ESTRENO
Se estrena en cines locales la última película de Chloé Zhao, con Frances McDormand como una mujer que queda por fuera de la sociedad
Con un reatraso totalmente excusable, el regreso de los cines trae la película más importante de los últimos premios Oscar. Es Nomadland que aquella noche se hizo de las estatuillas de mejor actriz (Frances McDormand), mejor director (Chloe Zhao) y mejor película. Fue el cierre de una racha ganadora que le dio todos los premios importantes desde el León de Oro de Venecia en adelante.
La historia sigue a Fern (McDormand) que, a la fuerza, tiene que empezar de cero: su marido murió de cáncer y el pueblo en que vivían desapareció literalmente de los registros al irse la empresa que le daba razón de ser; el pueblo se llamaba, sugestivamente, Imperio. Es así que decide salir a la carretera en un motorhome, trabajando en empleos zafrales e integrándose a una comunidad de nómades, en general gente grande que ya no tiene lugar ni habilidades para integrarse a la sociedad actual.
O sea, la película podría ser leída como una reflexión sobre esta fase del capitalismo y su excluyente mercado laboral, pero no necesariamente pasa eso. En Nomadland Fern, por ejemplo, trabaja en uno de los centros de distribución de Amazon pero no hay un juicio de valor sobre las condiciones laborales en ese enclave de las nuevas condiciones de trabajo. Es, nada más que una escala en un viaje de descubrimiento personal y de redescubrimiento de los orígenes comunes.
Es que, interesantemente, Zhao —quien también escribió el guion basado en una novela de no ficción de Jessica Bruder— está más preocupada en sus personajes que en otra cosa. Hay, en definitiva, en este grupo de “parias”, una conciencia de clase implícita y, en todo caso, lo suyo es un regreso a uno de los pilares de la identidad estadounidense: el sobrecogedor paisaje de la planicie.
En ese sentido, aunque el tono es neorrealista, Nomadland está más cerca de la poesía de Terrence Malick (quien en algunos momentos está citado explícitamente) y a su idea de un paraíso perdido al que es necesario volver. En una escena central Fern ve, maravillada, un búfalo, símbolo inequívoco de un tiempo pretérito y termina renaciendo, desnuda, en un torrente purificadorque sale de la misma tierra.
Ese rescate a formas más libres, primitivas y riesgosas y la manera casi documental, también la acerca a Sin techo, ni ley de Agnes Varda aunque acá, ciertamente, el tono es mucho más amable. Nada es tan dramático, el espíritu es el mismo.
Al igual que en The Rider, la anterior película de Zhao, hay una celebración de la vida en el Oeste estadounidense.
La película, que está armada como una serie de episodios y marcada por largos y contemplativos travellings, reúne, además, una galería de personajes (las divinas Linda May y Swankie, entre ellos) interpretados por los propios nómades. Ese recurso típicamente neorrealista (usar actores no profesionales) complejiza aún más la presencia de McDormand (y menos la de David Strathairn, el otro actor profesional) mediada por su status de estrella de Hollywood.
Ý así el viaje de Fern es el de McDormand y el de todos los que alguna vez se sintieron con tanta necesidad de volver a empezar. Y eso lo hace universal.
Nomadland [****]
Estados Unidos, 2020. Escrita, dirigida y editada por Chloé Zhao. Fotografía: Joshua James Richards. Música: Ludovico Einaudi. Con: Frances McDormand, David Strathairn, Linda May, Swankie, Bob Wells, Derek Endres, Melissa Smith. Duración: 107 minutos. Estreno en cine: 15 de julio, 2021.