CRÍTICA
Crítica de la tercera entrega de la saga mágica que se basa en el universo de Harry Potter, y que ya se estrenó en cines uruguayos
No hay introducción porque no se la necesita. Los espectadores e interesados en el universo Harry Potter ya sabemos quién es quién y a qué bando pertenecen cada uno de los personajes.
Animales fantásticos: los secretos de Dumbledore es la onceava película del mundo generado por el mago más popular del mundo ficticio, y la tercera de la saga que comenzó en 2016 y también se volvió un éxito.
La historia, estrenada esta semana en cines locales, inicia con el encuentro entre Dumbledore (Jude Law) y Grindelwald (ahora con el rostro de Mads Mikkelsen, tras la salida apresurada de Johnny Depp, luego de que su exesposa Amber Heard lo acusara de violencia física y psicológica). Era uno de los momentos más esperados por los fanáticos, y con solo tres frases se confirma lo que se especulaba desde hace tiempo: los magos tuvieron una relación sentimental.
Desde las aventuras de Harry Potter se conoce el nombre de Grindelwald y su historia de desprecio hacia los humanos. Él es, junto a Dumbledore, el nexo entre las dos sagas, y el personaje que mayor protagonismo ha ganado. Un discurso de corte fascista y una personalidad magnética lo hicieron un villano a temer.
En Los secretos de Dumbledore ese encuentro breve, en una cafetería, tiene todo lo que se podía esperar de la primera reunión entre dos adversarios así: la amenaza de Grindelwald a Dumbledore para que no intente detenerlo, y la explicación de Dumbledore de que cuando eran jóvenes aceptó sus planes solo porque estaba enamorado de el. Esas cosas del corazón...
Mientras tanto Newt Scamander (Eddie Redmayne), o sea ese veterinario de criaturas mágicas que tiene una valija al estilo Mary Poppins y que protagonizó desde el inicio a la saga, intenta proteger a un ciervo de piel escamosa de los seguidores de Grindelwald en una escena con bastante acción y hechizos. No logra su misión, pero hay una sorpresa que aliviana la pérdida.
“El mundo que conocemos está por cambiar”, le dice Dumbledore a Newt y al hermano de este, quien ya sabe que el villano es una amenaza para la comunidad mágica. Y es acertado el comentario, porque la película toma un tinte político que no estaba presente en las anteriores entregas. Aquí hay un intento de golpe de Estado, una conspiración a escala global y algunos discursos que parecen sacados del diario de hoy.
Para salvar el día (y al mundo), Dumbledore armará un equipo al estilo La gran estafa.
En Alemania, la comunidad mágica está enardecida. Grindelwald es exculpado de los crímenes que recaían sobre él justo antes de que se elija al nuevo líder mundial, por lo que el ministro local quiere que el mago malvado participe de los comicios. Parece una apuesta arriesgada, aunque su estrategia es clara: “Dejen que participe, y cuando pierda entenderá que el pueblo no está con él”.
Pero claro, es una idea inocente. El hombre no sabe lo que puede llegar a hacer Grindelwald con tal de lograr sus objetivos.
Sobre la mitad de la película comienza a gestarse la resolución que incluye un juego final al estilo El caso Thomas Crown, para despistar a los adversarios. Es un momento bien logrado donde no faltan los hechizos y los chistes. Y si bien el final es un tanto esperable y hasta infantil, no hay que olvidarse de que estamos ante una saga para público juvenil y de que, de hecho, ya se sabe qué pasará al final de la quinta película. Pero hay otros misterios que develar.
Esta tercera entrega tiene más momentos de humor que las anteriores, hay nuevas criaturas mágicas y muchas aventuras entretenidas. Eso aliviana un metraje extenso, de casi dos horas y media.
Claro que el gran destaque de la entrega es, justo, la novedad: Mads Mikkelsen, que con esta película puede jactarse de haber participado en tres de los universos más taquilleros del cine: el de Marvel (fue el villano de Doctor Strange), el de Star Wars (fue el creador de la Estrella de la Muerte en Rogue One) y ahora el de Harry Potter. Mikkelsen le aporta más tensión al personaje, alejado de los manierismos y ese tono de voz al estilo Piratas del Caribe que le había dado Depp.
El director David Yates, presente en el universo Hary Potter desde La orden del Fenix, vuelve a presentar un empaque vistoso con algunas escenas bien resueltas y donde todo está correcto y en su lugar.
Y no será la mejor de la saga, pero esta entrega tiene todo lo que los fanáticos esperan, las revelaciones y un duelo mágico de final amargo. Y con dos películas por delante, todavía le quedan unos giros de tuerca (y de varita) a esta fantasía.