ENTREVISTA
Se anunció que "Atchugarry Monumental", un documental, será exhibido en un servicio de streaming, mientras no para de trabajar y prepara muestras para el verano
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Monumental es una palabra que bien define a Pablo Atchugarry y él, con su aspecto de gigantón bueno, lo reconoce. Es así que Atchugarry Monumental es el nombre ideal para un documental sobre su vida y su obra.
Así se llama, precisamente, la película de Alejandro Berger, Luis Ara y Lucas Vivo dirigida por Ara y Berger que sigue dos años de su vida: nada menos que los que llevaron a la inauguración del Museo del Arte Contemporáneo Atchugarry (el MACA) en su taller, galería y parque de esculturas de Manantiales, y una muestra retrospectiva en el Palazzo Reale de Milán. Se lo ve en su casa del Lago di Como, en Carrara en la cantera de dónde sale el mármol especial de sus obras (y que es el mismo que usaba Miguel Angel) y en Manantiales.
Aún no está confirmada la fecha de estreno pero todo indica que podría ser antes de fin de año y en Disney+. Pero su anuncio es una buena excusa para volver a hablar con un maestro uruguayo que bate records internacionales y que, para fortuna del resto de los mortales, no para de crear cosas.
Este es un resumen de una charla con El País.
—¿Monumental es una palabra que lo define?
—Tal vez sí porque siempre me embarco en empresas más grandes de lo que pueda hacer. Hay un dicho en Italia que dice “non fare il paso piu lungo que la gamba”, pero yo siempre doy pasos más largos que mi pierna. Y después trato de correr y llegar.
—Y está su vínculo con el mármol.
—Sí, claro. Con el mármol, con obras monumentales, con toda la historia que tengo con la montaña. Y esos proyectos que, de alguna manera son monumentales y después requieren espacios públicos.
—¿Cómo se toma esto de un documental sobre su vida?
—Es emocionante pero no sé si mi vida merece un documental. Fueron dos años de viajes por Estados Unidos, por Italia, por acá por Uruguay. Fue compartir mi vida con Lucas Vivo, Luis Ara y Alejandro Berger. Fue compartir lindas cosas y uno va soltando lo que tiene adentro, la propia intimidad. Está muy bien captado y coincidió con un momento especial de mi vida: el lanzamiento del MACA y una gran exposición en Milán, en el Palazzo Reale, el lugar más prestigioso de Italia y donde en 1953, Pablo Picasso exhibió el Guernica. En la misma sala, más de 60 años después me tocaría a mí hacer una muestra.
—Por lo visto en el documental refleja un tiempo estresado que usted, la verdad, se toma con bastante buena actitud. ¿El estrés es parte de su vida?
—Sí. Por ejemplo estamos programando para el MACA dos grandes muestras para el verano: una de Julio Le Parc y otra de Guillermo Kuitka. Las obra de Le Parc estaban en París y hubo que mandar dos camiones y seis personas desde Italia para que las obras puedan llegar en tiempo para estar colgadas el día de la inauguración. Siempre hay fechas que a mi me estresan porque dependen de muchos factores.
—En el documental está rodeado de su familia y de sus amigos. ¿El amor es un parte crucial en su obra?
—Sí. En realidad, el amor es parte importante del ser humano y la sociedad toda, y que la tenemos que defender siempre y buscarnos el tiempo para poder amar a la naturaleza, a los otros seres humanos. Tenemos que alejarnos de nuestros propios egos para lograr algo más general para la gran familia.
—También habla mucho sobre la luz de Italia y Manantiales. ¿Hay algún rasgo que identifica su obra hecha en Uruguay?
—Acabo de venir de Italia y justamente los días en el hemisferio norte son más cortos, hay menos luz, así que yo voy un poco siguiendo la luz. Me influye personalmente y en el trabajo: cuando se acortan los días en un hemisferio yo me voy al otro, buscando la luz. Soy como las golondrinas. Acá en el este hay una luz muy especial y ahora que empieza el verano, esa luz, los colores, son muy estimulantes.
—¿Cómo ha cambiado su vínculo con el mercado del arte a lo largo de su carrera?
—Los primeros pasos fueron muy difíciles y había que hacer mucho esfuerzo para poder vender una obra y vivir del trabajo. Las dificultades han ido cambiando, hay mucho interés por mi trabajo, así que la problemática, ahora, podría ser que los galeristas piden más obra. Y uno tiene dos manos.
—Hace poco se subastó una obra suya en 650.000 dólares. ¿Conoció al comprador?
—No, pero sé que pasó por una galería de Venecia y es un americano. A veces con los años uno se encuentra con los compradores.
—¿Hay alguna de sus obras que eche de menos?
—Considero las obras como hijos, y los hijos es lindo tenerlos cerca pero también es lindo que sigan con su propia vida, den sus propios pasos. Entonces no estoy muy apegado a las obras, aunque ahora tengo la suerte de conservar mi primer obra en mármol y estoy trayendo mi primera escultura de 1971, un pequeñito caballito de arena y portland que estaba en Italia y ahora vuelva a casa.
—¿Qué lo llevó a ser esta suerte de estrella en el mercado del arte?
—Lo importante es no marearse. Sigo trabajando como el primer día; mis rutinas de trabajos son de 12 horas por día, sábado y domingo incluidos, y una vida de trabajo permite tener los pies sobre la tierra.
—Pero también hay otros factores como suerte, contactos...
—Todo hace falta y nunca se llega al nivel en el que uno puede decir que ya llegó. Lo importante es el camino. Pero en ese camino hay encuentros, hay momentos justos y gente que cree en el trabajo de uno.
Verano con grandes muestras y festival
Además de unas importantes muestras de los argentinos Julio Le Parc y Guillermo Kuitca (dos grandes nombres del arte latinoamericano) que se inauguran el 6 de enero, el Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry allá en el predio de Manantiales, volverá a alojar al ARCAInternational Festival of Film and Arts.
Su segunda edición se inaugura el 2 de enero con la avant premiere mundial (antes de ir al circuito de festivales internacionales) de Los hijos de la montaña, otra película sobre Atchugarry, una producción de Coral Cine dirigida por Mercedes Sader. El festival este año incluye 15 películas internacionales con exhibiciones en las salas del MACA y una función nocturna en el parque de esculturas de la Fundación Atchugarry.
Como todas las actividades del lugar, incluyendo el ingreso al MACA, el festival es gratuito.