CRÍTICA
La película de Apple TV fue la gran revelación de los últimos premios de la Academia, y desde este jueves se podrá ver en salas uruguayas
Vamos, no es que CODA esté mal. De hecho es una película simpática de factura de estándar para arriba, aunque es cierto, vacía de escenas cinematográficamente recordables. Tiene una historia emotiva, de superación de adversidades, con actores sordos, lo que le da un aire de realismo a toda la pátina Disney (en realidad es de Apple, pero se entiende el concepto, espero) que tiene su brillo.
CODA no está mal, vamos, pero un Oscar a la mejor película del año parece mucho. Ganó además el de mejor guion adaptado y el de mejor actor secundario para Troy Kotsur, quien fue el favorito desde que empezó la llamada temporada de premios, y el más merecido del paquete. Eran las tres categorías en las que tenía nominaciones.
Es una remake de una película francesa de 2014, La familia Belier, que por lo menos contaba con el factor sorpresa. Ahora la adaptó y la dirigió Sian Heder, quien ha estado dirigiendo y escribiendo cosas para la televisión (Orange Is The New Black, por ejemplo) y que solo firmó un largometraje, Tallulah de 2016, una comedia dramática con Elliot (entonces, Ellen) Page, que está para ver en Netflix.
CODA tiene el mismo planteo que, digamos, Flashdance, aunque sin los bailes exóticos y los baldazos de agua. Ruby (Emilia Jones, apropiada para el papel) es una joven a la que le gusta cantar, un hobby para el que tiene verdaderas condiciones. El problema es que es una chica pobre y la única que puede hablar y oír en una familia de pescadores sordos. CODA es, precisamente, la sigla en inglés de “Hijo de Adultos Sordos”.
Ellos (también hay un hermano, interpretado por Daniel Durant) son buenos —algo peculiares, pero buenos— y se llevan lindo, pero se vuelven un obstáculo para que Ruby pueda avanzar en su vocación. Un profesor de música (Eugenio Derbez, sin temor al estereotipo) que a juzgar por la casa en la que recibe es el docente mejor pago de la historia, alienta una posible beca en la prestigiosa escuela de Berklee en Boston, y un interés romántico carilindo, bueno y con una voz preciosa (Ferdia Walsh-Peelo) le alivia la presión familiar y aporta un par de duetos.
Hay algunos comentarios sobre el negocio de la pesca industrial y la posibilidad de zafar de un sistema que no los saca de pobres, pero no es más que una excusa para generar ambiente. El tema no se discute, obviamente, en serio, porque no esto no es La tierra tiembla de Visconti, sino otro tipo de fábula.
Lo que hay acá es una película inclusiva y que pone su hechura al servicio de su mensaje sensibilizador y esperanzador. Hay algunos momentos de comedia tímidos pero eficaces que tienen que ver, un par de veces, con la vitalidad sexual de los padres que interpretan Kotsur y Marlee Matlin, la actriz sorda que ganó un Oscar en 1990 por Te amaré en silencio. El resto se deja ver con una sonrisa y la preocupación a niveles tolerables.
Por momentos Heder consigue disimular los lugares comunes con ciertos modales indie, lo que explicaría su premio en Sundance y los 25 millones de dólares que Apple pagó por ella en un festival que se ha convertido en plataforma para producciones como estas.
Es, además, la primera película distribuida por un servicio de streaming en ganar el premio mayor de la Academia. Pasó solo fugazmente por los cines como para cumplir con el protocolo, por lo que pasará a la historia como un ejemplo del cambio de paradigma que está atravesando la industria en estos tiempos. Es, en ese sentido sí, una película importante.
Lo es también en su buena onda que apenas roza el drama, y uno no debería ser tan cínico como para no pensar que el cine cumple una función que CODA atiende con solvencia: hacernos sentir bien por un rato. Eso no se logra con existencialismo.
Es —más allá de que está lejos de lo que uno considera para Oscar, aunque lo explicaría— una película bien intencionada, una característica que no comparte mucho del cine que vemos hoy. Para que eso funcione todo tiene que estaren su lugar y ahí no se le puede reclamar nada: es previsible, sí, pero mantiene el interés. Si es de los que se espantan con la acumulación de obviedades, bueno, probablemente se sienta defraudado.
A los que no nos importan siempre que estén bien presentadas, CODA va a funcionarnos. Habla sobre la familia, la comunicación, el amor paternal y hasta la explotación de pescadores artesanales. Y, con todo eso, aporta un rato agradable. Ese, solemos olvidarnos, es un placebo que regalan las películas cuando más se lo precisa.
?
CODA ***
Estados Unidos, 2021. Escrita y dirigida por Siân Heder. Fotografía: Paula Huidobro. Editor: Geraud Brisson. Música: Marius de Vries. Con: Emilia Jones, Troy Kotsur, Marlee Matlin, Eugenio Derbez, Daniel Durant, Ferdia Walsh-Peelo, Amy Forsyth, Kevin Chapman. Duración: 111 minutos. Estreno: 21 de abril en cines. Está en Amazon.