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Cómo se hizo "IntensaMente 2", la película más vista del mundo que viene al rescate de Pixar y habla de ansiedad

A nueve años de "Intensa-Mente", que se llevó un Oscar y fue un éxito de recepción y taquilla, Riley vuelve a la pantalla con una historia que demandó mucho trabajo e intenta devolverle a Pixar un brillo que pareció opacarse en los últimos años.

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Intensamente 2 se centra en la etapa adolescente de Riley.
Intensamente 2 se centra en la etapa adolescente de Riley.

María Porcel, El País de Madrid Emeryville, California
Nueve años después de la primera parte, que ganó el Oscar al mejor largometraje de animación, triunfó en Cannes y recaudó 860 millones de dólares, la nueva entrega de IntensaMente es hoy la película más vista en el mundo y en Uruguay, donde con 80.002 espectadores en su primer fin de semana batió un récord local.

Una adolescente Riley —llena de brackets, granos y dramas— y sus emociones son las protagonistas de los pasillos y los cubículos de muchos de los empleados de Pixar, en la que trabajan algo menos de 1.200 personas (a finales de mayo despidieron al 14% de la plantilla, unos 175 empleados; Disney lleva 7.000 empleos destruidos). Su presencia constante resulta un buen reflejo de la gran expectativa que ha generado la película, dentro y fuera de este campus, donde una gran lámpara Luxo da la bienvenida a una pintoresca colección de edificios de cristal y ladrillo visto entre los que se intercalan una cancha o una piscina.

Fue Pete Docter —uno de los primeros animadores de la factoría y, hoy, una de sus mayores estrellas— quien, en 2015 e inspirado en su hija Elie, creó a Riley, la protagonista de la primera parte, y dio vida a sus emociones y a cómo estas se autogestionaban en la mente de la niña. No ha formado parte del desarrollo de esta segunda, aunque en una charla con la prensa en el auditorio del edificio principal, bautizado Steve Jobs, afirmaba sentirse “emocionado” por su llegada a los cines. Según Docter, “era hora de explorar el siguiente capítulo”. Y la situación se presta a ello: ahora Riley es una adolescente y en su cabeza hay mucho más que Alegría, Tristeza, Asco, Ira y Miedo.

Aterrizan como un elefante en un bazar otras cuatro emociones: Envidia, Vergüenza (aunque en inglés se traduciría como bochorno), Ennui (en francés en el original, traducida al español como Hastío o Aburrimiento) y sobre todo Ansiedad, la auténtica robaplanos del largometraje con su color naranja, de ojos saltones, risa nerviosa y pelos a lo loco. Su elección no es baladí, en un momento en el que la conversación acerca de la salud mental está más sobre la mesa que nunca. “Es genial que esta película hable de la ansiedad, y esperamos que diga cosas verdaderamente significativas, pero también divertidas. Estamos realmente emocionados”, reconocen director Kelsey Mann y el productor, Mark Nielsen.

El camino hacia "Intensa-Mente 2"

En esta nueva vida de Riley, que ha tardado casi una década en cuajar, hubo muchas más emociones, hasta dos docenas, que fueron eliminándose —aunque siempre queda alguna sorpresa en el metraje final, como la aparición estelar de la vieja y querida Nostalgia— hasta pulir a los personajes finales e, igual de importante, el telón de fondo en el que se mueven. Cuenta el director que para la película de 2015 habían creado un gran escenario de la mente de la niña, pero que “solo se pudo ver un poquito” y que ahora querían seguir explorándolo. “Hice una lista de todas las secuencias que me encantaban y de las que no tanto, y pensé el porqué. Las que amaba tenían algo en común: abrían nuevas puertas a un mundo que desconocía. Las otras solo lo repetían, regresaban a esos lugares. Y quise ir a nuevas partes de la mente a las que nunca había ido. Lo genial de ser director es que digo: ‘Vamos a entrar ahí’... y alguien entra”, reconoce Mann.

Nielsen agrega: “Hay tantos lugares a los que ir en la mente... Y la película te lleva a muchos. Ya vieron algunos. Hay más, sitios que acabarán siendo explorados por esas emociones. Por ejemplo, el sistema de creencias es otro lugar importante que no existía en la primera, donde nace en lo que cree Riley y puedes escuchar qué hay dentro de ella”. “Y eso conecta con las oficinas centrales”, continúa el director. “¿Ese ascensorcito que sube en la primera película y que no sabías que era un ascensor? Porque dimos con la idea después. Ha sido muy divertido reconectar las dos películas”.

Aseguran los responsables de IntensaMente 2 que han tenido total libertad creativa. “Lo único que les pedí desde el principio es que me permitieran introducir nuevas emociones y conectarlas con la anterior película”, relata el director. Le preguntaron de dónde salían, cómo se unían a la anterior. Y entonces, muy desde el principio, tuvo claro que quería trabajar con Meg LeFauve, guionista de la primera y, ahora, de esta segunda, y con quien ya realizó El viaje de Arlo, en 2015. Juntos decidieron cómo gestionar la vida de esas emociones, cómo introducirlas en el universo de las cinco primeras.

El éxito, más que querido, empezaba a ser necesario: desde antes de la pandemia las cosas no van del todo bien para Pixar. Más allá de despidos, sus películas han pasado a menudo sin pena ni gloria, y ni siquiera se han estrenado en las salas de cine. Toy Story 4, en 2019, dio buenos resultados, pero solo los más fans recordarán los siguientes títulos de la casa: Onward, Soul, Luca, Red o incluso la inesperadamente poco exitosa Lightyear, que apenas superó en toda la taquilla global los 200 millones que costó. Algunas pequeñas joyas (como la última, Elemental, nominada al Oscar), muchas desapercibidas. “Estamos siguiendo la historia de IntensaMente, que fue muy querida. Hace nueve años conmovió al mundo y quizá hizo a la gente pensar de manera diferente“, reflexiona Nielsen. “Y por ello hay una responsabilidad a la hora de una secuela”.

“Tienes que hacer algo que tenga algo que contar, bonito, superentretenido, divertido, todas las cosas que amamos y que hay en las películas de Pixar. Sí, pero también tener un significado profundo, algo de lo que la gente hable y que se puedan llevar a casa”, argumenta quien también produjo aquella primera. “Sobre todo los adolescentes”, remata Mann. “Si yo hubiera tenido una peli así a mi edad...”, deja caer él, que contaba en la conferencia de prensa que había lidiado con la ansiedad “desde la adolescencia”, y que en esta película buscó darle la vuelta para no tratarla “como esa especie de villana, de antagonista” con la que se suele asociar. “Mi ansiedad también me ha ayudado, me dice: ‘Tienes que estar en un escenario delante de todos ellos, tienes que estar listo, asegurate’. Como la ira, que en pequeñas dosis puede ser de ayuda, hasta que va demasiado lejos y es demasiado. Siempre quise que la película tratara acerca de aprender a cómo manejar la ansiedad”.

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