Ángela Trigal es una actriz de televisión muy preocupada por su imagen que acaba de romper con su pareja, con la que, además, comparte el protagónico de una ficción. En medio de un programa de chimentos al que van como invitados, se entera de que su ex está esperando un hijo de su nueva novia. Vera Lombardi, en tanto, es una madre de dos niñas que tiene en su casa un emprendimiento personal de cremas de belleza que no consigue que su marido valore y la ayude en consecuencia con las tareas del hogar. Dos mujeres bien distintas que terminarán coincidiendo en un grupo de manejo de la ira luego de que sus respectivas realidades las desborden.
De eso trata No me rompan, la comedia protagonizada por Carla Peterson y Julieta Díaz que se estrenó el jueves en Uruguay y que Peterson vino a presentar a Montevideo.
Ella es Ángela, un personaje que su amiga y guionista de la historia, Jazmín Rodríguez Duca (también parte del elenco), creó especialmente para ella, y automáticamente ambas pensaron en Julieta Díaz para ser Vera. De eso y más, El País charló con la actriz argentina.
—¿Qué pensaste al leer el guion?
—Con Jazmín nos conocimos estudiando teatro. Siempre hacíamos cosas mientras esperábamos que alguien nos llamara para trabajar. Con otros amigos actores hacíamos pequeños cortos audiovisuales o cosas de teatro y nos repartíamos los roles. Jazmín siempre escribía. Cuando me dio este guion hace unos seis años, me reí mucho. Pero cuando surgió la posibilidad de filmarlo, como había pasado mucho tiempo, tuvimos que adaptarlo a los nuevos tiempos de las redes sociales, a las cosas que pasaron con las mujeres y a los cambios de la ciencia.
—¿Cómo construiste el mundo de Ángela Trigal teniendo en cuenta todo eso?
—Ella es una actriz de televisión de las que casi ya no hay porque quedaron muy pocas ficciones en los canales de aire como se hacían antes; ahora están las plataformas y ves una película en el celular. Fue un desafío y creo que logramos una Barbie moderna hecha en Argentina y en Uruguay, porque la película también se filmó en Uruguay.
—Querían que la directora fuera una mujer. ¿Por qué?
—Podríamos haber llamado a un director de comedias, pero le íbamos a tener que explicar cómo se sienten las mujeres ante ciertas situaciones. Por más abierto o deconstruido que fuera, no lo vive como nosotras. Y no eran solo un par de escenas, eran dos mundos muy opuestos con los que creo que abarcamos a todas las mujeres. También estaba el tema de que las mujeres directoras pelearon tanto por un lugar, que generalmente dirigen sus propias historias y este era un guion que ya estaba escrito. Teníamos que conseguir una directora que quisiera sumarse a esta comedia disparatada , que no es naturalista para nada.
—Y así llegaron a Azul Lombardía, que también es actriz.
—Sí, ella venía hablando de estos mundos de las mamis, había hecho la serie Según Roxi. Tiene una trayectoria larguísima, trabaja desde muy chica y viene de una familia de artistas. No la conocía; nos fuimos conociendo en el trabajo, disfrutando lo que hacíamos y riéndonos mucho.
—En el elenco hay actores de los que son amigas y también actores uruguayos. ¿Cómo los eligieron?
—Con Julieta había hecho Dos más dos y este proyecto nos acercó un montón. Con Esteban Lamothe había trabajado apenitas. Pensé que a Nancy Dupláa le iba a dar fiaca, además requería de un maquillaje especial, pero le encantó y se re-prendió. Tanto con Juli como con Nancy fue encontrarnos un tiempo después de haber trabajado juntas; ahora de más grandes, más tranquilas, sabiendo quién es cada una y en qué lugar brilla. También se sumó Fito Páez, amigo de Azul. En cuanto a los uruguayos, a Alfonso Tort lo conocí haciendo la segunda temporada de Terapia alternativa, que todavía no se estrenó. Y a Claudia Fernández, como comparte escenas con Juli, la conocí ahora que vine a Montevideo. En la película la vi y me reí mucho. Además están las dos niñas que hacen de hijas de Julieta, Federica Hiriart y Margarita Arias, que son uruguayas y maravillosas.
Golpe de realidad
Quiso el destino que el día previo a que No me rompan comenzara su recorrido promocional en los medios, muriera la actriz y modelo Silvina Luna tras una década de luchar contra una insuficiencia renal consecuencia de un procedimiento de mala praxis del cirujano estético Aníbal Lotocki. En la película existe un cirujano que se le parece bastante, pero fue pura casualidad.
“Es muy impresionante cuando pasan estas cosas”, dice Peterson y se le humedecen los ojos. “Nos shoquéo mucho porque Silvina fue muy querida. Por la película se dice que el tema es muy actual y no es así, es un tema muy viejo del que nunca nos hicimos cargo. Le tiene que pasar a alguien famoso para que nos demos cuenta de algo que le pasa a todo el mundo, todos los días. Nosotros no lo quisimos abordar desde el reclamo, sino que creíamos que con el humor podíamos pensar un poco más sin enojarnos. Ojalá que esta película sea para divertirnos y para dejar algo más, una mirada más bondadosa sobre nosotras y sobre los hombres también porque las exigencias son para los dos”, agrega.
—¿Cómo es tu vínculo con las cirugías estéticas?
—La verdad que trato de entrar a los quirófanos solamente si es algo de salud. No me animo a hacerme cosas, no me gusta el dolor. Pero si una persona se siente mejor haciéndose algo, está segura y averigua, me parece bárbaro.
Planes
Peterson es parte del elenco de El eternauta, la serie de Netflix con Ricardo Darín sobre clásica historieta de ciencia ficción argentina que Oesterheld y Solano López publicaron en 1957. Cuenta una invasión alienígena en Buenos Aires.
“No puedo decir lo que hago, pero sí que es un proyecto enorme y que va a ser lo más grande que se hizo en nuestra industria”, anuncia.
También está ensayando una obra dirigida por Matías Feldman para estrenar en 2024 en la calle Corrientes. “Es una cosa bastante nueva. No hacía teatro desde Venus en la piel, en que trabajé con Juan Minujín hace unos ocho años. Pasa que el teatro es a la noche y tenía que dedicarme a mi familia. Ahora mi hijo tiene 10 años y me puede acompañar al teatro y entender un poco qué es lo que hago”.
Peterson está casada con el economista y político Martín Lousteau, hoy senador. “Yo lo acompaño siempre y él me acompaña muchísimo. Me gusta que cuando él sube a un escenario político, sea él, y cuando yo me subo a un escenario teatral, sea yo”, concluye quien planea volver a Uruguay en plan vacaciones.