Redacción El País
En 2001, la vida de un niño de 11 años cambió de manera radical. Daniel Radcliffe era un desconocido, pero todo se transformó cuando fue elegido para encarnar a Harry Potter, el famoso personaje creado por J.K. Rowling que ya había conquistado a millones de lectores en todo el mundo.

El estreno de Harry Potter y la Piedra Filosofal no solo superó las expectativas, sino que catapultó a Radcliffe y a sus compañeros de elenco, Emma Watson y Rupert Grint, al estrellato. Sus rostros se volvieron omnipresentes en las portadas de revistas y en los productos más populares del mercado.

Una década después, con el lanzamiento de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte - Parte 2, la saga llegó a su fin y cerró una etapa crucial tanto para el público como para sus protagonistas, quienes habían pasado su adolescencia bajo la intensa presión de la fama y, de pronto, se encontraban ante un futuro incierto.

Sobre eso, en una reciente entrevista con BBC Radio, Radcliffe reflexionó respecto a cómo esos momentos clave lo llevaron a buscar refugio en el alcohol.

"El alcohol se convirtió en una forma de escapar del miedo a lo que vendría después de Harry Potter. Me angustiaba pensar en mi futuro", compartió. "Mis problemas con la bebida se intensificaron durante mis últimos años de adolescencia, cuando empecé a salir de noche", añadió.

Una de las mayores dificultades que mencionó Radcliffe fue la constante sensación de estar bajo la mirada pública, una presión que también afectó a Grint y Watson. "La única manera que encontraba para dejar de sentirme observado era beber, pero eso solo me hacía sentir más consciente de las miradas, así que bebía más para intentar ignorarlas", confesó.

Radcliffe admitió que en más de una ocasión llegó al set bajo los efectos del alcohol, aunque nunca bebió mientras estaba allí. "Hay escenas en las que puedo ver que no estaba completamente presente", recordó. El actor buscó ayuda profesional y logró superar su adicción.

El impacto de la fama también afectó a otros miembros del reparto, como Tom Felton, quien interpretó a Draco Malfoy. En su autobiografía, Beyond the Wand: The Magic and Mayhem of Growing Up a Wizard, describió cómo se sintió desbordado al mudarse a Los Ángeles, sumido en un estilo de vida que no le resultaba natural.

Felton confesó que, buscando una vida más "normal", pasó muchas noches en un bar de Los Ángeles llamado Barney’s Beanery, donde comenzó a beber de manera regular. "Lo que empezó como algo ocasional se convirtió en una rutina: unas cuantas pintas al día y un trago de whisky antes de que cayera la noche", relató. "Estaba usando el alcohol para evadirme de mi realidad", explicó.

Finalmente, su entorno lo convenció de ingresar en un centro de rehabilitación en Malibú, para desintoxicarse. Aunque al principio no creía que su consumo justificara tal intervención, esa experiencia, reconoció, le permitió obtener una nueva perspectiva sobre su vida.