MATÍAS CASTRO

Al grito de "Arriba todo el mundo porque vamos a vomitar hasta el primer fideo" Moria Casán se llevó su troupe lejos de un restaurante en Mar del Plata y volvió a convertirse en noticia. Supuestamente ella y los suyos habían sido mal atendidos y servidos con comida de mala calidad que (otra vez, supuestamente) le provocaron hasta vómitos. Estaban comiendo en el lugar como parte de un acuerdo de canje, comida por promoción en la obra de teatro que produce y protagoniza Casán. El hecho fue debidamente filmado y ahora se puede ver en Internet (también se vio en la tele) lo que ocurrió el viernes pasado y de este modo un problema común y corriente, que afectó a un puñado de personas durante unos minutos, se convirtió en asunto de discusión y debate regional.

Es el poder del divismo, no hay dudas.

Si bien el público uruguayo y buena parte del argentino no verá la obra de Casán en Mar del Plata, todos sabrán de ella. Problemas como este, magnificados hasta el infinito por algunos medios de comunicación que dedican programas interminables a debatirlos, convierten cosas así en cuestiones aparentemente importantes. Es un mecanismo que, a su vez, forma parte de lo que ha alimentado durante décadas el divismo de Casán, divismo que le permite actuar como se la ve en el video. Furiosa, ofendida, con la frente bien en alto, le dijo a la dueña del lugar "No tenés clase", cuando le criticó su servicio. El tema de tener clase y altura es clave en la personalidad de figuras que son capaces de escribir "hojo" pero que reclaman a los gritos si no se los trata como ellos quieren. Claro que esto no es lo que ve el público. A los espectadores les llega una anécdota más sobre una discusión en un restaurante hecho que apunta a que Casán y su equipo estrenan obra de teatro en Mar del Plata. En plena temporada teatral del verano argentino conviene siempre tener presente que todo escándalo y pelea apunta, responde solo a dos temas: el divismo y la venta de entradas.