Camino al Oscar: detrás de toda gran película hay una buena historia; estas son las de 2022

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El poder del perro

Candidatas

La categoría mejor guion es una de "los cinco grandes" que se entregarán el próximo 27 de marzo; el gremio de los guionistas premiaron "No miren arriba" y "CODA" pero puede haber sorpresas

Conseguir una buena historia y contarla bien: el a menudo recelado trabajo de los guionistas está, muchas veces, en el centro mismo de por qué nos gusta el cine. Una película puede tener tomas innecesarios, encuadres repetitivos e incluso actuaciones mediocres y salir ilesa, pero si la historia no está buena, está condenada.

Y, sin embargo, los guionistas suelen ser vistos como el hilo más delgado del ecosistema industrial del cine. Su trabajo está a merced de productores temerosos, directores atrevidos, correctores estrictos y estrellas con derecho a voz y voto. Se han hecho películas sobre el papel de los libretistas y las presiones de entregar un producto artístico para satisfacer una industria. Barton Fink de los hermanos Coen, por ejemplo. Y lo que vivía Barton era una penuria.

En los Oscar hay dos categorías dedicadas a los libretistas: para guiones originales (o sea creados para la ocasión) o adaptados, es decir aquellos que toman un material original (un libro, un comic, un video juego, una atracción de feria, una obra de teatro) y lo hacen película.

Junto con mejor película, dirección, actor y actriz integran “los cinco grandes”, es decir los cinco premios más importante de la ceremonia al punto que es un acontecimiento cuando algunas las gana todas. Fueron pocas: Lo que sucedió aquella noche en 1934; Atrapado sin salida en 1975 y El silencio de los inocentes en 1991. Este año no hay ninguna que se vaya a integrar a ese selecto club.

Los guionistas más oscarizados son Woody Allen, Paddy Chayefsky y Billy Wilder con tres estatuillas cada uno. Tampoco se va a sumar nadie este año a ese podio, aunque dos de los nominados van por su segundo Oscar.

Mejor guion adaptado

Se hace pero no está bien: comparar el libro con la película que los adapta. No solo porque es, en definitiva, una ingratitud para el trabajo del adaptador, sino porque está errado: un libro es un libro y la película que sale de él es, perdón el didactismo, una película intermediada por la mirada del director, el productor y el guionista. El libro es más materia prima sobre la que trabajar.

Este año, es zafra de “a mi gustó más el libro” ya que tres de las cinco películas nominadas a mejor guion adaptado provienen de orígenes literarios más o menos conocidos. Así Dunaes la adaptación (de Jon Spaihts y Denis Villeneuve y Eric Roth) de una novela de ciencia ficción (de Frank Herbert); La hija oscura (guion de Maggie Gyllenhaal) sale de un best seller reciente de Elena Ferrante y la japonesa Drive my car es una adaptación (a cargo de Ryusuke Hamaguchi y Takamasa Oe) de un cuento de Haruki Murakami; los tres son autores que tienen muchos lectores en Uruguay.

La historia de El poder del perro proviene de un libro no tan conocido de Tom Savage adaptado por la propia directora, Jane Campion, y CODA es una remake (escrita por Siân Heder) de una película francesa, La familia Belier.

De antemano, se podía pensar que era la que menos chance tenía pero el domingo de noche, el sindicato de escritores de Hollywood le dio el premio a CODA que, la verdad, parece un guion bastante estándar para las pretensiones y el alcance de, por ejemplo, El poder del perro, una favorita personal. Campion (que fue la primera mujer en ganar el Oscar al guion original en 1994 por La lección de piano) consigue hablar de un montón de cosas (masculinidad tóxica, por ejemplo) en una historia que a cada paso abre una nueva posibilidad de lectura. CODA —que no está nada mal para lo que pretende ser— es más simplona.

Igual, una cosa es el sindicato de guionistas y otros son los votantes de la rama de los escritores en la Academia de Hollywood. El año pasado el Oscar fue para El padre, el drama sobre el Alzheimer con Antohony Hopkins, y los guionistas habían reconocido a Borat: Subsequent Moviefilm, lo que parece más una broma que un premio.

Mejor guion original

Ya que estamos con los premios corporativos, el sindicato de escritores premió a No miren arriba como el mejor guion original del año. Lo firmó Adam McKay -quien ganó en Oscar a guion adaptado por La gran apuesta en 2015- sobre una historia suya y de David Sirota. El año pasado, los guionistas premiaron en esta categoría a Emerald Fennell por Promising Young Women que terminó ganando también el Oscar.

Este año en los premios de la Academia, No mires arriba, una sátira sobre estos tiempos, compite con el drama personal y nostálgico de Belfast(Kenneth Branagh); la entrañable Rey Richard: una familia ganadora (Zach Baylin); la nostálgica y romántica Licorice Pizza (Paul Thomas Anderson) y la noruega The Worst Person in the World (Eskil Vogt y Joachim Trier).

Con 11 nominaciones a lo largo de su carrera (cinco de ellas como guionista) es tiempo de que la Academia reconozca el aporte de Anderson al cine americano. Quizás Licorice Pizza no tenga la contundencia de algunos de sus otros guiones nominados (Petróleo sangriento, Magnolia, entre ellos) pero es un precioso retrato de un lugar y una época (Los Angeles en la década de 1970) que puede conquistar a los votantes.

Es una historia de amor juvenil e inocente, una opción bien diferente al cinismo de No miren arriba, feroz crítica a los medios, los políticos y el público de estos tiempos tan de redes sociales. La última vez que una sátira ganó a mejor guion fue en 1977: se lo llevó Poder que mata, una referencia directa en No miren arriba.

Si quieren ir por algo más tradicional, Rey Richard tiene un guion prolijo sobre la historia de superación de un caso mediático: el del plan que su padre trazó para las tenistas Venus y Serena Williams. La película tiene todo en su lugar, principalmente por un guion que no se distrae y va directamente a lo que quiere contar y hace lucir a su estrella, Will Smith.

Menos posibilidades (y esa es una frase de la que uno después se arrepiente) parecen tener Belfast, que no consigue trascender más allá de la fábula familiar y The Worst Person in the World que es noruega y por lo tanto, de antemano, demasiado exótica.

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