ESTRENO
Llega a los cines la secuela de "Pantera Negra", la película que perdió a su protagonista y lo homenajea en todo su metraje, incluyendo el logo de Marvel.
Ryan Coogler tenía una oportunidad, tras la infausta muerte de su estrella, Chadwick Boseman, de renovar Pantera Negra, la franquicia que estrenó en 2017 y es la única entrega de superhéroes que estuvo nominada al Oscar a mejor película.
Hay quienes la percibieron cinematográficamente más importante de lo que quizás sea, pero ciertamente generó una brecha en el paradigma racial de las sagas de superhéroes. Era una celebración de una África mítica, oculta y poderosa, con una raza de gobernantes y científicos de primera línea.
Mucho del poder de esa tierra reside en el vibranio, el mineral que está bajo su suelo y que explica el fulminante progreso en el que viven como sociedad, a pesar de ser una raza de guerreros.
El más importante de ellos era el monarca en Wakanda, tal el nombre de ese territorio, T’Challa, quien además tenía tiempo para atender como Pantera Negra, un superhéroe que es una parte importante del universo Marvel. Él y los suyos han tenido, también, un desarrollo en la saga de Vengadores.
La muerte de Boseman en agosto de 2020 dejó a Wakanda sin rey y a una franquicia huérfana. Coogler, quien también coescribió y dirigió la primera película, quiso aprovechar la oportunidad. Lo hizo a medias, un logro al que puede ayudar la excesiva duración de dos horas y 40 minutos.
La presencia de Boseman se hace sentir desde el comienzo de Pantera Negra: Wakanda por siempre, con la ceremonia fúnebre de T’Challa que también funciona como las exequias del actor muerto a los 43 años tras luchar contra un cáncer. El logo de Marvel, siempre cargado de las figuras de la marca, está limitado a imágenes de Boseman. Un epílogo y una escena poscréditos lo vuelven a hacer relevante en la historia.
Escrita por Coogler y John Robert Cole, que ya habían colaborado en la primera, Wakanda por siempre intenta rearmar la historia, buscar un nuevo héroe para el papel principal y ver cómo es el futuro de una Wakanda abierta al mundo. Una escena inicial, con Estados Unidos y Francia reclamando el control de su vibranio, es uno de los tantos apuntes contra el colonialismo que se van diluyendo a medida que avanza el asunto.
Amenazada por una suerte de paladín mayo (eso es de los Mayas) con grandes poderes y alitas en los talones, el reino tiene sus propios asuntos. La reina es Ramonda (Angela Bassett, imponente), pero la carismática es Shuri (Leticia Wright), quien aún atraviesa el duelo por la muerte de su hermano T’Challa.
El maya, que atiende por el nombre de Namor (una contracción de “sin amor”, aparentemente, lo que pinta bastante a su impronta) y que tiene acceso a su propio vibranio, quiere aliarse con los wakandeses. Reclama, además, que le traigan a Riri (Dominique Thorne, en su debut en la saga) una muchacha que, por lo visto, tiene una mano bárbara para la ingeniería e inventó una máquina para detectar el tan preciado metal.
Para cuidar a la reina, la princesa y Wakanda están las feroces y calvas Dora Miljae, la raza de guerreras que tienen la lealtad y las habilidades para repeler cualquier amenaza.
Namor vive en un reino, Talokan, que tiene algunas similitudes con Wakanda a no ser que es bajo del mar, como cantaba Sebastián en La sirenita. Este nuevo villanos tiene algunas pretensiones que lo vinculan con Killmonger (Michael B. Jordan), quien acá tiene una participación especial.
Toda la historia está contada con el habitual despliegue de efectos por computadora que será capaz de crear mundos pero que, en manos de un artesano correcto como Coogler, no logra aportar humanidad.
Lo más interesante, en todo caso, es que toda la aventura es llevada adelante por personajes femeninos. Los hombres, en ese mundo, se limitan a los beligerantes Jabari, unos vecinos wakandenses. El resto del planel de varones, cumple un papel secundario, lo que es un paso atrevido en el aún machista mundo de los superhéroes.
No hay mucho más que contar, sino dejarse llevar por peleas, efectos especiales, golpes imposibles, una banda de sonido con toques africanos y la idea de que, siempre, el bien puede triunfar sobre el mal. Que, igual, siempre seguirá ahí al acecho.
Pantera Negra: Wakanda por siempre cumple lo que se propuso: mantener la franquicia viva, renovarla y encontrar un nuevo Pantera Negra pero que no nos olvidemos de Chadwick Boseman. Lo consigue.