CRÍTICA
Idris Elba y el actor de "Stranger Things" Caleb McLaughlin protagonizan este drama del debutante Ricky Staub
Cowboys de Filadelfia es directa en sus metáforas y efectiva en su búsqueda: presenta, tras la fachada de otro drama de padre e hijo desconectados, una historia de inspiración real y con mucho corazón.
Tiene, además de la evidente presencia de Idris Elba que puede ser un gancho para la audiencia masiva, dos valores que suman muchísimo a su resultado final. Por un lado, es la ópera prima del director Ricky Staub, también a cargo del guion y con una mirada y búsqueda estética muy interesante. Por otro, es el primer protagónico en cine del adolescente Caleb McLaughlin, el Lucas de Stranger Things que aquí sorprende con su composición de peso de un chico atribulado.
Y es el reciente estreno de Netflix. Tuvo su premiere en el Festival Internacional de Cine de Toronto el año pasado, y desde este viernes está en la plataforma de streaming.
Cowboys de Filadelfia (Concrete Cowboy en el título original) es directa en sus metáforas. La madre de Cole (McLaughlin) ya no puede con él y se lo lleva de Detroit a Filadelfia, para que pase una temporada con su padre, Harp (Elba), con el que tiene un vínculo mínimo.
Cole queda a la deriva en la mitad de la noche en una calle vacía, con su ropa empacada en dos bolsas de basura que se parecen bastante a su presente. Comienza esta nueva etapa llenando paladas de excremento de caballo que se le caen sobre sus impecables championes blancos, y la termina con el entierro literal de la vida que podría haber tenido y de la que, a golpe y porrazo, logró alejarse, en una de las pocas escenas a la luz del día de toda la película. En el medio, doma un caballo salvaje y es un poco como domarse a sí mismo.
Pero el film es bien efectivo en su búsqueda. Con la excusa de este vínculo distante entre padre e hijo y del coming of age que atraviesa el propio Cole, que aún no encuentra su lugar en el mundo, desarrolla la historia real de los verdaderos vaqueros de Filadelfia, esta comunidad contemporánea, actual y desconocida ante los ojos del mundo y de su propia ciudad, con la misión de mantener vivo un legado centenario y afrodescendiente.
La trama se basa sobre todo en los Fletcher Street Stables, un grupo real al que el director investigó durante dos años y que incluso aporta algunos de sus integrantes a esta ficción, escrita con base en la novela Ghetto Cowboy de Gregory Neri.
El film presenta con sensibilidad y una estética interesante, de coloración saturada y planos poéticos, las formas y los valores de estos grupos de pertenencia. Los caballos y las costumbres alrededor de este escenario de establos decadentes y marginados por la urbanización son punto de encuentro y a la vez refugio de una serie de personajes que alguna vez estuvieron sin rumbo, sin raíz.
El hogar no es un lugar, se dirá en más de una oportunidad en Cowboys de Filadelfia; el hogar es donde está la familia, y eso es esta pandilla de la calle Fletcher. Una en la que hay que ganarse un lugar para poder compartir miserias y dolores; una familia que educa, a veces con métodos poco ortodoxos, y que al final del día estará dispuesta a todo por uno de los suyos. Una familia atípica en la que sobresale la actuación de McLaughlin y que llena de corazón y de verdad a la película.
Cowboys de Filadelfia [***]
Estados Unidos, 2020. Título original: Concrete Cowboy. Dirección: Ricky Staub. Guion: R. Staub, Dan Walser sobre la novela Ghetto Cowboy de Greg Neri. Música: Kevin Matley. Fotografía: Minka Farthing-Kohl. Con: Idris Elba, Caleb McLaughlin, Jharrel Jerome, Byron Bowers, Lorraine Toussaint, Clifford “Method Man” Smith. Estreno: Viernes 2 de abril en Netflix.