ACONTECIMIENTO
Heber Perdigón acaba de editar una imponente monografía sobre José Gamarra, un artista prodigio de Tacuarembó que se radicó en París a mediados de la década de 1960
Es un libro imponente porque así de grande es la necesidad de (re)descubrir una figura como la de José Gamarra, el artista plástico uruguayo radicado en París desde 1963 y con una obra que abarca más de siete décadas. De la edición y del texto monográfico se encargó otro uruguayo parisino, Heber Perdigón. Es un gran trabajo.
“Gamarra se lo merece por su inmensa trayectoria”, le dice, vía telefónica, Perdigón a El País. “En Uruguay no le han dado mucha bolilla pero En Europa, sobre todo en Francia, sí”. El volumen, que incluye unas 900 reproducciones de sus obras, salda esa carencia.
“Ningún museo en Uruguay lo ha expuesto a Gamarra, por ejemplo”, dice Perdigón. “Creo que es porque su obra tiene una lectura muy fuerte y a veces puede molestar. No son dibujitos animados para sonreírse: son obras profundas”. El hecho de estar en el extranjero, dice Perdigón, puede haber influido en esa displicencia.
Recientemente en Uruguay su obra se vio en Uruguay en 2009 en Los 60’s en Galería de las Misiones de José Ignacio y en el Ministerio de Transporte y Obras Públicas (Dibujos años 60 y 70) y en 2011 en Los 60’s y el pop en Galería Sur de Punta del Este.
Gamarra nació en Tacuarembó en 1934, fue un niño prodigio del arte, antes de usufructuar una beca para estudiar grabado en Brasil que lo tuvo varios años en el país vecino. En 1961 ganó el premio de grabado de la I Bienal de Jóvenes de Uruguay. Dos años después se radicó en París donde “modificó su estilo orientado hacia un realismo mágico de minuciosa ficción iconográfica vinculada a la historia y política latinoamericanas”, según escribió Nelson Di Maggio en su Diccionario crítico de las artes visuales en Uruguay.
“Hay mucha gente que lo asocia con pintores franceses como Henri Rousseau que para mi es naif y Gamarra no lo es: es más comprometido”, dice Perdigón. Su obra es muy variada y el libro lo deja bien claro.
Está dividido en tres secciones (“Infancia y adolescencia”, “Signos”, “Transición” y “Selva”) e incluye una exhaustiva cronología. Permite rastrear influencias, cambios y una pulsión creativa que no ha cesado: Gamarra sigue, a los 88 años, trabajando en su taller parisino.
Para acomañar el viaje, el libro incluye textos poéticos o instructivos de Jorge Abbondanza, Eduardo Galeano, Angel Kalenberg entre otros. Perdigón conoció a Gamarra en 1982 en una muestra en la galería Albert Loeb y aunque fue a ver a otro artista terminó descubriendo una obra que lo impactó. Fue recién en 2008 cuando se entusiasmó con publicar el libro pero hace unos cinco años, Gamarra aceptó la idea. Compartieron una investigación de más de tres años.
“Empecé con la obra que tiene en su casa y después consulté museos, galerías, coleccionistas privados”, dice. “Su obra está repartida entre más de 30 o 40 instituciones, algunas de ellas uruguayas. Fue muy enriquecedor trabajar con su obra y saber cómo la gente lo aprecia”.
La etapa de Gamarra que más se conoce en Uruguay es la de los signos, que hizo antes de viajar a Francia y que es la que más se encuentra en las subastas locales; su serie de la selva es menos conocida por acá y es una etapa madura y muy reflexiva. El libro permite descubrirla y, para el neófito va a ser una sorpresa.
“Hemos recreado a la naturaleza con nuestras propias manos, sin copiarla, hemos aprendido a mirarla y a penetrarla, con ojos enriquecidos por las imágenes, mientras la mirada camina por latitudes inmensas”, dice Gamarra en uno de los textos del libro de Perdigón. “Así, al momento de pintar, la memoria da todo lo que ella no sabría olvidar: debemos recordar siempre, representar todo aquello que nuestra memoria conserva”.
Gamarra, quien planea hacer una donación al Museo Nacional de Artes Visuales, es uno de esos grandes artistas que, a pesar de su carrera y su obra, necesitaba un libro así para entenderlo en su justa dimensión. Un trabajo bienvenido.