Creed III ofrece dos peleas por el precio de una: en pantalla y fuera de ella. En este rincón está nuestro boxeador héroe, Adonis Creed (Michael B. Jordan), quien superó a su antiguo entrenador, Rocky Balboa, y consiguió tantos objetivos profesionales que busca retirarse tempranamente.
Pero, ¿quién es ese que entra en el ring? Es el amigo de la infancia de Creed, Damian Anderson (Jonathan Majors), un exprodigio del boxeo que acaba de salir de prisión y está listo para tomar lo que siente que se le debe, incluso si esa deuda debe saldarse en el ring con Creed.
Detrás de escena, el enfrentamiento de Jordan y Majors demostró ser igual de dinámico. Jordan, de 36 años, trabaja en Hollywood desde adolescente y es una auténtica estrella gracias a la franquicia Creed y dos películas de Pantera negra en las que interpretó al villano Erik Killmonger. Creed III, que está en cines, es su debut como director, aunque mientras armaba la película, Jordan sabía que solo sería tan buena como el hombre que eligiera para interpretar a su rival.
Ahí aparece Majors, de 33 años. Después de aparecer en El último hombre negro en San Francisco (2019), un papel destacado que lo llevó a protagonizar Lovecraft Country de HBO. Majors está listo para un 2023 a tope: Ant-Man and The Wasp: Quantumania lo presentó como Kang, el villano que continuará luchando contra los Vengadores de Marvel en películas y series, mientras que Magazine Dreams probablemente se estrene en la próxima temporada de premios, y tiene a Majors en un escaparate para el Oscar.
¿Se llevarían bien la estrella establecida y el ambicioso recién llegado, o cada uno de los hombres se pelearía por ser el mejor?
Incluso cuando se anotó en Creed III, Majors tenía sus dudas: “No había nada que dijera que un actor cuidaría de otro actor negro”, dijo. Pero Jordan estaba dispuesto a ser honesto y vulnerable de una manera que hizo que Majors respondiera a su vez, y su química demostró ser tan potente que ambos hombres están ansiosos por la revancha.
Aquí hay extractos editados de nuestra conversación.
—Algo diferente en Creed III son las escenas de lucha, que tienen toques visuales que se sienten influenciados por el anime, la animación japonesa.
Jordan: Todo el tiempo estoy viendo anime. Tiene algunas de las cosas que me encantan para contar historias: corazón, relaciones, amistades, incluso el marginado que está desterrado de la sociedad pero que suele ser el que regresa y salva a todos. Y no guarda rencor, hace lo moralmente correcto incluso cuando es una decisión realmente difícil de tomar. Me gusta ese tipo de personajes, por lo que el anime siempre ha sido un lugar para mí para cumplir ese deseo y escapar de un mundo que no tiene mucho de eso. Esas cosas se relacionan con muchas de las características naturales que tenemos en la película. Yo pensaba ¿cómo mezclo suficiente anime? ¿Cómo retener esa sensación que tengo cuando veo Dragon Ball Z o Hajime no Ippo o My Hero Academia? En el anime, cuando dos personajes chocan, entran en un vacío en el que pueden hablar y comunicarse emocionalmente; por lo general, es un espacio tranquilo, completamente en blanco o en negro. Entonces dije: “Hombre, realmente tiene sentido llevar a estos dos tipos a un lugar donde tienen una conversación privada pero las palabras no son suficientes. Tienen que pelear”.
—Esa es la parte más llamativa de la película, cuando la pelea entre tus personajes se vuelve tan intensa que el mundo se desvanece y quedan luchando en el vacío.
Jordan: Antes, cuando realizábamos nuestra primera coreografía, cada golpe era una línea: “¿Qué estamos diciendo en esta pelea?” Esa idea siempre se quedó conmigo, y simplemente le puse esteroides y la infundí con anime. Incluso hubo un momento en el que puse subtítulos en el vacío.
—¿Para que pudiéramos escuchar sus pensamientos?
Jordan: Sí, no había sonido: era completamente silenciosa y con subtítulos. Yo estaba como, “Está bien, ¡ese es mi lado artístico que sale demasiado fuerte! Tengo que recordar qué tipo de película estoy haciendo, el contrato invisible que firmé con la audiencia”. Vi anime toda mi vida, así que podía ver y leer subtítulos al mismo tiempo, pero mucha gente no puede hacer eso. Así que eliminé eso y lo hice más primitivo, más sobre gruñidos, esfuerzos y posturas. Se convirtió más en un arte corporal impresionista.
—¿La reacción de quién a esta película significará más para ti?
Jordan: Mi madre y mi padre. Mi mamá la vio y papá acaba de regresar de Ghana, así que se la mostraré.
—¿La reacción de quién significa más para ti, Jonathan?
Majors: Oh, la de Mike, claro. Me importa más lo que él piense.
—Por la forma en que ustedes dos hablan el uno del otro, parece que esta es la primera de muchas colaboraciones por venir.
Jordan: Lo es. Lo planeamos.
Majors: De Niro y Pacino.
Jordan: Estamos entusiasmados con eso, y charlamos de eso. Actuar es un viaje en solitario, en el que estás luchando por tu lugar durante mucho tiempo. Cuando tienes a alguien a quien no le importan tanto esas cosas, es como, “Vamos. ¿Cuánto daño podemos hacer juntos?”.
Majors: Todo el daño posible.
—Michael, ¿qué pensaste cuando Jonathan apareció por primera vez en escena como actor?
Jordan: Sabía que tenía rango. No conocía su educación, pero sabía que estudiaba. Y se notaba que tenía capas detrás de él. Entonces tienes un poco de curiosidad, como, “Hay que estar atento. Me pregunto cuáles serán las próximas opciones. Sé cómo yo me movería”.
—¿Qué podrías decir sobre él a partir de las decisiones que tomó?
Jordan: Que era sólo cuestión de tiempo. Y si fuera un apostador, me habría hecho rico.
Majors: ¡Lo serás!
Jordan: Yo pensaba que podría trabajar con él. Mientras pienso en películas y guiones que tengo en desarrollo, siempre pienso en a quienes quiero incluir en la película.
Majors: Nadie más hace eso. Nadie más está pensando en el otro tipo.
—¿Qué hiciste para fortalecer a Damian ante Apollo?
Majors: La psicología de un personaje se manifiesta en el cuerpo, y la cantidad de lenguaje corporal que exigía Damián era muy grande debido al contexto. Interpreto a alguien que está conectado a Adonis. Probablemente conocemos cuatro horas y media de Adonis Creed en el mundo y tengo que ser tan denso como esas cuatro horas hasta esta película para que parezca que en realidad somos una parte de la vida de cada uno. La forma en que Damian camina,en que pelea, estaba tratando de dar la mayor cantidad de información posible. Y luego la idea de que él fuera un campeón mundial que había estado encarcelado, la caracterización de todo eso, cambié por completo mi guardarropa interpretando a ese tipo. Cuando comencé a entrenar, mi ropa se hizo más y más grande.
Jordan: Quería que lo envolvieran tanto como fuera posible antes de la revelación de su cuerpo cuando sube al ring por primera vez. Quiero que la gente diga: “Oh, esto va a ser diferente”.
Kyle Buchanan, The New York Times