Estreno
La nueva del griego Yorgos Lanthimos es una comedia de época que aspira a varios Oscar
Detrás de La Favorita, la nueva película del griego Yorgos Lanthimos hay una historia real, lo que es toda una novedad para este director que suele centrar sus obras en dedicarse a ficciones alocadas. Aunque transcurre en el siglo XVIII mantiene, eso sí, algunas de las características visuales y narrativas de sus anteriores películas.
Es el tercer proyecto de Lanthimos en inglés (después de The Lobster y El sacrificio del ciervo sagrado, las dos con Colin Farrell) y viene arrasando en esta temporada de premios: ganó un Globo de oro para la actuación de Olivia Colman; tiene 13 nominaciones a los Bafta; sus tres protagonistas están nominadas por el Sindicato de Actores; ganó 10 de los premios británicos al cine independiente; cuatro estatuillas en el Festival de Venecia y está en la lista de mejores del año de casi todas las asociaciones de críticos de Estados Unidos. Es, como usted puede apreciar, una de las grandes atracciones para el próximo Oscar.
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La historia real (se basa en una investigación histórica con un guion que se toma muchas libertades de Deborah Davis y Tony McNamara) es la de la reina Ana (que interpreta Colman), monarca de Inglaterra entre 1702 y 1707 y la última de los Estuardos, una responsabilidad que afrontó con fragilidades físicas y emocionales. Su principal compañía y mejor amiga y asesora fue Sarah Churchill, la duquesa de Malborough (Rachel Weisz) quien tenía atribuciones reales e íntimas con la reina. Esos privilegios fueron puestos en peligro por la aparición de Abigail Masham (Emma Stone), quien asciende de sirvienta a consejera de Su Majestad en un ambiente de batalla que, en general, se dilucidaba en los aposentos reales. Una subtrama involucra la guerra con Francia, las exigencias impositivas que demandó y la pelea política que generó.
En algún punto es como una adaptación morbosa (y en tono de comedia) de La Malvada, aquella de Joseph L. Mankiewicz con Anne Baxter como una mosquita muerta ambiciosa que amenaza a Bette Davis. También hay ciertos detalles que la vinculan con Anna Christie aquella con Greta Garbo.
El planteamiento visual, sin embargo, con su iluminación natural y su cuidada reconstrucción de época está tomado del Barry Lyndon de Stanley Kubrick que también puede ser leída como una tragicomedia sobre ambiciones aristocráticas. La fotografía de La favorita es del irlandés Robbie Ryan, quien ha mostrado ductilidad en películas como American Honey, Yo, Daniel Blake y en otro drama de época, Cumbres borrascosas.
Dirección: Yorgos Lanthimos. Guion: Deborah Davis, Tony McNamara. Fotografía: Robbie Ryan. Editor: Yorgos Mavropsaridis. Diseño de producción: Fiona Crombie. Vestuario: Sandy Powell. Con: Olivia Colman, Rachel Weisz, Emma Stone, Nicholas Hoult, Joe Alwyn, James Smith, Mark Gatiss. Duración: 119 minutos.
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Las principales libertades, más allá de exagerar algunos puntos o dar por sentados rumores que tienen más de cuatro siglos, están por el lado del lenguaje de procacidad moderna, algunas actitudes más contemporáneas que históricas de las tres protagonistas y unos bailes acrobáticos parecen tomados de un programa de televisión de la década de 1970 que de los salones de la realeza británica.
Eso puede generar cierta incomodidad si se va por la reconstrucción fiel aunque, los escenarios (la locación es Hatfield House, que se ve en The Crown, por ejemplo) son magníficamente reales y aportan lo suyo. Que, como es su costumbre, Lanthimos lo filme con un gran angular da una idea de un mundo encerrado en un pecera en la que vemos el acciones de un par de depredadores en plena acción.
Allí deambulan estas tres mujeres, en un matriarcado lujurioso. La reina que interpreta Colman es un padecimiento andante (¡esa maldita gota!) con arranques de caprichos reales que son sosegados por la duquesa de Malborough que Weisz compone con una frialdad de acero que ni el amor incondicional ayuda a disimular. Abigail, su prima, tiene los ojos vivaces de Stone que le abren camino desde literalmente estar en el barro hasta gobernar los designios de una reina.
Aunque es una película por encargo (el guion estuvo dando vueltas durante 20 años), está presente ese humor absurdo que es una constante en Lanthimos, quien nació en 1973, ganó el premio en la sección Una cierta mirada en 2009 por Canino (que en Uruguay se vio fugazmente en el XI Festival de Montevideo y estuvo nominada al Oscar a mejor película extranjera) y aspiró a un premio de la Academia por el guion de The Lobster.
Al igual que sus otras películas, Lanthimos vuelve a contar una historia de ambiente cerrado, en el que los personajes son ridículos, crueles o indefensos seres a merced de fuerzas fuera de su control. Para eso se apoya en tres actuaciones brillantes de las protagonistas. Aunque Weisz y Stone (que ganó un Oscar por La La Land) tienen más cartel es soberbia la actuación de Colman, como esa reina depresiva que remplazó sus 17 hijos muertos con conejos (eso no es verdad). La vida en palacio es vista con cierta sorna: los lujos exteriores jamás esconden las miserias privadas.
La favorita es una comedia sexual y ni cerca uno de esos dramas que celebran las virtudes de la monarquía. Y es, además, una comedia de enredos sobre un improbable triángulo amoroso y el componente sexual del poder.
Y ahí, como en sus anteriores películas, Lanthimos está hablando de cosas de ahora.