Adrián Suar habla de su segunda película como director, "Mazel Tov": "Las buenas películas copian la vida"

Mañana se estrena en cines rioplatenses, la nueva del actor y productor argentino que dice cada vez sentirse más cerca de la dirección de un cine y de hacer un cine cada vez más emocional

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Lorena Vega y Adrián Suar en el rodaje de "Mazel Tov"
Foto: Difusión

Marcelo Stiletano, La Nación/GDA
E toda una rareza, al menos a primera vista, escuchar a Adrián Suar hablando de una nueva etapa en su ya larga, prolífica y multifacética trayectoria artística. “Mazel Tov es un punto de inflexión en mi carrera”, revela antes del estreno de su segunda película como director que llega este jueves 17 a la cartelera uruguaya.

Además de actor, productor, creador de ideas audiovisuales y el manejo artístico de un canal de TV abierta, en agosto de 2022 sumó una nueva faceta, la de realizador cinematográfico, con su ópera prima detrás de las cámaras, 30 noches con mi ex.

Suar está cambiando, pero a su manera. Por eso ahora dice que “no se cierra una etapa, se abre otra”. Y dice que quiere mostrar a través de Mazel Tov más que nada desde el aspecto emocional. A través de una película que se apoya, según el guión de Pablo Solarz, en el reencuentro de cuatro hermanos (Suar, Fernán Mirás, Natalie Pérez y Benjamín Rojas). Se estrena mañana en cines uruguayos.

La historia comienza cuando Darío Roitman (Suar) decide extender su permanencia en Buenos Aires, donde regresó de Estados Unidos, donde vive, para afrontar junto a sus hermanos una nueva etapa marcada por una sucesión de contrastes (hay un fallecimiento crucial, nacimientos y bodas en el horizonte cercano) relacionados con esos vínculos fraternales, las culpas, los perdones, las reconciliaciones y la mortalidad.

“Haber hecho la primera película en 2022 fue una experiencia hermosa”, cuenta. “Quería volver al tema de los vínculos, pasando de una historia alrededor de una ex con alusiones a la salud mental a otra más cercana a la familia, más específicamente a los hermanos. Las ideas a veces tardan dos o tres años en madurar y a partir de esa base empezamos a armarla”.

—¿Qué aprendizajes te dejó 30 noches con mi ex, tu primera experiencia como director?

—El vínculo con la gente, los tiempos del cine. Ahora sé mucho más lo que voy a filmar y qué busco en una escena, porque también sé mucho más lo que voy a hacer en el montaje.

—En Mazel Tov repetís la experiencia de estar al mismo tiempo delante y detrás de las cámaras.

—Por ahora. En algún momento eso va a cambiar…

—¿Cuánto hay de autobiográfico en esta película?

—Poco. Conozco bien el mundo que muestro en la película. El haber vivido casamientos, entierros, nacimientos y fiestas como hechos tradicionales que transcurren dentro de una familia. Eso lo transitamos todos. Pero hechos concretos como los que se cuentan allí, no.

—Nada que hayas vivido personalmente.

—Nada. Pero así como no hay nada, también hay todo… En la película hay cuatro hermanos y en mi vida personal también. Tradiciones sí, las recorrí todas. Pero las situaciones de la película no tienen nada que ver con mi vida. Es una película de familia judía, pero con ceremonias universales. Un casamiento siempre es un casamiento. Lo mismo pasa con la muerte de un padre.

—Hablando de tradiciones, por primera vez representás en la pantalla aspectos de tu identidad judía, tus orígenes, tus raíces. Y tu personaje, Darío Roitman, honra la memoria de tus antepasados y sigue sus rituales.

—Sí, está toda esa tradición expuesta. Pero esa misma historia también podría aplicarse a una familia española o italiana. Lo más importante pasa por los vínculos humanos, algo que excede a cualquier identidad o religión, aunque incorporo lo pintoresco del casamiento judío, por ejemplo.

—Cada personaje tiene su momento propio, que permite el lucimiento individual de los actores.

—Eso fue deliberadamente pensado desde el guion y apoyado por el formidable trabajo en el casting de Iair Said. Está Benjamín Rojas, el hermano más desapegado. La única mujer de la familia, Natalie Pérez, muy apegada a mí y al resto. Y el personaje de Fernán Mirás, el hermano mayor, con sus problemas y su personalidad.

—¿Qué les pedís como director a tus actores? ¿Les das libertad para improvisar?

—No hay improvisación, porque el libro ya estaba consensuado desde el vamos y es lo que siempre quisimos filmar. Metimos muchos ensayos, unos 10 antes de las siete semanas de rodaje. Generalmente voy al set con la idea clara de lo que trabajamos previamente con Pablo Solarz, pero siempre aparecen en el día de rodaje inspiraciones propias de cada actor. Puede surgir algo distinto y algo nuevo, que a lo mejor no se percibe hasta que el actor pone la voz y el cuerpo .

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Adrian Suar y Natalie Pérez en "Mazel Tov"
Foto: Difusión

—Como en 30 noches con mi ex, apostás de nuevo a un estreno importante en pantalla grande en un tiempo en el que la mayoría de los títulos más fuertes del cine argentino se inclinan directos por las plataformas de streaming.

—Sigo creyendo mucho en el cine, sobre todo después de todo lo que hice y a pesar de que esté atravesando un momento difícil en Argentina. Ir al cine es una gran ceremonia social que me gusta particularmente. La practico mucho. Me encanta organizar esa salida, elegir el día, el lugar. No es lo mismo ver una película en tu casa que hacerlo en un cine, donde todos vibran al mismo tiempo alrededor de la risa o de alguna situación incómoda.

—¿El cine pensado por vos detrás de las cámaras va a ocupar cada vez más lugar en tus planes artísticos?

—De a poco sí. Va a ir pasando eso. De aquí en más en algunas películas estaré como actor y en otras no. Llevo hechas unas 15 y todavía tengo mucho para dar. Lo que veo con "Mazel Tov" es el puntapié inicial de una serie de ideas vinculadas a un cine más emocional, identificado con el espectador. La ficción tiene sus matices, pero las buenas películas copian la vida.

—¿Empieza entonces una nueva etapa para vos?

—Voy a seguir con la comedia en la medida que pueda. Amo el género y quiero seguir allí, pero hay un proceso lógico de mi carrera como actor y ahora como director que me lleva a explorar otras cosas. Con Mazel Tov la idea es que la gente pueda reírse y también emocionarse al sentir que le pasó algo parecido a lo que viven los personajes. ¿Qué nos pasa al perder a un ser querido? ¿Qué lugar ocupa en la cabeza un padre? ¿Un hermano? Son situaciones que interpelan y emocionan.

—¿Te vas a tomar otros dos o tres años para hacer tu próxima película como director?

—A lo mejor filmo a fin de año otra vez. Si me gusta algo me meto de inmediato, pero por mis otras tareas con una película por año estoy bien. Hace mucho que no me dedico las 24 horas a hacer solo una cosa.

—Aunque hayan cambiado el enfoque o los vínculos, pasa el tiempo y seguimos reconociendo en la pantalla al Adrián Suar de siempre. Nunca hiciste un click como el de Francella para salir de lo conocido y buscar otros caminos, otro rango de actuación. Todavía no te vimos en el cine con otra cara. Siempre sos Adrián.

—Ojo, depende de cuál sea el personaje. Los personajes de mis películas no son Adrián. Son versiones de lo que vos creés que es Adrián. Y Adrián no es ninguno de ellos. ¿Vos hablás del aspecto?

—Sí.

—Yo no creo tanto en la metamorfosis física. Mi personaje no es el mismo en El fútbol o yo, en Dos más dos, en Me casé con un boludo, en Un novio para mi mujer o en 30 noches con mi ex. Son totalmente distintos, lo ves en la energía de cada uno. El desarrollo y el arco dramático cambian. Uno es más envidioso, otro más ingenuo o más pícaro. Hay varios renglones diferentes que vengo explorando.

—Dijiste al comienzo que Mazel Tov es el punto de partida de una nueva etapa, pero tus ciclos siempre parecen tener plazos mucho más largos de lo habitual.

—No se cierra una etapa, se abre otra. Mazel Tov es un punto de inflexión en mi carrera. Por el tipo de película, por tocar temas más acordes con mi edad. Volveré a la comedia, pero las edades están cambiando y a veces estoy más grande para esas cosas. Aunque si fuera por mí seguiría haciendo comedias como Me casé con un boludo.

—¿Algún director te tentó para explorar otro lugar como actor, a salir de tu espacio más conocido?

—Sí, me tentaron para hacer otras cosas que no pudieron darse más que nada por los tiempos. Estoy abierto a hacer cosas distintas que signifiquen un desafío para mí. Eso va a llegar.

—¿Hay deudas que quieras saldar en este momento, proyectos que pasen por tu cabeza y te lleven a decir: este es el momento adecuado para llevarlos a cabo?

—Mazel Tov es algo que quería hacer. Una película que hace mucho no se ve en el cine argentino y que genera tanta identificación desde lo emocional. Es un mundo que conozco muy bien desde que encaramos los unitarios de Polka como Tratame bien, Locas de amor, Tiempos compulsivos. Son los vínculos esenciales de la vida llevados al cine. Ese es el aporte que puedo hacer hoy. Estoy maduro para eso.

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