CRÍTICA
Crítica de la película que protagoniza Harrison Ford, dirige Chris Sanders y que se basa en la conocida historia escrita por Jack London.
Es cierto, el tono es de las películas de Disney de la década de 1960 (en realidad es de 20th Century Studios, o sea Disney de ahora) y no hace nada para disimularlo. Y la historia, escrita por Jack London en 1903 sigue siendo entrañable. Pero también es verdad que el perro Buck está totalmente digitalizado, lo que no es del todo una buena idea. Pero hay que tener poco corazón para no conmoverse aunque sea un poquito con El llamado salvaje.
La historia es la de siempre. Perro familiero que es secuestrado y enviado a tirar trineos en el frío norte de Estados Unidos durante la fiebre del oro. Después de ser maltratado consigue un trabajo esforzado pero con buenos patrones (Omar Sy y Cara Gee) que se encargan de la noble tarea de llevar el correo a lugares inhóspitos. Cuando, por culpa del telégrafo, se termina la línea postal, pasa ser propiedad de un ambicioso buscador de oro (Dan Stevens) que es la maldad personificada. Recién allí, Buck, se cruza con John Thornton (Harrison Ford), un hombre que pena, allá lejos de todo, la muerte de un hijo que había soñado con el explorar el Yukon.
La película es todo lo infantil que se puede ser sin dejar de ser familiar. Hay buenos valores, lecciones para aprender y la moraleja de que uno debe atender al llamado interior que para el caso de Buck, es ser el líder de la manada y seguir sus instintos.
En ese sentido, la película no tiene que salirse demasiado del sendero preestablecido, aunque un montaje digital en una de las escenas del correo es original e interesante.
Lo más llamativo, en todo caso, es el uso de lo digital: menos Harrison Ford y los actores, todo lo que se ve es hecho por computadora. Eso incluye los escenarios pero, principalmente al perro Buck cuyo histrionismo es un asunto de programadores.
Estados Unidos, 2019.
Título original: The Call of the Wild.
Fotografía: Janusz Kaminksi.
Editores: David Heinz, William Hoy.
Música: John Powell.
Duración: 100 minutos.
Estreno: 27 de febrero, 2020.
Eso le da a la historia un tono de dibujito animado que quizás tenga que ver con que la dirige Chris Sanders, que acá deja por primera vez la animación después de Lilo & Stich, Cómo entrenar a a tu dragón y Los Croods. Eso se nota en el aire de artificialidad generalizado.
Lo más natural es Harrison Ford, quien acá construye, sin mayor esfuerzo, ese personaje melancólico que está justito para él.
O sea que acá todo está en su lugar como en esos libros infantiles: no sobra, ni falta nada y entretiene. Se les llamaba películas de matiné.