y en las bienales internacionales de Venecia, París, Cuenca y Cuba. Recibió elogios en todos lados.

Más allá de lo artístico, la salteña también tenía una faceta política que desarrolló como militante del Partido Comunista y por su involucramiento en las cuestiones de género. De todas formas, en un punto el arte y la política se cruzaron y el resultado fueron varios tapices y móviles tejidos en la década de 1980 alusivos al impacto que tuvo en ella la dictadura uruguaya cuando tuvo que exiliarse en Brasil. Su rol de mujer, por ejemplo, lo reflejó en la serie de pinturas neoexpresionistas "Rituales, mitos, espejos y mentiras", su primera exposición como pintora.

"Mamá era el arte, ella era el arte. Era su vida", afirma con la voz entrecortada Pablo Peralta, uno de sus dos hijos, artista también, que la recuerda trabajando en sus obras.

"Era una mujer muy solidaria, fue terrible docente. Creía mucho en los cambios. Ella tenía la utopía de un mundo más cultural, más sensible", dice su hijo. Y todos sabemos que tiene razón.

Lacy Duarte. Foto: Pablo Bielli/Museo Figari
Lacy Duarte. Foto: Pablo Bielli/Museo Figari
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