Candidatas

Nada es lo mismo para nadie, y menos para un actor, cuando se gana un Oscar. O al menos eso dicen. Para nosotros, simples mortales que no aspiramos a esas glorias, significa que cada vez que se menciona su nombre estará acompañado por el epíteto de “nominado a un Oscar de la Academia” o, en el mejor de los casos, “ganador de un Oscar de la Academia” y eso nos debería tentar a volver a verlos. Cualquiera de esas dos instancias redefinen, eso sí, una carrera.

Eso no significa la gloria eterna o trabajo seguro: abundan las trayectorias para las que la estatuilla parecería más una maldición (¿Cuba Gooding Jr?) que una bendición pero ese estatus no se lo saca nadie. No ganar un Oscar, igual, no es el fin del mundo y hay muchos que no necesitaron esa certificación para convertirse en estrellas.

Toda esta innecesaria introducción es para hablar del premio a la mejor actriz que, como el otro galardón interpretativo (mejor actor, claro) está dividido en dos subcategorías: principal y de reparto, una línea muchas veces sutil y abierta al debate. Por ejemplo, Kristen Dunst,es la única actriz con destaque y uno de los motores de la historia en El poder del perro pero figura entre las actrices de reparto. donde también estáJudi Denchquien tiene unos minutos de pantalla en Belfast.

El sindicato de actores—muchos de cuyos miembros, que no todos, son votantes en la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, la institución que entrega los Oscar— premió a Jessica Chastain por The Eyes of Tammy Faye (una de las pocas películas mencionadas que no se vieron en Uruguay) como actriz principal y a Ariana de Bosie (por Amor sin barreras) como la mejor intérprete secundaria. No quiere decir nada: el año pasado los actores premiaron a Viola Davis (Ma Rainey’s Black Bottom) y Yuh-Jung Youn (Minari), quien también ganó el Oscar a mejor actriz de reparto; el de actriz principal fue para Frances McDormand (Nomadland).

La diferencia estaría en que el premio lo deciden todos los miembros de la Academia (que están a merced de campañas de marketing, por ejemplo) sobre  las nominadas que proponen los propios actores con criterios, es de creer, más profesionales.

Tiene que ganar Kristen Stewart. En Spencer, la “bio-pic” del chileno Pablo Larraín sobre Lady Di, Stewart , tiene todo el peso de la película sobre su cuerpo frágil, creando un personaje nuevo, lejos de la imitación de una figura así de pública. Es la mejor actriz de su generación y una de las grandes estrellas de cine de la actualidad y nunca había estado nominada. Va a ser difícil que gane porque la película es demasiado complica y a la crítica no le gustó mucho.

La composición de Kidman de Lucille Ball —una gran comediante y legendaria figura de la televisión estadounidense— enBeing the Ricardos, va por otro lado y está más cerca de la mímesis que de la creación. Kidman es una gran actriz (ganó un Oscar por Las horas) y podría ser una buena oportunidad de recordarlo con un papel que tiene, además, aristas feministas y de nostalgia por un tiempo que fue hermoso.

Chastain, la ganadora del sindicato de actores, también interpreta a un personaje real: la cantante, conductora y personalidad de la televisión evangélica, Tammy Faye. Es un trabajo esforzado que sigue un montón de años a la protagonista e incluye un cambio físico importante. Es, ciertamente, una labor premiable y la tercera nominación para Chastain.

Colman (en La hija oscura) y Cruz (en Madres paralelas) componen a dos madres lidiando con pasados personales y colectivos.

La española ya ganó un Oscar por otra madre al borde de un ataque de nervios en Volver que también dirigía Pedro Almodóvar. En ese sentido, acá hace un poco más de lo mismo aunque el trabajo con su cuerpo sea totalmente diferente.

Colman, que ganó por su reina achacosa en La favorita y el año pasado estuvo nominada por la hija al borde de un ataque de nervios de El padre trabaja una tristeza contenida en la adaptación de la novela de Elena Ferrante que adaptó y dirigió Maggie Gyllenhaal. Una de las grandes actrices en actividad, su retrato de la soledad y la culpa es conmovedor.

Aunque es una categoría igual de peleada, de antemano, pareciera que la intensidad que consigue Dunst en El poder del perro es muy destacada. Es la primera nominación de la actriz que empezó a trabajar siendo niña y ha construido una carrera interesante: fue la novia del Hombre Araña pero también trabajó con Lars Von Trier, Sofia Coppola y protagonizó un video clip de REM. Acá es la víctima de la masculinidad agresiva del personaje de Benedict Cumberbatch.

DeBose está nominada por el mismo papel en Amor sin barreras que le dio el Oscar a Rita Moreno en 1962, así que de ganarlo sería un acontecimiento. Hay que cantar, bailar y dar dramatismo y en todos esos rubros, DeBose está muy bien y se independiza de ese antecedente.

Un poco más restringido (pero no por eso menos destacado) es el arco interpretativo de Jessie Buckley en La hija oscura, como la versión joven del personaje de Colman. Buckley, la actriz irlandesa a quien también se la vio en la estrambótica, I’m Thinking of Ending Things de Charlie Kaufman, está muy bien como esa mujer joven que tiene toda la vida por delante y siente que sus hijos son un obstáculo para ir a por ella. Hay mucho futuro ahí.

Aunjanue Ellis tiene una larga carrera (está en Hombres de honor, Ray, If Beale Street Could Talk, entre más de 70 créditos) y en Rey Richard: Una familia ganadora interpreta a la madre de Venus y Serena Williams y un respaldo importante para el plan de vida que les trazó su padre interpretado por Will Smith. Es, en las pencas que circulan por las redes la que menos posibilidades tendría.

Lo de Dench en Belfast, insisto, es una exageración. Pero es el Oscar y estas cosas siempre pasan.