Crítica: "Argentina 1985", una película clásica con un héroe a medida de Ricardo Darín

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El envío argentino al Oscar es un drama de tribunales sobre el Juicio a las Juntas de la dictadura argentina, es un recordatorio de momento crucial de la historia y una buena película

Ricardo Darín
Ricardo Darín en "Argentina 1985"

Hay algo del James Stewart de las películas de Frank Capra en la década de 1930, en este fiscal Julio Strassera que interpretaRicardo Darínen Argentina 1985. Es ese héroe anónimo, doméstico que parecía no dar la talla para el papel que la historia le tenía asignado.

Como muchas de aquellas películas emblemáticas del optimismo del cine clásico de Hollywood, Argentina 1985 termina con un discurso envalentonador y aleccionador. Con todo el drama que abarca, la película -la nueva de Santiago Mitre- es esperanzadora, movilizadora y pertinente.

Las referencias al cine clásico son inevitables ante el planteo formal: es un drama de tribunales en el que la Justicia va a triunfar. El desarrollo de los personajes, situaciones paralelas e incluso algunos alivios cómicos aportan a una historia que, de quererlo, podría haber sido truculenta. “Fuimos prudentes”, le dijo Darín a El País. Una buena decisión.

El actor encuentra en Strassera, un personaje justo para él. El fiscal en el juicio a las Juntas Militares por los crímenes cometidos desde el Estado durante la dictadura, era un caballero hidalgo que consiguió hacer que Argentina diera un paso histórico crucial.

Era, además, un profesional obstinado y un padre de familia con esposa que apoya, hijo que lo admira y algunos problemas con la nena mayor. Un personaje riquísimo que Darín consigue hacerlo ver con pequeños gestos a veces solo perceptibles en su mirada. Hay quienes critican lo que entienden es falta de recursos, pero aquí Darín, más allá del bigote y las gafas, explicita variaciones que no siempre se le notan y que lo hacen una estrella.

El Juicio a las Juntas ocurrió entre febrero y diciembre de 1985, después de un decreto presidencial y una decisión judicial. Durante el proceso, se escucharon centenares de testimonios de las atrocidades; Argentina 1985 resume esas historias en solo dos testigos contundentes distribuidos a lo largo de la película.

A Strassera lo acompañaron un grupo de jóvenes entusiastas, lo suficientemente irresponsables como para asumir una responsabilidad que una parte de la sociedad veía con desconfianza. Era en la Argentina de Raúl Alfonsín y el poder castrense se hacía sentir como queda bien revelado en la película en la prepotencia con que se presentan los acusados.

Esa muchachada la lideraba Luis Moreno Ocampo (Peter Lanzani), oficialmente el asistente del fiscal y una figura crucial. Venía de la familia militar, por lo que tenía un frente interno complicado. Lanzani también está muy bien.

El resto son unos pibes buenos, simpáticos y esforzados que funcionan como arquetipos (el serio, el bromista, la linda) que administran los momentos más livianos y simpáticos.

El guion, firmado por Mitre y Mariano Llinás, combina todos esos elementos y se concentra, apropiadamente, en el juicio y en la pujanza de los héroes que representan Strassera y Moreno Ocampo, quienes enfrentaron todos los desafíos posibles, incluyendo amenazas, atentados y una presión psicológica y social de las importantes.

Hay referencias, también al cine americano de la década de 1970 (Alan J. Pakula, por ejemplo) la forma del cine político de su tiempo. Otro antecedente podía ser Z otra película de tribunales sobre el accionar del fascismo (en aquel caso, griego) que dirigió Costa-Gavras en 1970.

El resultado es una película entretenida y con una fotografía y un diseño de producción que hace alarde de superproducción. Ayer se supo que es la enviada argentina a los premios Oscar; tiene chances.

Al igual que El secreto de sus ojos de Juan José Campanella, es cine argentino de alta gama, bien escrito, bien hecho, bien actuado y de un presupuesto interesante (es una producción de Amazon). Mitre ya había demostrado oficio y buen ojo en La cordillera o El estudiante.

El discurso final que viene con el género, de Argentina 1985 es el alegato de Strassera, que fue de una contundencia que Darín sabe cómo manejar. Es un gran momento de cine que eterniza un gran momento de la historia y da un final luminoso a una película que sabe cómo contar lo que tiene para contar.

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