ESTRENO
Tras el estreno de "Thor: amor y trueno", el actor contó su primera experiencia como el dios nórdico, y reveló lo que piensa después de cada película.
Más de una década después de su debut y con una decena de películas encarnando a Thor, Chris Hemsworth regresa con la versión más surrealista de Marvel en Thor: amor y trueno, aunque confiesa ahora que cada vez que lo interpreta está convencido de que no lo volverán a llamar.
“Cada vez que me llaman para hacer el personaje estoy agradecido. Siempre que lo interpreto creo que será la última vez y que Marvel no me querrá de vuelta”, reconoce en tiempos del estreno de la cuarta película sobre el vikingo más famoso de la franquicia de superhéroes. Tras cada lanzamiento, el actor pasa por la misma inseguridad.
Ni ser uno de los últimos vengadores que resisten en la gran pantalla —tras el adiós de Iron Man, Capitán América y Viuda Negra— le da tranquilidad a Hemsworth, cuya carrera cinematográfica está estrechamente ligada a su fichaje por la factoría Marvel en 2011.
“La primera vez fue intimidante, no sabía si pertenecía a este universo”, recuerda sobre aquel debut.
Desde entonces, el actor australiano ha hecho suyo el personaje de Thor, un insípido vikingo de físico escultural y vinculado con la mitología griega, hasta convertirlo en un héroe cuya crisis existencial lo lleva a tomar decisiones erróneas y a alejarse de la gente que más quiere y más lo quiere.
Thor: amor y trueno, cuarta película en solitario centrada en el personaje, explota esta debacle emocional como ninguna otra entrega previa, para ofrecer la versión de Marvel más surrealista y arriesgada hasta la fecha.
“Grabamos como siete u ocho horas de película con mucha improvisación”, repasa Hemsworth. “Pero gracias al ingenio y la maestría de Taika Waititi luego se consiguió montar una historia coherente y con mensaje”.
Después de dar un giro de 180 grados a la saga con Thor: Ragnarok (2017), el director Taika Waititi vuelve a imprimir su sello en una continuación que no se toma muy en serio la épica propia de los superhéroes y se centra, en clave de humor, en la búsqueda del equilibrio emocional del protagonista.
En Thor: amor y trueno, el personaje arrastra el dolor de las penas que ha sufrido en las últimas misiones, y se embarca en un viaje con los Guardianes de la Galaxia (Chris Pratt, Dave Bautista y Vin Diesel también figuran en la película) con resultados inesperados.
El más impredecible es el encuentro de Thor con su gran amor, la astrofísica Jane Foster, en plena misión y tras “ocho años, siete meses y seis días”, según recuerda el protagonista.
Ni siquiera la propia Natalie Portman esperaba volver a encarnarla cuando en 2016 aseguraba que su trabajo en la franquicia “había terminado”.
Para la nueva película, Waititi transformó a Foster en Mighty Thor, quien apareció en los cómics originales hace más de 50 años como una versión femenina de Thor que comparte sus poderes y se apropia del martillo.
Así, el periplo de Thor deviene en una comedia romántica con guiños ochenteros, cargada de ironía y a ritmo de heavy metal, en la que la pareja y el resto de acompañantes deben arreglar sus diferencias mientras combaten a Gorr un villano conocido como el Carnicero de los Dioses, dispuesto a no dejar ni una deidad viva en el mundo.
En todo hay un tono propio que ha logrado que el personaje sea el único integrante de los Avengers que vuelve a tener su propio largometraje en una etapa actualmente dominada por Spider-Man, Doctor Strange y experimentos como los Eternals.
“Todo lo que Thor hace tiene que ver con las experiencias y los traumas que ha vivido en el pasado”, apunta Hemsworth. “Y no sé qué pretenden Disney y Marvel, pero si deciden volver a contar conmigo, yo estaré feliz de regresar. Ha sido muy divertido”, resume el actor.