EXPOSICIÓN

Leonilda González, la artista pertinaz que osó ser y crear desde la alternancia

Para conmemorar el centenario de la premiada pintora y grabadora uruguaya, el Museo Nacional de Artes Visuales inauguró una exposición que exhibe veintidós obras de su acervo.

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Leonilda González
Obra de Leonilda González, Novias Revolucionárias I, de 1968.
Foto: Museo Nacional de Artes Visuales

* Por Manuella Sampaio

Son dos palabras y a la vez funcionan como una”, cuenta Fernando Loustaunau, en charla con El País, sobre el título de la exposición La pertinaz alternancia de la que, junto a María Eugenia Grau, es el curador. La muestra homenajea a la artista uruguaya Leonilda González en el marco de su centenario (nació en 1923 y murió en 2017). “Y no es menor, es fruto realmente de una reflexión”, complementa Grau sobre como la bautizaron.

Laexposición, que alberga 22 obras, fue inaugurada el 7 de marzo y permanecerá hasta el 4 de junio en la sala 3 del Museo Nacional de Artes Visuales. Se podrá visitar de martes a domingos de 13.00 a 20.00. La entrada es libre y gratuita.

Para Grau y Loustaunau, “pertinaz y alternancia” son dos palabras que retratan bien a la artista, quien fue la fundadora del Club de Grabado de Montevideo y recibió diversos premios a lo largo de su trayectoria, incluidos el Morosoli de Plata y el Figari, ambos por su trayectoria artística.

“Leonilda fue una artista pertinaz en su alternancia, hizo un compromiso de vida, perenne, con su arte, con la docencia y el Club de grabado”, explica Grau. “Un compromiso vital con una estética y con un modelo de vida”, agrega Loustaunau .

Valiéndose de un conjunto de obras de la colección del MNAV, los curadores buscaron hacer un “recorrido vital” por la obra de González, exponiendo algunas de sus más significativas series temáticas en xilografía, la técnica más destacada y recordada de su obra. En este recorrido, además de la serie de grabados de fines de los sesenta, Novias revolucionarias (antes, Novias muy enojadas), están también niños y animales que la artista retrató y hacen referencia a su infancia en Minuano, la localidad rural en el departamento de Colonia, donde creció. Es imposible caminar por los pasillos de la sala 3 del museo y no admirarse con los expresivos ojos, a veces tristes o enojados, otras veces sorprendidos o miedosos, de los personajes que creó.

Niños y caballos, Leonilda González, 1966.
Niños y caballos, Leonilda González, 1966.
Foto: Museo Nacional de Artes Visuales.

Alternancia

A sus 26 años González se mudó a París para estudiar con los reconocidos pintores Andre Lhote y Fernand Leger, viajó por Latinoamérica y otros países de Europa, dio clases de grabado, cursos, talleres y conferencias; tras 10 años de exilio, primero en Perú, luego en México, en 1986 regresó a Uruguay, donde continuó ejerciendo como artista y docente en su taller independiente “José Guadalupe Posada”. De ahí también, la alternancia evocada en el título de la exposición.

“Leonilda se sometió a distintas situaciones en la vida, distintos escenarios, de todo orden, desde sus penurias económicas de la infancia hasta el ser adulto que termina siendo docente y transmitiendo la influencia del club del grabado en el exterior”, cuenta Loustaunau.

Novias revolucionarias, de Leonilda González.
Novias revolucionarias, de Leonilda González. Foto: Colección del MNAV

Los años que vivió en el exterior, incluso los que estuvo exiliada, conformaron un tiempo en que la artista pudo difundir parte de lo que había hecho, además de dar a conocer el club de grabado. “Nunca dejó de trabajar por la difusión del grabado como técnica y como forma de pensar al arte”, señala Grau.

Sobre las obras seleccionadas para la exposición, Loustaunau señala que las piezas hablan de un momento en que González “expresa una queja en el sentido literal de la palabra, sobre la sociedad preestablecida y las costumbres”. Resalta, además, el arte disruptivo de una artista que denunció aspectos estructurales del ordenamiento social de la época.

Leonilda González
Obra Novias Revolucionarias V, de Leonilda González, de 1968.
Foto: Museo Nacional de Artes Visuales

“Hay cosas que a uno pueden parecer obvias hoy. Por ejemplo, ese rechazo al matrimonio que ella expresaba, pero también pensemos en el momento histórico en que Leonilda se ocupó de esto, en los años 60 no era de recibo hacer una denuncia de esta naturaleza”, complementa Loustaunau mientras apunta para una de las Novias rebeldes de la artista.

González, que en 1976 trabajó como funcionaria del MNAV, cargo al que renunció en 1976, antes de exiliarse en el contexto de la dictadura, ahora retorna a las salas de la institución a través de sus obras y también de su figura: en el centro de la exposición hay una fotografía de la pintora y grabadora, que falleció en 2017, con 93 años, en la que fue captada con sus herramientas de trabajo. Una elección curatorial que rinde un claro homenaje en el centenario de esta artista imprescindible, que supo navegar las adversidades y alguna vez declaró que “producía por una necesidad irrefrenable de crear”.

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