Cuando Montevideo se volvió Hollywood: crónica del rodaje que trajo a un ganador del Oscar a filmar a Uruguay

Durante 24 días, Montevideo fue escenario de "El beso de la mujer araña", la película de Bill Condon que vuelve sobre la novela de Manuel Puig. El País charló con sus productores sobre el proyecto, el trabajo y por qué filmaron en Uruguay.

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Un rodaje en el Centro de Montevideo

Acá en Zelmar Michelini y San José, a 20 metros de la redacción, se juntaron un director ganador del Oscar, un productor con una larga carrera y una estrella. Por un par de días, Hollywood estuvo a un grado de separación.

La misma escena de tránsito cortado, calles ganadas por camiones, luces, cámaras haciendo travellings apurados y gente trabajando se repitió durante las más de tres semanas que llevó el rodaje local de El beso de la mujer araña, una nueva adaptación de la novela del argentino Manuel Puig que combina drama carcelario con musical de los de antes.

En Uruguay se filmaron dos tercios de lo que será la película final, que aún no tiene ni distribuidor ni fecha de estreno. Detrás del proyecto está Artists Equity, la productora de Matt Damon y Ben Affleck, y su principal estrella es Jennifer López, quien no vino a Uruguay.

“A ella le gusta trabajar cerca de su casa y por eso rodamos todas las partes musicales en Nueva Jersey”, le contó a El País Barry Josephson, productor con una carrera de 45 años y que fuera ejecutivo de Columbia y supervisó películas como la primera Bad Boys, Hombres de negro, Air Force One y El quinto elemento. “Fueron 18 días de rodaje de sus números musicales en los que ella bailaba cada jornada, y era mejor que estuviera cerca de su casa”. López vive entre Nueva York y California.

Interpreta a Ingrid Luna, la vampiresa que aporta las partes musicales de la historia que es también una historia de amor en tiempos opresivos.

En una celda sudamericana se cruzan Luis Molina (Tonatiuh, “nuestro descubrimiento”, dice Josephson), un peluquero gay, y Valentín Arregui (Diego Luna, quien también estuvo en Uruguay), un preso político. Medina le recrea películas musicales de Hollywood en las que aparece Ingrid Luna.

“Es interesante que el libro de Puig haya dado vida a una película hermosa de Héctor Babenco, un gran musical que ganó seis Tony y ahora nuestra película que presenta un tratamiento totalmente diferente de la historia y que tiene que ver con la visión de Bill Condon”, adelanta Josephson. El director también escribió el guion.

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El productor Barry Josephson

Las escenas en la celda se rodaron en los estudios Reducto y en la excárcel de Miguelete.

Además hubo locaciones en una explanta de Fibratex, la plaza Zabala, un apartamento por Avenida del Libertador, el Banco República de Ciudad Vieja, una oficina de la Administración Nacional de Puertos y la boite Pikaro’s. Fueron 24 días y los servicios locales fueron de la productora Cimarrón, que aportó entre 200 y 250 miembros del crew y toda la logística.

De Estados Unidos llegaron unas 20 personas y allí hay que incluir a Condon (La bella y la bestia, Chicago, Oscar por el guion de Dioses y monstruos), el fotógrafo Tobías Schiessler (habitual colaborador de Condon) y el diseñador de producción Scott Chambliss (Tomorrowland, Guardianes de la galaxia Vol. 2, ganador de un Emmy). El vestuario es de Colleen Atwood que tiene cuatro Oscar (entre ellos por Chicago, una película que escribió Condon) y Christine Cantella (La sirenita, Misión imposible 3).

“Fue un equipo amoroso”, le contó a El País, Rodolfo Iriñiz, productor ejecutivo de Cimarrón. “Y eso hizo todo más fácil, más simple, más llevadero, y por más de que estaban en un país del que no sabían nada, se tiraron para acá con bastante riesgo y todo salió muy bien”.

La producción, según pudo saber El País, se fue encantada con las facilidades que encontraron para rodar, el trabajo de Cimarrón y la comida uruguaya. Hubo unanimidad en eso.

“Me di cuenta de lo hermoso que puede ser vivir en Montevideo”, dice Josephson, quien empezó como representantes de artistas como Paula Abdul y Whoopi Goldberg. “Encontramos buenos restoranes y una interesante vida social. Me gusta mucho Carrasco y también la parte de Pocitos en la que está el hotel (el Hyatt de la rambla), y pude andar en bicicleta un montón acá y en Punta del Este. Y encima el equipo de trabajo local fue fabuloso”.

La llegada de una producción de ese porte a Uruguay tiene que ver, como siempre, con casualidades y una política de Estado. Cimarrón está en tratativas para proyectos similares para 2025.

“Necesitábamos la autenticidad de Argentina para contar esta historia, pero Argentina presentaba dificultades para nosotros y en Uruguay tienen una fuerte comunidad vinculada a las películas, Cimarrón y facilidades financieras (el anglicismo es ‘cash rebate’ y quiere decir que se les devuelve parte de la inversión)”, le contó a El País Josephson, promotor del proyecto y quien le dio el libro a Condon para que lo adaptara. “Y Uruguay era ideal, además, para el tono de la película”.

El productor había estado de vacaciones con su esposa hace unos 20 años, conocía Montevideo y le pareció un lugar acorde a cómo imaginaban la película. El productor tiene un amigo que vive parte del año en Portezuelo y el fotógrafo uruguayo Pedro Luque, que trabajó con Cimarrón en La sociedad de la nieve, recomendó también venir a Uruguay.

“Para nosotros es muy importante que esta clase de producciones lleguen acá”, dice Iriñiz. “Cimarrón es una empresa que a nivel regional está muy bien vista, pero traer americanos es algo nuevo para nosotros, así que traer una película de este porte y que podamos estar a la altura es espectacular”.

Aunque aún no tiene asegurado un distribuidor, El beso de la mujer araña tiene aspiraciones de ser estrenada en cines.

“El futuro indica que cada vez van a haber más producciones para el streaming porque es conveniente y lo quiere el público”, dice Josephson, quien recuerda con orgullo su experiencia trabajando con directores como Milos Forman y Clint Eastwood. “Pero yo hago películas para el cine porque creo en esa experiencia comunitaria. El cambio, igual, es inevitable”.

Y así, una película de Hollywood que aspira a la pantalla grande y llena de estrellas, se estuvo rodando en un cine que ya no es tal en una esquina de Montevideo.

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