Por Nicolás Lauber
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Hay personajes de los comics cuya historia parece de película. Por ejemplo, Shazam, el superhéroe alguna vez conocido como Capitan Marvel.
Fue creado en 1939 por el guionista Bill Parker y el dibujante C.C. Beck, y se convirtió en un éxito inmediato de la editorial Fawcett Comics. Denuncias de plagio (DC dijo que era una copia de Superman) y el registro de Capitan Marvel como marca de la empresa Marvel, complicaron el futuro del personaje que dejó de publicar sus aventuras en 1953.
En 2011, la editorial DC decidió relanzar el personaje bajo el nombre de Shazam, que es la frase que dice el pequeño Billy Baxton para convertirse en el poderoso paladín de traje rojo y rayo amarillo en el pecho.
Esa palabra es un acrónimo de los seis “ancianos inmortales: Salomón, Hércules, Atlas, Zeus, Aquiles y Mercurio. Y quien dice “Shazam”, se hace acreedor, nada menos que a sus poderes.
En 2019 se estrenó la película con Asher Angel como Billy, el adolescente conflictivo pero de buen corazón que recibe increíbles poderes de un anciano con el rostro de Djimon Hounson; Zachary Levi interpretó al musculoso y adulto alter ego.
Shazam fue un éxito de taquilla que rompía la solemnidad con la que se presentaban las historias de superhéroes hasta entonces. Si bien estaba protagonizada por un joven sin padre que además fue abandonado por su madre siendo niño, la película tenía mucho humor, aventuras y un mensaje sobre el sentirse parte de una familia, aunque sea adoptiva.
Esta continuación, ¡Shazam! La furia de los dioses, que se estrena hoy en cines, tiene el mismo elenco y utiliza un recurso habitual en las secuelas de superhéroes: comienza con la presentación de las antagonistas, interpretadas por Lucy Liu y Hellen Mirren. Aparecen sin mucho preámbulo en un museo europeo y obtienen el báculo del anciano que se había destruido al final de la primera película.
“No me preguntes sobre la trama, es demasiado complicada”, dijo Mirren durante una entrevista en el programa The Graham Norton Show. “(Lucy Liu y yo) somos diosas enojadas que usan disfraces increíblemente pesados. Había mucho calor e incomodidad y, de hecho, Lucy dijo al final del primer día de filmación: ‘Están tratando de matarnos’, con total seriedad”.
Ellas son las hijas de Atlas, Kalypso y Hespera, y quieren recuperar los poderes de su padre para restaurar la magia en su mundo. Para eso primero precisan quitarle los poderes a Shazam y sus hermanos. También varias otras cosas que se irán conociendo.
Mirren, quien ganó el Oscar por La reina, dijo que se sumó a esta película porque le gustó la mezcla de humor y acción de la primera entrega. “No soy una gran fanática de los superhéroes, pero me encantó la idea y felizmente me inscribí en la segunda”, comentó. Es, hay que decirlo, una actriz que ha sabido incluirse en sagas exitosas; en mayo volverá al cine como Queenie en la décima entrega de Rápidos y furiosos.
Los héroes son los de siempre, Billy y sus cinco hermanos, aunque al inicio de esta secuela la gente por la que luchan no parece quererlos mucho: los llaman “los Fiascos de Filadelfia” porque sus apariciones siempre causan destrozos.
La primera misión del grupo de héroes al ritmo de “Holding out for a Hero” de Bonnie Tyler resulta un fracaso porque -entiende Billy (quien está por cumplir 18 años y sueña con tener una cita con Mujer Maravilla)-, sus hermanos están dispersos por la fama derivada de sus poderes.
Como antes, la familia es un tema presente. Ahora debido a los problemas que tiene Billy para aceptar que sus hermanos quieran estudiar lejos de casa, o que puedan hacer las tareas de superhéroes sin él. “Todos o ninguno” dice una y otra vez Billy/Shazam, intentando mantener a sus hermanos junto a el. Una misión que se vuelve cada vez más complicada de conseguir.
La irrupción de las villanas y la destrucción que dejan a su paso permite que los seis héroes se reúnan y encuentren más pistas sobre los poderes que les fueron otorgados.
En un momento crítico para los héroes, cuando parece no haber forma de detener a las villanas, Billy/Shazam dice que el anciano que le dio sus poderes no le enseñó cómo usarlos, y que ni siquiera le dijo cuál es su un nombre, una alusión a los conflictos que tuvo el comic en el pasado. La incógnita sobre la identidad del personaje también atraviesa la película y genera varios chistes graciosos.
Humor no le falta a esta historia. Hay buenas peleas, muchos rayos y hasta un dragón.
Todos estos temas se van hilando en una aventura de dos horas donde no faltan los desengaños, algunas traiciones, magia, dioses y varias criaturas mitológicas. Tal vez los temibles unicornios (aparecen pasada la mitad de la película) sean lo mejor de este festín de efectos visuales.
David F. Sandberg (quien se había hecho un nombre dentro del terror antes de Shazam) vuelve a dirigir esta historia y ahora le agrega un poco de oscuridad y miedo sin perder ese encanto de aventura para toda la familia que hizo exitosa a la primera entrega.
Con un genial cameo cerca del final, y dos escenas postcrédito que darían pistas de una posible tercera entrega, el destino actual de Shazam es una incógnita.
Eso se debe a los planes de los nuevos ejecutivos de DC, James Gunn y Peter Safran, quienes ya tienen planes para el futuro de los personajes.
Si no es asunto saldado, tal vez la taquilla pueda incidir a favor de estos superhéroes simpáticos y muy poco convencionales.