Camino al Oscar: entre los directores hay una favorita, dos que la amenazan y una ausencia

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Jane Campion

Candidatas

Todo parece indicar que Jane Campion se convertirá en la tercera mujer en ganar el rubro de directores pero la pregunta es ¿dónde está Denis Villeneuve

Estas son las cosas que terminan confundiendo a la gente: ¿por qué el director de una película que tiene 10 nominaciones, incluyendo la más importante de la velada no está entre los cinco directores nominados?

Y más si se trata, como pasa este año, de Denis Villeneuve, un cinesasta personal y al que cuando se le ofrece un proyecto como Duna se compromete hasta hacerlo propio, llamativo, interesante. Capaz que es algo personal: a pesar de dirigir cosas como Incendies, La sospecha, Sicario o Blade Runner 2049 solo estuvo nominado una vez, por La llegada, que es otra de sus buenas películas.

No deja de extrañar porque sacar adelante un proyecto como Duna, la adaptación espectacular de un libro que parecía maldito para el cine, es, en gran parte, tarea de un director. Aporta, y en casos como Villeneuve es evidente, una visión integral, un estilo e incluso el gerenciamiento de una fábrica así de grande, es responsabilidad del director.

O sea, Duna —que está muy bien y hasta se la ha mencionado como una posible ganadora del máximo galardón— está entre la mejor fotografía, el mejor diseño de producción, el mejor sonido, entre otros rubros, pero no el mejor director del año. Raro.

Pero Duna va a tener una segunda parte y en el cine, como la vida, siempre da revanchas.

Después de esta defensa con algo de indignación forzada de Villeneuve, mejor concentrarse en los directores que sí están nominados. Estos son Kenneth Branagh (por Belfast), Ryusuke Hamaguchi (Drive my Car), Paul Thomas Anderson (Licorice Pizza), Jane Campion (El poder del perro) y Steven Spielberg (Amor sin barreras). Un seleccionado variopinto.

La favorita sería Campion, quien viene de ganar el premio del Sindicato de Directores y lidera las pencas de todo el mundo. Su favoritismo está certificado, además, por el premio en la categoría además, en los Bafta, los Globo de Oro y el León de Plata para Campion en el festival de Venecia.

La directora ya ganó un Oscar por el guion de La lección de piano, su película de 1994 que le dio su primera nominación en la categoría. De ganarlo, la neozelandesa sería la tercera mujer en ganar el Oscar del rubro después de Kathryn Bigelow (Vivir al límite, 2009) y Chloé Zhao (Nomadland, el año pasado).

El poder del perro es además, la película con más nominaciones (12) de la ceremonia y una cumbre de Campion que tiene una carrera larga aunque austera pero incluye grandes películas como La lección de piano y Humo sagrado que integrarían una no declarada trilogía sobre la masculinidad tóxica con su última película.

En El poder del perro sigue la relación entre dos hermanos (Benedict Cumberbatch y Jesse Plemmons, los dos nominados) hacendados en Montana en 1925 y como su frágil equilibrio se ve alterada por la nueva esposa (Kirsten Dunst, nominada), una viuda acompañada por su hijo (Kodie Smit-McPhee, nominado). Está basado en una novela de Thomas Savage.

Con eso Campion construye una historia llena de capas que van revelándose a medida que avanza y que deriva en cuestiones tan relevantes como qué significa ser un hombre. Apoyándose en un paisaje subyugante y a la vez limitante, la directora hace una película sobre cómo lo qué podemos ver, en definitiva nos identifica. Sería un Oscar merecidísimo que reconocería, además, una de las grandes firmas del cine moderno.

A una película tan transgresora (parece un western, pero no lo es), las que más parecen amenazarla son dos directores más cercanos a la tradición varonil del cine americano: Spielberg y Anderson, de los más dotados de sus generaciones.

Spielberg se atrevió con una nueva versión de Amor sin barreras (o sea West Side Story), el musical de Broadway que tuvo una adpaptación cinematográfica en 1962 que, justo, se llevó todos los Oscar. La película (una relectura de Romeo y Julieta en Nueva York) es la mirada de Spielberg sobre el clásico teatral aunque las comparaciones con la versión de Robert Wise (que es muy buena) son inevitables.

En todo caso lo que el director consigue es mostrar su capacidad para contar esa historia a su manera, en una versión más oscura, menos llamativa que la anterior. Es una gran película y Spielberg siempre merece un Oscar aunque ya ganó dos como mejor director por La lista de Schindler y Rescatando al soldado Ryan.

Anderson, por su parte, acumula tres nominaciones como director (11 en total) y con Licorice Pizza consigue su película más amable y personal. Es la historia de amor entre un quinceañero y una muchacha 10 años mayor en el San Fernando Valley de comienzos de la década de 1970. Es un fresco retrato de una época que Anderson (que dirigió cosas tan serias como Petróleo sangriento y Magnolia) muestra con simpatía y conocimiento de causa: la está llena de movimiento que le dan un aire vivo que se agradece.

Hablando de proyectos personales, Branagh (quien tiene ocho nominaciones en toda su carrera en distintas categorías) retrató la Irlanda de su infancia en Belfast, una película en blanco y negro. No está mal y funciona como una evocación y como placebo para días así de complicados como estos. Como siempre en las películas del actor y director inglés, su mirada termina siendo un tanto rutinaria, más allá de un par de escenas muy bien construidas. Tiene, en total, siete nominaciones.

Finalmente, está Ryusuke Hamaguchi cuya Drive My Car es una sorpresa de la ceramonia. Es una adaptación de un cuento de Murakami sobre un actor de teatro en problema y el vínculo genera con su chofer. Todo está muy bien presentado pero sus chances parecen limitadas por lo menos si se piensan que los dos últimos directores premiados eran asiáticos (Zhao y Bong Joon Ho).

En todo caso, y perdón la insistencia, Hamaguchi es quien ocupó el lugar que debería haber sido para Villeneuve. O para Guillermo del Toro, cuyo El callejón de las almas perdidas tiene cuatro nominaciones incluyendo mejor película, pero ninguno de esos méritos es del director mexicano.

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